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Tres orillas, un puente de sentimientos

Vía Crucis extraordinario de Nuestro Padre Jesús del Silencio. | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Un cuarto de siglo atrás cruzó un puente por el que jamás regresaría de su punto de partida. Un puente como el que recorre cada año cuando el Domingo de Ramos, si la lluvia no lo impide, parece el día más luminoso posible. El mismo puente por el que caminó otra vez ya en noviembre para rememorar su llegada al lugar en el que le aguardaban y le supieron, como saben, venerar. Pero la devoción continúa, transcurridos 25 años, en aquella ciudad que le vio marchar. La orilla de plata de Cádiz marcó el inicio de una historia emocional que hoy tiene como escenario principal uno y otro flanco de un río. El Guadalquivir que abriera sus puertas un 25 de septiembre y que cada Semana Santa, cuando ésta comienza, atraviesa sobre una pasarela legado inmortal de otros tiempos en Córdoba. El Señor del Silencio, aún y por siempre en la memoria del Cádiz que le vio salir, volvió a atravesar el Puente Romano rumbo al corazón de la Córdoba que nunca dejará de abrazarse a al sentimiento que genera.

El corazón del Cerro latió nuevamente con fuerza. La que provoca la devoción intensa Nuestro Padre Jesús del Silencio, que este sábado salió en Vía Crucis extraordinario camino de la Mezquita Catedral. Al primer templo de la Diócesis dirigió sus pasos la cuidada talla de Luis Ortega Bru -única del imaginero gaditano de cuyo nacimiento se cumplió precisamente este año su centenario- y el nutrido cortejo que le precedió. El motivo no era otro que la celebración el 25 aniversario de su llegada a Córdoba. El principal monumento de la ciudad acogió la función principal por la solemnidad de Cristo Rey que anualmente celebra su corporación. La hermandad del Amor completó de esta forma el acto central de la conmemoración de la efeméride mencionada, que arrancó en Cádiz allá por el mes de septiembre.

Vistió túnica roja el Señor, que marchó sobre unas sencillas parihuelas y caminó por algunas calles del Cerro y del Campo de la Verdad que hasta este sábado no había transitado. Entre ellas se encontraba la de Doña Aldonza, donde se erige el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes. La imagen visitó por vez primera el centro educativo de las mercedarias, que para la ocasión prepararon un pequeño altar. Como los que hubo en el trayecto por su feligresía desde Jesús Divino Obrero hasta la Mezquita Catedral. Un recorrido que completó desde las cuatro y veinticinco de una tarde que poco a poco dejó paso a la noche temprana. En el primer templo de la Diócesis tuvo lugar la misa, celebrada por el Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y coincidió con el Señor de los Reyes. La exposición “Eterna es su Misericordia” de la Vera Cruz permitió el encuentro, que también lo fue con otras imágenes de la provincia.

Concluido el acto litúrgico, el Señor inició el camino de regreso al Cerro, el barrio que le esperaba y que le custodia. La devoción se dejó sentir en todo instante, a la ida y en la vuelta. Fueron numerosos los fieles, como los cofrades en general, los que acompañaron a la imagen en su itinerario por las calles de Córdoba. Las de una lado y las del otro del Guadalquivir, que cruzó sereno con el rezo del Vía Crucis. Las estampas permanecerán por siempre, como el recuerdo imperecedero que existe en Cádiz de la talla de Ortega Bru. Atrás quedó el margen de la arena con el mar pero no el fervor. Son tres orillas y es un puente de sentimientos. El puente que es entre dos ciudades, como entre las dos vertientes de la suya desde hace 25 años, Nuestro Padre Jesús del Silencio.

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