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Javi Hervás y su cambio de vida en las Antípodas

Javi Hervás toca de tacón en su visita a El Arcángel con el Hércules | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El cordobés se enrola en el Brisbane Roar de la liga de Australia | A sus 26 años inicia una nueva etapa tras salir del Sevilla

Dicen que para cambiar de vida viene estupendamente cambiar de escenario. También que para cambiar el rumbo vital es preciso realizar cambios internos, sobre convicciones y valores. Javier Hervás Salmoral (Córdoba, 1989) los ha hecho todos de golpe. El cordobés, con su trayectoria deportiva –y, en consecuencia, personal– encallada, ha decidido dar un giro a su existencia y embarcarse hacia una aventura de riesgo. Se ha marchado a Australia. Allí se enfundará la camiseta del Brisbane Roar, un equipo enclavado en el estado de Queensland que compite en la A-League del país oceánico.

Estará a unos 17.000 kilómetros de su hogar, en Córdoba. Ha tomado distancia para reinventarse como jugador de fútbol. Hace tres años surfeaba en la cresta de la ola de la popularidad; este verano, despedido en el Sevilla, entrenaba a solas a la espera de ofertas que no llegaron o, si lo hicieron, no le seducían en absoluto. No tuvo, por cierto, ningún tipo de ofrecimiento del Córdoba, el club en cuya cantera se formó y que en diciembre de 2012 lo convirtió en el traspaso más caro de la historia hasta ese momento enviándole al Sevilla. A partir de ahí, el paraíso prometido para el cordobés se transformó en un infierno. El del Sector Sur ha sido uno de los casos más flagrantes en el turbulento presente de jugadores que han sido ídolos de la cantera cordobesista, como Javi Flores –sin equipo– o Fede Vico, que ha vuelto a empezar en el equipo B del Anderlecht belga.

El objetivo de Javi Hervás es recuperar su imagen como jugador profesional en un entorno radicalmente distinto al habitual para él, que sólo ha jugado dos años fuera de Andalucía. En verano de 2012, el cordobés recogió en Madrid el galardón al Jugador Revelación de la Liga Adelante en la Gala de la LFP. Su irrupción en el campeonato fue un escándalo. Fue actor principal (39 partidos, 3 goles) en el Córdoba que a las órdenes de Paco Jémez alcanzó el play off de ascenso a Primera. En apenas seis meses en Segunda, el talentoso mediocentro había encandilado a todo el mundo y firmado un suculento contrato de cinco temporadas con el Sevilla. Había pasado de Tercera a Primera. El mayor traspaso (1’5 millones de euros) en la historia del Córdoba. Hervás escogió Nervión en lugar del Málaga, que ofertaba 2 millones y la cesión de Portillo.

En Sevilla no tuvo oportunidades. Ni Míchel ni Unai contaron demasiado con sus servicios en el campeonato 12-13. A Hervás lo enviaron en la Liga 13-14 al Hércules, donde vivió una experiencia dantesca. El club alicantino terminó descendiendo a Segunda División B y el cordobés tuvo un papel gris, sin alcanzar regularidad en la alineación y diluido ante el caótico desarrollo del curso. En verano de 2014, Javi Hervás fue informado de que estaba dentro del paquete de descartados por Unai (Del Moral, Cicinho, Stevanovic, Rabello, Babá, Rusescu). Jugó la campaña 14-15 en el Sabadell, cedido por un Sevilla que no le tenía en sus planes. Jugó 24 partidos y sólo 25 minutos en los doce últimos. El equipo catalán descendió a Segunda B. En dos años, dos descensos para Hervás. Y con un protagonismo decreciente. Demasiado duro. El retorno a un Sevilla efervescente, en plena construcción de una plantilla poderosa para competir en la Liga y en Europa, era una utopía. Hervás llegó a un acuerdo y la puerta de salida del Pizjuán se abrió. Fin de ciclo.

Javier Hervás se encontrará en la liga australiana con un paisano, Alberto Aguilar, veterano jugador de Benamejí y excompañero en las filas del Córdoba. El zaguero juega en el Western Sindney Wanderers, al que llegó tras dos años en la Ponferradina. Allí se desplazó el pasado mes de agosto con su familia buscando estabilidad y unos ingresos en el tramo final de su carrera. Lo de Hervás es distinto. Aún tiene por delante una oportunidad para reconducir una trayectoria que se torció contra pronóstico. Se va solo, por un año. Está ante su gran prueba en el otro confín del mundo: Brisbane, en Queensland, un estado al que conocen con el apodo de Estado del Sol por su clima cálido. Como Córdoba en agosto.

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