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Francisco Torrent: “El olivo es el árbol de la vida”

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Alfonso Alba

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El abuelo de Francisco Torrent Béjar llegó a Córdoba en 1898 desde Alicante con su negocio de toneles para envasar el aceite de oliva. Se instaló junto a la fábrica de la Casa Carbonell, la marca más importante de este producto. Casi 120 años después, la empresa que creó el abuelo de Francisco Torrent sigue siendo una compañía familiar e incluso mantiene la filosofía de su fundador: innovación y comercialización. Francisco Torrent Terol exportó sus primeras aceitunas a Brasil. Hoy, la empresa que mantiene su apellido llega a más de 70 países.

Francisco Torrent Béjar se considera muy afortunado. Conoció a su abuelo, trabajó con su padre (Máximo Torrent), dirigió la empresa y ahora le ha cedido el testigo a sus tres hijos, que a su vez están preparando el relevo para la “quinta generación”, la de sus nietos. “Las personas pasan, pero la empresa ha de perdurar”, ha sostenido siempre como lema.

En plena campaña de recogida de la aceituna, CORDÓPOLIS se cuela en la sede de Aceitunas Torrent en Ronda de los Tejares para hablar del pasado, el presente y el futuro de la que es la gran industria de Córdoba: el olivar, “el árbol de la vida”.

PREGUNTA. Hace muchos años, Matías Prats, de Villa del Río, concedió una entrevista. El periodista le preguntó por su apellido, de origen catalán. Él le respondió que hubo una época en España, a finales del siglo XIX, en la que eran los catalanes los que buscaban la fortuna en Andalucía, y que esa fue su familia. Su abuelo también tiene un apellido en este caso alicantino, Torrent.

RESPUESTA. Mi abuelo se vino a lo que llamaba una patria chica: Córdoba. En Alicante lo que tenía era un negocio de tonelería con sus hermanos. Hacían los barriles de madera para llevar el aceite. Él dijo: “Claro, si yo tengo la industria en Alicante, me voy a donde está el aceite”. Y se vino a la Torre de la Malmuerta, donde estaba la casa Carbonell. Ahí montó su industria y se ahorró los portes. Pero claro, se dio cuenta de que en 1916 empezó a transportarse el aceite en bidón de chapa y cambió su negocio por las aceitunas. Ya mi padre nació en Córdoba y somos todos de aquí.

P. Usted conoció a su abuelo.

R. Yo tengo el privilegio de que mi abuelo me llevaba a ver a los toros, a pasear... Lo recuerdo perfectamente. Era un hombre que siempre iba impecable con su traje blanco. Te estoy hablando de hace 67 años. Mi abuelo murió en 1950.

Siempre que estamos en un proyecto, cuando empezamos a desarrollarlo ya estamos pensando en otro

P. ¿Cómo fue la idea de su abuelo de iniciar la exportación de aceitunas?

R. Las perspectivas, sus inquietudes. Fue por la visión que tenía. Mi abuelo tenía un negocio de toneles y lo que compraba en el campo era la madera de los castaños: los maderos más gordos los dedicaba a la construcción y los más finos a los toneles. Siempre tuvo inquietud y no quiso centrarse en algo concreto, sino en hacer una expansión. Esa es la filosofía actual del grupo Torrent. Ahora fabricamos maquinaria, hemos entrado en la agricultura. El objetivo es tener inquietudes. Siempre que estamos un proyecto, cuando empezamos a desarrollarlo ya estamos pensando en otro.

P. Eso aquí en Andalucía no es normal, donde el agricultor siempre es muy conservador.

R. No, eso aquí en Andalucía no es normal. Los andaluces somos de otra forma. Ojo, que en Andalucía hay empresas magníficas, lo que pasa es que no nos damos a conocer. Yo lo que quiero es hacer, no decir, como te planteaba al principio de la entrevista [fuera de micrófono]. Aquí en Andalucía se trabaja, ¿eh? Tráete a un catalán en verano y ponlo a las cinco de la tarde en lo alto de un tejado como hay muchos albañiles aquí.

Yo lo que quiero es hacer, no decir

P. Nos vendemos muy mal los andaluces.

R. Muy mal. No sabemos vendernos. El andaluz no sabe venderse. Somos la primera industria mundial relacionada con el olivar. En la aceituna de mesa somos los números uno. Aquí se producen la manzanilla, la gordal y la hojiblanca.

P. Una iniciativa de su padre, la hojiblanca.

R. Sí, mi padre fue el que apostó por esa variedad, y hoy la hojiblanca es la aceituna que más se vende. No me toques ese tema que es muy sensible para mí (risas).

El andaluz no sabe venderse

P. Su abuelo empieza exportando aceitunas y lo hace en primer lugar a Brasil.

R. Empezó vendiendo a Brasil. Creó una sociedad con los hermanos, se quedó solo y luego montó una nueva que era Torrent Caparrós y compañía, que eran dos industriales y un abogado. Estamos hablando de los años veinte. El número de exportador de España que tenía era el 796.

Las empresas familiares tenemos el problema del cambio generacional, pero aquí hemos hecho un protocolo de narices

P. Aceitunas Torrent sigue siendo una empresa familiar. Pero imagino que no habrán dejado de llegar muchas ofertas queriendo entrar en la sociedad o comprar la compañía entera.

R. A mi padre sí se lo ofrecieron y fue una empresa muy importante de Córdoba. Esa empresa intentó asociarse con mi padre y finalmente no llegaron a ningún acuerdo. Yo también estuve en un gran proyecto del que me tuve que ir. Aquí en España tenemos una concepción por las que las cooperativas lo tienen todo. Es una pena. ¿Qué ocurre? No hay profesionales. ¿Dónde está la Junta? Primando a las cooperativas. Las empresas familiares tenemos el problema del cambio generacional, pero aquí hemos hecho un protocolo de narices. Si no eres profesional, es un fracaso. ¿Cuántas empresas magníficas ha habido en Córdoba que por el cambio generacional han fracasado? Muchas. Tengo tres hijos y tienen que entrar. ¿Que tienen que ganar 1.000 euros? Pues ganan 1.000 euros. El que tenga capacidad para ser director general, lo será. Y el que tenga que estar en la puerta de portero, por ahí se quedará. Eso es muy difícil y muy duro para un padre, pero tiene que ser así. Aquí lo estamos haciendo bien. Pusimos un protocolo muy duro y mis hijos para entrar en la empresa lo tienen difícil. Ellos van a entrar en igualdad de condiciones que un externo.

La propiedad de la empresa es de la siguiente generación

Otra teoría que nos está funcionando a la familia es que la propiedad de la empresa no es nuestra. La propiedad es de la siguiente generación. Esa es la idea que se transmite: la propiedad es de la siguiente generación. Nosotros somos empleados de una empresa que pertenece a la siguiente generación. Para entrar en mi despacho, mi hija quiere entrar y tiene que pedir permiso. Cuando salimos de la empresa, ya soy papá y lo que haga falta. Dicen que soy muy raro, pero creo que son formas de enfocar la vida. Pero bueno: nosotros marchamos. Pagamos, cobramos, estamos al día con los proveedores. Y eso es una satisfacción. Hoy tienes 20 trabajadores, mañana 40. Como cualquier empresario.

P. Cuénteme cómo su padre patentó la variedad de la aceituna de mesa hojiblanca.

R. No, no se patentó. No es patente. Pero te lo voy a explicar. En los orígenes de la empresa se empezó a vender aceituna de manera gradual: primero local, luego nacional y ya se fue expandiendo. Cuando mi padre tomó el negocio las variedades que se aderezaban era la gordal y el cordobí. El cordobí era una aceituna muy redonda y muy bonita que se vendía para el relleno de anchoas. Mi padre se dio cuenta de dos cosas: los olivares que producían la gordal, que crecía en la Vega del Guadalquivir, iban siendo arrancados para plantar naranjos. El cordobí, que era de la Sierra, no tenía aceite. Era una aceituna muy buena el año que estaba gorda, pero se echaba a perder el año que estaba pequeña, cuando no servía ni para aceite ni para mesa. Entonces, fue una necesidad. Y mi padre pensó, ¿qué aceituna tengo aquí? Don José Mansilla se trajo de Sevilla manzanilla y la plantó, pero a los siete u ocho años la aceituna empezó a embastecer el hueso. Entonces, mi padre vio una aceituna en Puente Genil y empezó a traerla en tren a Córdoba. Allí detectó la hojiblanca, que era una aceituna que tenía poco aceite, con lo que el precio era más bajo, y empezó a hacer las pruebas. Vio que la aceituna deshuesaba muy bien y que rellenaba muy bien, y fue empezando a trabajar esa aceituna por necesidad. Claro, las otras variedades se estaban agotando. Después empezaron a venir aceitunas de Puente Genil en tractor a finales de los cincuenta. Y tras eso llegó el desarrollo de las aceitunas negras, que arrancaron con una empresa de Sevilla, de Benito Villamarín.

P. ¿El presidente del Betis?

R. Sí, el del Betis. Benito Villamarín tenía un hermano en Estados Unidos y comenzó a desarrollar una variedad que se llamó de estilo californiano. Empezó a hacer las aceitunas en rodajitas y comenzó el boom. Tras eso se fueron creando empresas en todos los pueblos, a nacer cooperativas con uno o dos millones de kilos, y nació Agrosevilla, con José Manuel Rodríguez Bordallo. En Córdoba en 1979 creamos una sociedad anónima, que fue Aceitunas de Mesa de Córdoba, la famosa Acorsa. Nació como sociedad anónima, y fue perfecta y fenómena para agruparnos. Nosotros nos asociamos porque no teníamos a quién venderle. Se hizo esta sociedad, después creamos una planta de envasado y finalmente se transformó en cooperativa porque no hubo más remedio. Las subvenciones eran bestiales, que era lo que estaba pasando entonces. Ahora sigue ocurriendo lo mismo: la Junta sigue premiando las uniones, pero sin profesionales. En fin, que me desvío del tema (risas).

La Junta sigue premiando las uniones, pero sin profesionales

P. Hablábamos de la hojiblanca, una variedad que es hoy la más vendida del mundo.

R. Yo creo que sí. Por kilo, en España es la número uno. Y además, es que sirve para todo. Y también tiene otra virtud importante. La recolección siempre se ha hecho a mano y eso tiene un coste muy grande. Hoy se está recogiendo ya la aceituna con vibradores y con paraguas. La hojiblanca es una aceituna más dura y no se daña. Por ejemplo, la manzanilla tienes que cogerla a mano. Si la coges con vibradores, como tiene un péndulo muy grande se mueve y se golpea. Se están haciendo pruebas de llevar el tratamiento [para convertirla en aceituna de mesa] a la finca, pero eso es costosísimo. Sin embargo, la hojiblanca no. La vibras, le pegas palos, la echas a los fardos, la mueves, la llevas a la fábrica y el golpe no le sale. Entonces, hay una gran diferencia. Además, tiene un precio más estable, mientras que la manzanilla y la gordal son más especulativas. Aparte, sirve para aceitunas negras o verdes, y es muy fácil de trabajar. A mí me encanta, desde luego. No sé si es por el cariño que le tengo a esa variedad. Mi padre luchó mucho por ella. Al principio, su exportación estuvo prohibida.

Al principio, todas las aceitunas que no estuvieran a la sombra de la Giralda no se podían exportar

P. ¿Por qué se prohibió su exportación?

R. Este mercado lo dominaba Sevilla y todas las aceitunas que no estuvieran a la sombra de la Giralda no se podían exportar. Ese fue el gran problema de las aceitunas manzanilla y gordal. Su mercado era Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico. Ahí no se podía exportar la hojiblanca. Cuando llega el boom de la hojiblanca, entonces decimos... “son tres países y el mundo es muy grande”. Así que empieza a vender en Italia, en Francia, en Rusia, en los países árabes... Fíjate los millones de kilos que se podían llevar. Ha habido años en los que la manzanilla estaba muy barata, muy barata, incluso más que la hojiblanca, en los que las empresas de Sevilla han mandado esta variedad a Italia y allí le han devuelto los caminos. ¿Sabes por qué? Porque esas aceitunas están tiernas, están blandas. La manzanilla es más suave y fina, y la hojiblanca más recia.

La aceituna es un producto muy barato

P. La aceituna es hoy un aperitivo que se ha incorporado a la gastronomía del mundo entero, a pesar de que su origen está aquí en el Mediterráneo.

R. Sí, el mundo entero. Mandamos aceitunas al Congo, al centro de África, a la India... Hay mercados potenciales como China, aunque allí tienen otro gusto, apuestan más por lo dulce. Pero los chinos tienen ya plantaciones al contar con zonas con un clima como el nuestro. Además, la aceituna es un producto muy barato. El kilo de aceitunas elaborado más caro te puede costar 1,60 euros. Para el mundo árabe, la aceituna es básica en su dieta. Todos sus platos los ponen con aceituna.

P. Y Rusia... ¿Cómo era la exportación a esos países en esos años, como Rusia que entonces era la Unión Soviética?

R. Esos años fueron muy complicados. Exportar a Arabia Saudí era muy complicado. Yo he pasado muy malos ratos. Llegar al aeropuerto, estar en la cola y de buenas a primeras empezar a salir tíos con metralletas... te asustas. Ir en el avión, con mujeres. Salir del avión y no ver a ni una... todas con su velo. Bueno, y en la cola parado y tú asustado pensando en qué puede pasar. ¿Habrá una bomba? ¿Sabes lo que era? A un señor le abrieron la maleta y llevaba revistas pornográficas. Y nos tuvieron allí una hora. Con aquello te asustas. Estamos hablando de hace unos años. Pero tienes que ir. Para nosotros era fundamental. A la mayoría de nuestros clientes les vendemos, les compramos, pero mantenemos con ellos un trato excelente.

Yo le vendo antes a un árabe que a una gran superficie de España

En Oriente Medio, los árabes son muy hospitalarios. Son una maravilla. Te ponen de comer... Ellos consideran que si no comes les estás faltando al respeto. Luego terminas, y dulces y té. Cuando te lo has bebido, te ponen más. De todos los países, donde me encuentro más agusto es en Oriente Medio. Son de fiar. Yo le vendo antes a un árabe que a una gran superficie de España.

P. Me imagino también cómo tenían que ser esos viajes de España a Rusia.

R. Sí, sí. Aquello era muy complicado. Aunque yo llevo unos cuatro o cinco años que no viajo, ahora están los jóvenes que son los que tienen que pelear, sí que lo recuerdo. Allí vas a un restaurante y tienes que pasar por escáners, vas al servicio y te acompaña un escolta con una metralleta. Eso impone. Pero bueno, hay que abrir mercados y hay que hacer patria.

Venimos de unos años con excedentes en existencias y este año va a ser una campaña corta

P. ¿Cómo está siendo la campaña de este año?

R. Difícil. Al principio tuvimos el problema de la lluvia. La cosecha ha sido corta, ha habido pocos calibres y el precio está alto. Ha sido una campaña complicada. Venimos de unos años con excedentes en existencias y este año va a ser una campaña corta. Todos los años tienen algo.

P. Nunca llueve a gusto de todos.

R. Siempre hay algo. La verdad es que en las fincas todo lo que sea de rendimientos para aceite van a ser escasos. De rendimientos se está hablando de que van a ser cortos. En la aceituna de mesa ha sido también corta la campaña.

P. Está habiendo un boom del olivar en el campo cordobés. No sé si se va a llegar a un exceso de oferta o hay demanda para asumir todo lo que ya se está produciendo y lo que se va a producir.

R. Ahora no creo que haya problema. Estamos haciendo algo bien: hoy el aceite desde que se coge la aceituna del árbol hasta que se moltura el tiempo que pasa es muy corto. Por eso, la calidad que da es magnífica. Yo siempre he defendido el olivar. Siempre digo que es el árbol de la vida. Ayer [la entrevista se realiza el miércoles] estaba en el campo y, cosa curiosa, un trozo de olivo llevaría seis o siete meses en el suelo. Fíjate si el árbol es bondadoso que tenía un tallo de cinco centímetros. ¡Tirado en el suelo! Es un árbol de vida que siempre está joven. Cada año el olivo desarrolla una corriente nueva, y de ahí salen las ramas. Se queda esa corriente y se queda de masa de árbol, y sale otra. Siempre está joven. En la fábrica en Aguilar de la Frontera tenemos un olivo que tiene 3,85 metros de diámetro.

Lo primero que floreció después del diluvio fue una rama de olivo

P. ¿Cuántos años puede tener ese olivo?

R. Ese olivo tiene que ser de la época del Descubrimiento de América (risas). Puede tener entre 400 y 500 años. Yo siempre tuve ganas de tener en la fábrica un gran ejemplar. El 1 de julio me llamó un amigo que se dedica a ello. Venía de Aguilar y me dijo: “Paco, tengo aquí un ejemplar que te va a gustar. Si lo quieres, mañana lo tienes en tu casa. Si no vienes, mañana está troceado en leña”. Así que me di la vuelta y me fui a Rute, que es donde estaba. Cuando vi el olivo... El año pasado le cogimos 260 kilos de aceitunas.

P. ¿Solo a ese olivo?

R. Solamente un olivo y plantado solo. Tiene una peana que es el doble de esto [señala a la mesa] y le echamos 15 sacos de mantillo, y ahí está.

P. 250 kilos.

R. Sí, y sin tratamientos ninguno. Allí está el pobrecito aislado, en el centro de la fábrica, rodeado de piedras. Y dio 250 kilos: una bombona llena de aceitunas. No es significativo por la cantidad, sino por la vida que tiene un árbol como el olivo. Vuelvo a lo que te comenté al principio de la historia. Cuando hablamos de la historia, recordamos el Arca de Noé y la paloma que viene con una rama de olivo. Fíjate donde está el olivo. Lo primero que floreció después del Diluvio fue una rama de olivo. Yo es que soy un sentimental y con el olivar más. Ahora en el campo, disfruto andando por los olivares, viendo cómo crecen, como echan la trama...

P. Me ha recordado a la película llamada El Olivo.

R. No la he visto.

P. La película la protagoniza una chica que tiene una relación especial con su abuelo. En la finca que cultiva el abuelo hay un olivo milenario que los hijos acaban vendiendo a una gran empresa de Alemania.

R. Es que es un árbol que tiene mucha vida. En Aguilar de la Frontera tengo dos olivos que plantó mi padre cuando estábamos aquí en la fábrica de Las Quemadas. Eran dos olivitos. Por el cariño, cuando nos trasladamos, me traje los olivos de mi padre. La fábrica no estaba hecha y la de Las Quemadas había que entregarla. Así que sacamos a los olivos sobre dos palés en los que les echamos una poca de tierra. Los olivos estuvieron tres años metidos en una nave. La obra en Aguilar duró dos años. Pusimos los olivos en el suelo sobre los palés. ¿Teníamos que desmontar? Los olivos a otro sitio. Llegó un momento que se perdió y estuvo tres o cuatro años dando tumbos. Y ahí están: vivos. ¿No es eso bonito? ¿No tiene valor sentimental?

No creo que ahora haya un exceso de producción. Ni para aceituna de mesa ni para aceite

Pero volviendo a tu pregunta inicial, no creo que ahora haya un exceso de producción. Ni para aceituna de mesa ni para aceite. Los consumos se están incrementando mucho. Los países nórdicos están descubriendo que el aceite de oliva es saludable. ¿Cómo va a ser lo mismo un huevo frito con aceite de oliva que en una plancha con mantequilla? Ahora se está plantando mucho, pero para abaratar costos. Hoy, con los superintensivos metes las máquinas y en 15 o 20 días coges la finca y ganas en calidad. En el campo lo que más me gusta es el olivar.

P. ¿Más que cualquier otro tipo de cultivo?

R. Sí, yo lo veo más rentable. Los otros siempre tienen problemas. El algodón, la remolacha, el trigo... Las pipas, si no tienen subvención, nada. Y el olivo tiene mucha rentabilidad. Lo que pasa es que los que somos agricultores nos quejamos mucho (risas).

P. Nunca llueve a gusto de todos.

R. No. Lo que pasa es que hay que estar muy encima del olivar y hay que gastar. Pero hoy día el olivar es lo más rentable que hay. Además, es que estoy enamorado de ese árbol.

Hoy día el olivar es lo más rentable que hay

P. Aquí se cultiva el olivar desde la llegada de los romanos.

R. Publio Cornelio Escipión fue el que iba conquistando e iba plantando olivos. Lo que pasa es que cuando llegó al Norte de África ya se encontró los olivos. Eso es algo muy curioso. Todo lo que se plantó aquí en la Bética fue gracias a los romanos. Eran grandes consumidores. El aceite ha estado siempre, siempre. En Egipto lo usaban para alumbrar las lámparas, los griegos para los atletas...

P. El aceite sirve para todo, hasta para la cosmética.

R. En ferias internacionales coincides con gente de todo tipo. Creo que fue en Tokio cuando estuve con un hindú que me pidió aceite en la degustación. Yo le dije, hombre aquí que no tenemos pan. Y me dijo: no, no, yo lo quiero para mi mujer, para que se lo unte en el cuerpo. Es que el aceite sirve para todo. Y con pan está buenísimo. Echas aceite de oliva en un plato y coges un pan, con una poquita de sal, y empiezas a mojar sopas... Eso está exquisito. Y si haces la tostada con una candela... qué rico.

P. En los años ochenta muchos estudios médicos decían que el exceso de aceite de oliva era malo. Ahora lo recomiendan para todo.

R. Eso son las modas. O temas comerciales. Ahora pasa lo mismo con las sardinas. Es que la grasa del aceite es buenísima. Incluso te recomiendan que te tomes una cucharada en ayunas que va directo a la vesícula, que te la deja nueva. ¿Habrá algo más delicioso que un huevo frito con su aceite? Fíjate qué tontería. Es que no sabemos lo que tenemos. Volvemos al principio. No sabemos lo que es España. Eso se nota cuando sales fuera: no saben comer, no saben vivir. ¿Habrá algo más bonito que la conversación que puedes tener con una copa de vino? Con el clima que tenemos aquí además. Yo soy un enamorado de las plantas. En mi casa tengo viveros y de un año para otro guardo semillas. Tengo un parterre en la casa, a unos 50 centímetros, y tengo un pequeño arriate. Todos los años, en verano, pongo cuatro matas de pimientos, cuatro matas de berenjenas, cuatro matas de tomates... Eso es una tontería: está ahí al lado el supermercado. Pero tú sabes lo que es coger un pimiento, llevártelo y freírlo... Eso es una bendición de Dios.

¿Habrá algo más delicioso que un huevo frito con su aceite?

P. Esa cultura se está perdiendo con la distancia cada vez mayor entre el campo y la ciudad. En la ciudad lo único que hace es comprar en el supermercado, usar y tirar, sin saber muy de dónde vienen las cosas.

R. Exactamente. ¿Tú sabes la satisfacción que a mí me da coger ese tomate y decir: no, lo voy a dejar para mañana? Y lo coges en su punto de maduración. En los supermercados te lo tienes que llevar. Claro, eso se pierde. Esa calidad de vida en España lo puede tener quien quiera. En muchos pueblos están haciendo huertos urbanos. Eso es una maravilla. Primero, ese hombre que ya tiene sesenta o setenta años, ¿qué hace? Dale una ocupación. Ese hombre ya tiene su incentivo: se levanta, se va allí, se agacha, cava. Está activo. Y ahora siembra su tomate y al final los tiene que regalar. Pero tiene su ilusión. ¿Yo me voy a poner a jugar al dominó? No. Yo siempre digo que estoy jubilado, pero activo todo el día. Todos los días o voy al campo, o voy a la fábrica o vengo aquí [a las oficinas que el grupo Torrent tiene en Ronda de los Tejares]. Ahora, lo que sí que hago todos los días es comer al mediodía en mi casa. Hombre, ya está bien. Después doy mi coscorrón y después como tenemos las máquinas estas [señala a un ordenador] que lo controlan todo, ves cómo va la cosa en el campo, la rentabilidad de tu cosecha, la fabricación de latas... ¿Eso no es calidad de vida?

P. Volviendo al tema del olivar... aún hoy seguimos vendiendo más aceite de oliva a granel que envasando en España.

R. Sí, eso es un problema.

P. Eso es un drama.

R. Ahí nos han ganado los italianos. Ellos no tienen de nada y son los que más venden en el mundo de todo. Aquí ahora mismo no hay una marca puntera. Hombre, tenemos Carbonell... que no es nuestro ya. Era una marca que se vende sola. Hay más, pero no sale ninguna nueva, porque es muy difícil. El sector está muy atomizado. No sé cuántos envasadores hay, la lista es muy larga. Por eso es muy difícil. Nosotros hacemos aceite, con una botella magnífica y de mucha calidad, pero situar eso en el mercado y que tenga prestigio es muy difícil. Vas con calidad, pero hay muchas marcas. En una gran superficie se vuelven locos. En el momento en el que tengan diez o doce marcas no quieren más. Ha habido dos o tres cosas que pudieron salir pero al final fracasaron. Estuvo la unión de Cordoliva con Hojiblanca, que ya tampoco lo es y no tiene Carbonell. Al final se pierden las inercias. ¿Y qué ha pasado? Hay varias firmas que tienen importancia...

Los italianos no tienen de nada y son los que más venden

P. Ya, pero que sigue viniendo Italia y llevándose nuestro aceite.

R. Sí, pero está bajando. Está ocurriendo un nuevo fenómeno. Tardará, pero al final los aceites españoles se van a posicionar y los venderán los españoles. Pero eso va a tardar. Lo veo yo a muy largo plazo. Italia cada vez tiene menos aceite y menos posición en el mercado. Lo que le pasaba antes al aceite español es que no tenía calidad. Ahora ya hay y la calidad se abre paso. Pero los diseños y esa forma de vender... ahí los italianos nos ganan. Pero aquí tenemos muy buenas marcas y muy buenos aceites, como el de Priego.

Tenemos muy buenos aceites, buenas marcas, pero ¿qué mueven?

P. Considerado el mejor aceite del mundo.

R. Sí, pero yo no sé la cifra de negocio que puede tener. No creo que sea muy alta. A eso es a lo que me refiero. Tenemos muy buenos aceites, buenas marcas, pero ¿qué mueven? Entras en un mundo en el que hay unas grandes firmas que controlan el mercado. Y ahí va a costar mucho trabajo entrar, no nos engañemos. Imagina una marca consolidada como Carbonell que quiera competir con otra que acaba de entrar. Ellos dicen, ¿la nueva marca vende a 20 euros? Pues nosotros a 18. Es decir, es un coto muy cerrado de muchos años. Estamos hablando de más de 100 años y ahí entrar va a ser complicado. Ahora, desde luego en España hay unas marcas magníficas y cada día mejores, y eso al final tiene que entrar. Yo voy a comprar aceite y yo no compro aceite de Carbonell, con todo lo bueno que es. Yo me quedo con el aceite que hago que guardo un poco de la familia o si no voy a la almazara de turno, donde le compro garrafas que me van a costar lo mismo que en el supermercado o menos, y es un aceite magnífico. Pero es que ese aceite no se vende. Esa almazara venderá 100.000 litros o 200.000 litros de aceite, pero es no es nada. Hubo un momento en el que pensé que Hojiblanca iba a situarse, pero aquello se perdió.

P. Nos faltan diseñadores, mentes pensantes.

R. No hay. Los italianos para el diseño son únicos. Son unos artistas. Para todo, para el textil. Han sido comerciantes natos de toda la vida. Desde Marco Polo, fíjate. Ellos venden los espaguetis como suyos y resulta que son de los chinos (risas). Todo el mundo piensa que los espaguetis son italianos, pues no. Pasa igual que con el aceite, que no es italiano. (Risas). Recuerda las famosas historias de las subvenciones cuando iban haciendo las fotos desde los helicópteros y los italianos ponían los olivos de plástico (risas).

P. Son muy listos.

R. Comerciantes natos. Pero aquí está la calidad. En Italia tienen buenos aceites, pero aquí tenemos la calidad y la cantidad. Es que la mezcla que se hace de la arbequina, la hojiblanca y la picual son para descubrirse, pero ¿dónde se vende? ¿Qué marca hay ahora de prestigio? Yo no conozco a ninguna. Para los kilos que se fabrican, todavía se vende mucho aceite a granel. Y eso sí que es triste. Lo que genera riqueza no es el aceite, sino el tractor, el tapón, el transporte, la mano de obra, el envase, la etiqueta...

Lo que genera riqueza no es el aceite, sino el tractor, el tapón, el transporte, la mano de obra, el envase, la etiqueta...

P. Esa es la industria del aceite. Siempre andamos buscando dónde está la industria andaluza y resulta que está ahí.

R. Ahí está, ahí está. Tú coge un bote de aceitunas y dices, vale un euro. Cuando analizas, la aceituna es lo que menos vale... Pero eso es riqueza. Esa es la riqueza que viene al país. Las empresas de alrededor, esa es el alma y la vida. Pero en fin.

P. Qué mal lo hemos hecho ahí.

R. No, yo creo que no lo hemos hecho tan mal. Son circunstancias y la vida es como se presenta. Ten en cuenta que aquí las técnicas han variado mucho. Antes la cosecha del olivar duraba abril, mayo, junio... En julio he cogido yo aceitunas.

P. ¿En julio?

R. Sí, en julio. Dos años. Claro, la aceituna tiene su ciclo. Si no la has cogido, se arruga. Pero si llega la primavera y si no la has cogido el olivo vuelve a chupar. En esa época hemos cogido aceitunas duras como piedras. Había mucha cosecha y no había la técnica de ahora. No daba tiempo. Y hoy terminando enero o febrero está toda cogida. Y la que se coge ya se muele. Antes no. Tú habrás visto llegar a las cooperativas y ver unos montones de aceitunas cogiendo acidez... Hoy no, hoy lo que coges es calidad. Todo lo que se coja ahora en noviembre, diciembre y enero son aceites vírgenes magníficos, para descubrirse el sombrero. Ahora mismo está magnífica la aceituna.

P. Me quedo con lo de que el olivo es el árbol de la vida.

R. Desde luego. Y siempre está joven.

P. Por muchas arrugas que tenga de vez en cuando.

R. Por muchas arrugas, sobre él sigue la vida y sigue naciendo, sigue naciendo.

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