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Memorable gala para conmemorar 60 años del concurso de concursos

Gala del 60 aniversario del Concurso Nacional de Arte Flamenco | TONI BLANCO

Francisco Martínez Sánchez

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La sensación del público que en la noche del miércoles asistió al Gran Teatro fue la de estar siendo testigos de un momento histórico; no era para menos al tratarse de la Gala Premios de Honor del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba con motivo de su sesenta aniversario, siendo los protagonistas Fosforito, Manolo Sanlúcar y Blanca del Rey. Acontecimiento al que no le faltó la imprescindible dosis de glamour, festejando también el señalado día de la asignación, hace seis años, del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Las palabras de inicio de la conferencia leída por Federico García Lorca en el Centro Artístico de Granada el 19 de febrero de 1922, titulada Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado Cante Jondo que incitaba a intelectuales y artistas de la época para que se adhirieran a la organización y celebración del Concurso de Cante Jondo de Granada, fueron rememoradas con acertado criterio por el presentador de la gala Jesús Vigorra al inicio. En 1956 el Concurso Nacional de Cante Jondo de Córdoba tomó el relevo del histórico de Granada de 1922, reflejándolo explícitamente en sus bases.

Y con señera sobriedad llego el primer cante de la noche. Arcángel, artista invitado del evento, desplegó un preciso y clarividente cante por tonás, en la tesitura de quien conoce bien el paño.

El homenaje a los maestros Fosforito, Manolo Sanlúcar y Blanca del Rey, con la entrega por parte de la alcaldesa de la ciudad Isabel Ambrosio de los Premios de Honor del Concurso, resultó todo un alegato a la memoria. Fosforito, quien fue premio absoluto del primer concurso en 1956, se dirigió al público señalando la trascendencia emotiva que el cante tiene, subrayando que, si bien hay que aprender de los mayores, siempre se debe aspirar a ser un mismo, sacar desde dentro hacia afuera las vibraciones que el flamenco motiva. Concluyó con su conocida letra de soleá: Es tanto lo que te quiero, que me siento entre tus manos, como barro de alfarero.

Manolo Sanlúcar, premio Ramón Montoya en el VII Concurso Nacional de Arte Flamenco en 1974, agradeció a su padre el haberle enseñado los valores de una cultura milenaria, la andaluza. Insistió el artista en que no debemos de perder las referencias musicales del cante y la guitarra, ante otras culturas que pueden anularnos. En tiempo difíciles, recalcó, debemos afianzarnos en la riqueza artística que transmitieron nuestros antepasados.

Una emocionada Blanca del Rey lamentó el no haberse presentado nunca al concurso por temor y respeto, aunque no por falta de preparación. Al marcharse a los catorce años de edad a Madrid -recordó- siempre tuvo a Córdoba presente porque ya iba con el bagaje artístico asimilado gracias a intensas experiencias flamencas como las vividas en el tablao del Zoco.

El público que llenó el Gran Teatro despidieron cada una de las intervenciones de los tres maestros puesto en pie en sincero y emocionado agradecimiento por lo tanto que han dado y continúan ofreciendo al flamenco.

Jesús Vigorra, maestro de ceremonias de la noche, evocó el comienzo del Poema de la siguiriya gitana de Lorca para dar introducción al cantaor Arcángel, acompañado a la guitarra por Dani de Morón. Empieza el llanto de la guitarra... y Dani de Morón por tientos. Aunar técnica y sensibilidad, conocimiento y naturalidad en un mismo hilo argumental, da igual cualquier cante, es lo que forjó con buen gusto Arcángel, de ahí que sea considerado por muchos un cantaor de referencia. Con estas premisas cantó tientos y cantiñas, en un perfecto maridaje con Dani de Morón, sutil guitarrista en la elaboración de falsetas y desarrollo de armonías que vigorizaron lo cantado.

Como epílogo a la inolvidable Gala Premios de Honor de nuevo los versos de Lorca para la introducción a la soleá; vestida con mantos negros... El guitarrista Manuel Silveria, la cantaora Sara Dénez y el percusionista Miguel Santiago acompañando a nueve bailaoras del Conservatorio Profesional de Danza Luis del Río. Baile por soleá coreografiado por Inmaculada Aguilar, en el que se simbolizó el gesto que sugiere y motiva la matriz del baile, desde la figura y la expresión corporal.

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