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Hornachuelos: donde adentrarse en el Versalles cordobés

Vista aérea de Moratalla | FERNANDO HERMOSO

Carmen Reina

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A los pies del valle del Guadalquivir y en paralelo al camino que recorren las vías del tren entre Córdoba y Sevilla, en el término municipal de Hornachuelos, el tiempo se detiene a las puertas de un palacio. Es el Palacio de Moratalla, un oasis del siglo XIX que guarda entre sus muros y sus jardines posos de historia.

Unas 23 hectáreas conforman este paraje singular situado en la finca del mismo nombre y al que se accede a través de una imponente verja de hierro decorada con escudo y motivos de caza, que por sus dimensiones da la talla del palacio y jardines que se encuentran en su interior.

Propiedad actualmente del Duque de Segorbe, en su época de esplendor estuvo en manos del Marqués de Viana y fue un enclave visitado frecuentemente por el rey Alfonso XIII. Testimonio de sus visitas da fe el conjunto de azulejos con toisones que presiden el patio de entrada al palacio, donde unas cadenas simbolizan también que en esa morada durmieron reyes.

El Patio de Piedra, junto a las caballerizas reconvertidas ahora en nuevas estancias, era testigo de las salidas a caballo del rey y sus amigos, que tuvieron en esta finca el primer campo de polo construido en España. Una época en la que un bullir de actividad envolvía al Palacio de Moratalla, con el Marqués de Viana como anfitrión de cacerías y reuniones donde además del rey recibía visitas del Principado de Gales.

Una capilla propia, el salón de baile, la casita del guarda y pequeños patios ajardinados se ofrecen al visitante en la parte que puede visitarse actualmente del palacio, abierto a visitas turísticas organizadas en grupo y a celebraciones de bodas en sus espacios verdes. Inaccesible a la vista desde la verja de entrada, el palacio se levanta tras los jardines y rodeado de inmensos árboles: un cuerpo central de tres plantas y, en los laterales, dos cuerpos de dos plantas con unas torres miradores adyacentes componen el edificio. En su entorno, la finca incluye varias edificaciones más que estuvieron dedicadas a los servicios agrícolas y ganaderos que se prestaban en la finca.

Pero son sus zonas ajardinadas el tesoro de Moratalla. Declarados Jardín Artístico por Real Decreto en 1983- son obra del arquitecto paisajista francés Jean Claude Nicolas Forestier, autor del Parque de María Luisa de Sevilla para la Exposición Iberoamericana de 1929 o de la urbanización de Montjuïc en Barcelona. En 1915, Forestier fue el encargado de poner su sello en el diseño de los jardines de Moratalla, de un estilo francés que recuerda a los jardines de Versalles y que sorprende al visitante en medio de la geografía cordobesa.

Objeto del rodaje de anuncios de televisión y de películas como Juana la Loca, los jardines de Moratalla se abren tras la gran verja de entrada: un gran corredor verde con esculturas y fuentes acompaña al visitante hasta el gran jardín que se encuentra al frente del propio palacio enmarcando el edificio. Cipreses, almezos, plátanos o mirtos son algunas de las decenas de especies de árboles y arbustos que pueblan el particular oasis de Moratalla.

Alrededor, las fuentes del Recreo –donde las señoras tomaban el té-, la de Los Ladrones, la de Doña Leonor –un manantial natural que conforma uno de los espacios más escondidos y relajantes de la finca- , y la alberca del Venado – con una imponente escultura de este animal atribuida al valenciano Mariano Benlliure- destacan en un paraje donde el silencio de la zona boscosa que rodea a la finca sólo se rompe con el discurrir del agua.

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