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El oasis ecológico de Córdoba

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Manuel J. Albert

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La finca Hermisenda, explotada por Rosa Pineda en Encinarejo, cuenta con el sello de calidad CAAE |

Hace tres años, Rosa Pineda dijo basta. Decidió cerrar su floristería en Santa Rosa y dar un giro a su vida. Un cambio más acorde con su forma de pensar y entender la agricultura, plenamente respetuosa con naturaleza. Al tiempo que cerraba las puertas de su negocio, abría las de Hermisenda (camino de la fuerza, en griego), su finca de 15.000 metros cuadrados en Encinarejo donde Rosa, sin apenas ayuda, lleva cuatro temporadas explotando hortalizas ecológicas, con dos cosechas al año. “Ha sido muy duro, años de pruebas y errores, pero seguimos trabajando”, explica la agricultora.

Pineda ya puede estar satisfecha. Su explotación es la única de la capital que cuenta con el Certificado CAAE de producción ecológica, un sello de calidad que solo otras dos empresas ostentan en la provincia. Por ello, la mujer volverá a estar presente en la feria Biocórdoba que, organizada por la Diputación, se celebrará a finales de mes. “El sello ha sido muy importante para mí, un premio a este trabajo”, reconoce. Un camino de emprendimiento que, si ya es duro en un ambiente urbano, más lo es en un ecosistema rural sujeto no solo al desgaste físico, sino a los vaivenes climatológicos.

Pero la agricultora está contenta del paso que ha dado, aunque reconoce algunas estrecheces económicas con las que tiene que vivir. “En mi caso, no es problema porque por mi forma de ser no necesito de muchas cosas, pero es cierto que para otras personas eso sería duro”, admite. Los inicios ya vaticinaron que las cosas no iban a ser fáciles, puesto que tuvo que pedir un par de préstamos y una póliza -todo por valor de más de más de 30.000 euros- para poner en marcha la finca.

La filosofía de Rosa se basa en el cultivo de productos de temporada de manera ecológica y con variedades locales. Y para la salida económica de la cosecha, sigue apostando por la cercanía, vendiendo directamente a los consumidores. “A diferencia de otros modelos de negocio que se basan en ventas cerradas de cesta, yo he optado por un proceso más lento, más educativo y flexible”, explica la hortelana.

El régimen de ventas, por tanto, es más irregular y está sujeto a la tensión de los gastos fijos mensuales, que suman los 400 euros de alquiler del terreno, 450 de la póliza y los 289 del seguro de autónomo. “Vendiendo 50 o 60 cestas semanales ya obtengo un beneficio que a mí me resulte rentable pero hay veces que, como pasa en verano, solo se venden 10 cestas, porque los clientes no siempre son regulares y algunos se van de vacaciones”, reconoce.

Con estas cifras se adivina perfectamente que Rosa Pineda se mueve en un ecosistema complicado. Y más cuando, asegura, no existe ningún apoyo por parte de las administraciones públicas. Por eso, los agricultores como ella están tratando de organizarse. “Trabajamos para montar una red de productores y entre nuestros retos está el de desarrollar un ecomercado regular como pasa en otras muchas ciudades. Eso nos permitiría vender nuestros productos directamente”, cuenta.

Y mientras, Rosa sigue dándole a la cabeza en busca de nuevas ideas. Quiere potenciar la vertiente educativa de su explotación para que los más pequeños conozcan el valor de la agricultura y el consumo de productos ecológicos a través de talleres y juegos. Y al mismo tiempo, busca nuevas formas de distribución, basadas por ejemplo en la venta directa en comercios tradicionales de verdura y fruta que ya existen en Córdoba para que, poco a poco, vayan introduciendo productos 100% ecológicos. “Eso es otra forma de educar”, termina.

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