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Alfonso XII, 29: un rincón para el descanso del alma

Jacinto Muñoz e Iluminada Zafra, propietarios del patio de Alfonso XII, 29. | ÁLVARO CARMONA

Rafael Ávalos

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Un hospital y una zapatería tradicional ocuparon una casa con siglos de vida, recientemente adherida al Festival de Patios | Los actuales propietarios sienten a un ser querido ya perdido

El sentimiento de pertenencia a un grupo social, mucho más, indudablemente, si es la propia familia. La espiritualidad entendida como una notable sensibilidad. El placer de la calma. Y la vida más allá de lo material, de lo mundano. Todo confluye y se conjuga en torno a un patio. Un pequeño patio impregnado por el aroma de la primavera. Un rincón para el descanso del alma. Un lugar para al que estar ligado por los tiempos. Después incluso de la existencia terrenal. El silencio, de repente, se torna en amable bullicio. Bullicio deseado en un punto en el que tres barrios confunden sus límites. Entre la Magdalena, Santiago y San Pedro. Aunque realmente de este último. Al caminar por Alfonso XII una puerta se abre en su número 29. Es la casa de Jacinto Muñoz e Iluminada Zafra, cuyas puertas abren al visitante cada mayo desde 2013.

La vivienda es una de las que tienen más reciente su incorporación al Festival de los Patios. Sin embargo, la historia de Córdoba le guarda un lugar en sus páginas. Eso sí, aún por escribir de manera exacta. “Ha sido un pequeño hospital. Hemos intentado saber más, pero nos pedían una fecha clave para investigar. Todavía estamos en el intento”, señala acerca del pasado de su actual hogar Iluminada Zafra. Es probable que la casa formara parte del hospital de San Bartolomé y María Magdalena, que fue edificado en el siglo XVI y que ocupaba en su mayor extensión la actual plaza de San Bartolomé. En la que entonces era conocida como calle de Alcolea. De forma más reciente, el inmueble acogió un establecimiento artesano: “Aquí ubicaron una zapatería, que estaba en lo que ahora es la cocina”. En ese instante, unos 50 años atrás, existía otra puerta en la fachada.

Recorrido, por tanto, y más allá del Festival de Patios, no le falta a una casa que tras ser lugar de trabajo de antiguo zapatero “se quedó con un solo propietario”. Éste era el matrimonio formado por los suegros de Iluminada Zafra, quien junto con Jacinto Muñoz -“tiene nombre de flor”, apunta- protege un importante legado generacional. La familia y sus valores, tan importantes y a veces tan olvidados por ser inmateriales -como los patios de Córdoba para la Humanidad-, son parte esencial de cada uno de los hogares abiertos al mundo en mayo. Muy especialmente en la que se levanta en el número 29 de Alfonso XII. Importantes como lo son los seres queridos. “Por especial, desde que la tuvieron mis suegros ha venido gente aquí sin esperarlo y dicen que hay una persona muy mayor que convive en el patio, y me han dicho el sitio exacto donde se sienta”, detalla Iluminada sobre lo que hace especial a su vivienda.

“En casa me han pasado cosas muy raras, como que desaparezcan cosas y al tiempo aparezcan. Hace pocos días desapareció una prenda y estuvimos buscándola 15 días sin encontrarla. De repente apareció”, explica Iluminada Zafra, que además reconoce a la persona que no abandonó el patio. “Creo que sí, que es la bisabuela de mi marido, que estuvo aquí durante muchísimo tiempo. Por los datos que me daba era la única que se sentaba en el lugar que me dicen”, señala la propietaria, junto a su marido, Jacinto Muñoz, de la casa. Ese ser querido sigue presente. No vale el escepticismo en un patio cuyos arcos dibujan el paso de los años, la historia. “Esta casa tiene mucha alma y la magia que tiene ese alma es lo que hace que el patio florezca. Este año me ha sorprendido mucho cómo están las flores, que no sé por qué pero están más llenas de vida”, indica Iluminada.

Nada más cruzar el zaguán el visitante descubre un pequeño espacio marcado por el color. Aves del paraíso, farolillos chinos o las tan propias gitanillas dan la bienvenida. Normalmente, un personaje inesperado es visto. Este año son dos: un tipo vestido de corto y una compañera, que lo hace de faralae. Varios tiestos conforman sus cuerpos, que dejan caer en dos pequeñas sillas, junto a mesa de igual tamaño. Pero lo esencial está en lo que muestra el patio, que además de flores son elementos de significativa importancia. Una antigua balanza o una botija forrada con cuerdas son algunos de ellos, parte del legado que dejó la generación anterior, los padres de Jacinto Muñoz. “Me gusta tener cosas de la familia”, resalta Iluminada Zafra, que además expresa que este año la participación en el Festival está dedicada a su suegra, “porque falleció en el mes de febrero”. “Gracias a ellos está la casa cómo está”, concluye. Al fin y al cabo, cuidaron como ahora hacen su hijo y su nuera, lo que es un rincón para el descanso del alma.

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