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Los increíbles cordobeses que conquistaron Creta

Vista de Heraclión, capital de Creta

Marta Jiménez

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El ensayo Los andaluces fundadores del emirato de Creta narra la gesta de más de cien mil cordobeses que, tras ser expulsados de la ciudad, crearon un emirato cretense-andalusí en el siglo IX | El libro de Carmen Panadero se presenta esta noche en Córdoba

Los andaluces fundadores del emirato de Creta Esta es la historia de una gran gesta. Hace doce siglos, en el año 818 y bajo el emirato de Al-Hakam I, un inmenso grupo de cordobeses (alrededor de 130.000) fue expulsado de su barrio, el arrabal de Shaqunda, hoy zona de Miraflores. Una década después, este grupo unido de mozárabes y muladíes (cristianos y musulmanes) fundaron, nada más y nada menos, que un estado allende los mares: en Creta.

Increíblemente su odisea es bastante desconocida. Hasta ahora. La cordobesa Carmen Panadero, autora de varias novelas históricas, presenta esta noche, a las 20 en la Librería Luque, el ensayo histórico Los andaluces fundadores del emirato de Creta (Create Space, 2015) acompañada del arabista Juan José Valle.

“Es una historia tan increíble como increíble es que sea tan desconocida”, se lamenta la autora. Sí que es bien conocido, sin embargo, el motín del arrabal cordobés de Shaqunda, en el siglo IX, del que parte esta historia. Aquel era en esa época el hogar de grupos humildes de artesanos y comerciantes, que tenían tendencia levantisca al soportar sobre sus cabezas el peso de las fuertes cargas impositivas. Una lucha de clases que acabó en revuelta, con cientos de muertos y el barrio arrasado. Alrededor de 22.000 familias, con una media de seis miembros cada una, fueron expulsadas de Córdoba protagonizando un éxodo que comenzó en Fez, prosiguió en Alejandría y terminó fundando un emirato en Creta.

Entre ellos había algún funcionario y algún religioso, alfaquí, pero fueron los menos. “Los alfaquíes fueron instigadores de aquel motín”, explica la autora, “pero no padecieron las consecuencias como el pueblo llano, que sufrió matanzas y destierro”. Solo dos o tres de aquellos instigadores se unieron voluntariamente al éxodo, mientras el resto, a los cabecillas solo se le confiscaron sus bienes, fueron perdonados por Al-Hakam I.

7.000 de aquellas familias fundaron el arrabal de Fez. El resto prosiguieron unidas, ya que muy pocas se dispersaron, hasta Alejandría. “Después de mucha lucha y muchos años de vivir en el norte de África como beduinos sin serlo, ya que eran habitantes de ciudad acostumbrados a sus baños, zocos y escuelas coránicas, se vieron obligados a vivir en tiendas de campaña”. Así que tras pelear por encontrar un sitio donde asentarse todos, “porque en todas partes molestaban”, a los cuatro años aquellos ciudadanos “humildes y sencillos” se habían convertido en un ejército. “Consiguieron instrucción militar ellos solos” y los hombres con edad hábil acabaron formando parte de un ejército propio.

Al llegar a Alejandría, que pertenecía al califa de Bagdad, la conquistaron y proclamaron una república independiente. “Fueron pioneros porque no existía este régimen de estado en el siglo IX. Todos eran emiratos o califatos”, apunta Panadero. El caudillo que guió la hazaña de tomar la ciudad egipcia fue Abu Hafáz (Abu Hafs), uno de los principales rebeldes de Shaqunda. Abu Hafs era oriundo de Pedroche y de ahí partió el interés de la autora, cuya familia materna es de Pozoblanco, por esta historia.

La república en Alejandría duró cuatro años, luego fueron vencidos por el califa al-Mumún, “que los expulsa pero los ayuda”. Les ofreció barcos y ayuda militar para conquistar Creta con el apoyo del califato y de Egipto, “porque pertenecía al imperio bizantino y al ser un reino cristiano, para ellos era hacer la yihad”. Se habían hecho expediciones por todo el Egeo y se había descubierto que Creta era una de las islas más alejadas de Constantinopla, el centro de poder de Bizancio, y que era una de las más abandonadas. “Lo intentaron y lo consiguieron” (en torno al año 827).

Lo que más sorprende a la investigadora es que son ciudadanos de un arrabal de una ciudad interior, con oficios urbanos como artesanos o mercaderes, “que de repente se ven convertidos en marinos capaces de vencer al imperio bizantino”. Y no solo eso, en la isla de Creta crearon un emirato con aportaciones tan importantes como fundar la primera fábrica refinadora de azúcar de Europa.

Un siglo y medio duró el emirato que fundaron. Lo consiguieron hacer perdurar gracias a que Bizancio estaba en decadencia, en un momento muy débil con muchos frentes abierto. “No olvidemos que también Al-Andalus ayudó indirectamente”, recuerda Carmen Panadero. El hijo del cruel emir que los había desterrado fue Abd al-Rahmán II, “quien indirectamente, porque directamente no podía desautorizar a su padre, los ayudó. Lo cuento todo en el libro”, alenta la autora.

Entre aquellos cordobeses desterrados convivieron las tres religiones monoteístas. “Los judíos fueron oriundos de Creta porque los cordobeses no vivían en Shaqunda, si no en un barrio aparte, la Judería”. En Creta imperó el mismo régimen de convivencia que en Córdoba y en otras ciudades andalusíes. “Entre los desterrados iban cristianos porque en el siglo IX todavía la religión cristiana era mayoritaria al no existir aún mozarabías”. Se trata de un pueblo nómada que llega luego a Creta “unido” con cristianos y musulmanes.

Por su parte, los greco-bizantinos no renunciaron a Creta y en todo este tiempo intentaron expulsar a los muladíes de todas las maneras posibles. La definitiva reconquista de Creta por Bizancio no empezaría, sin embargo, hasta el año 960. “Fue una guerra de exterminio la reconquista de la isla por Bizancio. Estaban tan furiosos por las derrotas navales con los andaluces, los tenían tan mitificados, los odiaban hasta tal punto que fue exterminio de todo, de edificios, de documentos, de todo. Hubo que repoblar la isla. Ahí esta lo peor. Esa es la pena”, lamenta Carmen Panadero.

Los cretenses ignoran, por tanto, un siglo y medio de su historia. Esta proeza es desconocida tanto para los descendientes de griegos y bizantinos, como para los habitantes de Creta. Se “borraron” todos los rastros de aquella civilización y se “reescribió” la historia “con tantos prejuicios”, como decir que los andaluces fueron corsarios, piratas, estando documentado que crearon un estado con moneda acuñada por ellos y que hubo intelectuales. “Creta ignora su historia igual que los españoles Al-Andalus”, sentencia una autora que confiesa que ni siquiera las fuentes y la bibliografía que tuvo que manejar para documentar su ensayo están traducidas al castellano.

Y así terminó la historia del emirato cretense-andalusí que tuvo origen en la Córdoba del siglo IX. Una historia que ahora comienza para muchos.

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