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Justo Castaño: “El Imibic crea riqueza en torno al conocimiento”

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Manuel J. Albert

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Justo Castaño (Badajoz, 1964) es, desde el pasado abril, el nuevo director científico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic). Sustituye al padre de la criatura, Francisco Pérez Jiménez, y lo hace en un momento crucial para este organismo científico: cuando decenas de investigadores, técnicos y facultativos empiezan a trabajar juntos en el nuevo y flamante edificio del Imibic, junto al hospital Reina Sofía.

La sesión de fotografías nos permite echar un vistazo al interior del inmueble. Una distribución diáfana y racional en la que predominan los tonos grises acero organiza los amplios laboratorios y despachos de los equipos. Nos asomamos al de oncología, hogar del nuevo director, catedrático de Biología Celular en el Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología de la Universidad de Córdoba.

La mayoría de los científicos con los que nos cruzamos son jóvenes, en torno a los 30 años, y todos ellos están enfrascados en una complicada carrera investigadora que se torna todavía más difícil en un país como España. Pero hitos como el Imibic tratan de impulsar de nuevo la ciencia autóctona. Y en plena crisis económica, se ha decidido seguir un modelo profesional mucho más cercano a los estándares anglosajones que a la tradición ibérica. Un modelo en el que la evaluación continua de los proyectos marca el día a día de los científicos.

Sobre el ejemplo del Imibic, su próxima etapa y el papel fundamental que puede ocupar en el nuevo modelo de ciudad al que muchos aspiran -en el que el monocultivo turístico o de servicios empiece a dejar paso también a una economía del conocimiento- hablaremos durante media hora con Justo Castaño. Lo haremos en su despacho, junto a una amplia pizarra llena de colores, vectores que se cruzan e ideas fuerza. ¿Un proyecto científico? No, el plan estratégico para los próximos cinco años. Pero eso todavía es un secreto.

PREGUNTA. Has llegado al puesto en una etapa de mudanza. Mucha gente, muchos equipos, muchos proyectos que han trabajado en espacios distintos y a los que ahora les toca engranarse en este edificio tan complejo. Como director científico del Imibic, ¿Te está tocando hacer más trabajo administrativo, de gestión y de logística pura, que de ciencia?

RESPUESTA. No, no realmente. Porque la parte técnica de todas esas decisiones muy pegadas al terreno están apoyadas por un magnífico equipo que lo pone todo muy fácil. Por tanto, no resta demasiado tiempo. Sí tengo mucho papeleo, no obstante, pero siempre por temas muy pegados a la ciencia, a la transferencia científica y a la integración institucional. Es decir, tengo que preparar un plan estratégico de 2015 a 2020 pero siempre con la ciencia y el engranaje institucional de la misma como parte nuclear. Tenemos que preparar la reacreditación del Instituto, lo que significa volver a hablar de la evaluación de nuestra situación científica; volver a revisar si cumplimos o no nuestros objetivos; si nos hemos marcado los objetivos correctos. Y todo eso también es ciencia. Porque la ciencia no es solo lo que se hace con la pipeta en el laboratorio, también es un tratamiento novedoso en un ensayo clínico con un paciente o el diseño de herramientas adecuadas para que los jóvenes investigadores tengan oportunidades. Ciencia también es que aquellos que van incorporándose a los equipos puedan conseguir fondos para desarrollar sus ideas. Considero que hacer ciencia también es ayudar a los científicos a tener más tiempo y recursos para pensar y hacer experimentos.

Ciencia no es solo lo que se hace con la pipeta en el laboratorio

P. ¿Cuánto tiempo os va a llevar coordinar todos los equipos de personas en esta nueva etapa?

R. Esta siendo todo particularmente rápido porque ha habido un trabajo previo de planificación que estaba bastante bien pensado y diseñado. Desde el diseño original del edificio -que evidentemente tiene cuestiones mejorables, como todo en esta vida- hasta el diseño de su propio equipamiento. Pero en general se ha trabajado bastante en la manera en la que nos hemos instalado, dónde colocar los servicios centrales o dónde iba a estar cada grupo. También es cierto que, como tardamos un poco más de lo previsto en mudarnos aquí, hemos tenido más tiempo en preparar y pensar. Por eso, el proceso de llegar, instalarnos y empezar a trabajar ha sido singularmente rápido, comparado con otras mudanzas que he visto y vivido. Por otra parte, hay que recordar que no estamos solo en este edificio, que a pesar de ser el emblema del Imibic, no es el único. El Imibic es también la Unidad de Ensayos Clínicos que tenemos en el Hospital provincial y que se abrió en diciembre. Y también es Imibic el nuevo edificio de Investigación Clínica [inaugurado el 17 de julio]. Y yo no seré un buen director científico si en un plazo razonable de dos o tres años, si sigo en el puesto, no he conseguido que cada investigador clínico o básico, esté donde esté haciendo ciencia biomédica en Córdoba, no se sienta como una parte del Imibic. Es decir, un médico que esté participando en un ensayo clínico en un centro de salud de Córdoba de El Carpio tiene que sentir que está contribuyendo a la ciencia biomédica y que por tanto forma parte del Imibic. Así que, este es el edificio emblemático de investigación fundamental, ansiado por todos y terriblemente útil, pero el Imibic no es solo esto.

P. Cuando todo el complejo esté al 100%, ¿qué ofrecerá al conjunto de la ciencia que se hace en la provincia y en el conjunto de Andalucía?

R. La virtud de este tipo de inmuebles es la posibilidad de aunar en un mismo espacio investigación básica y fundamental de procesos celulares y moleculares de los seres vivos y particularmente de las enfermedades; aunar también a expertos é investigadores clínicos que conocen la base de las enfermedades pero sobre todo conocen a los pacientes. Y a todo eso hay que acoplarle una serie de recursos técnicos, metodológicos, instrumentales, de gestión, de apoyo y ayuda, muy amplios: desde asesorar en cómo redactar un proyecto a preparar un presupuesto; o promover reuniones con pacientes o divulgar los resultados de una investigación y organizar unas jornadas para que el público venga y lo escuche. Es decir, el Imibic va a proporcionar todos los recursos que un investigador biomédico pueda soñar. A su alcance va a tener desde la genómica más avanzada a una experta en comunicación científica o la capacidad de desarrollar todas sus potencialidades profesionales.

Un médico que esté participando en un ensayo clínico en un centro de salud de Córdoba de El Carpio tiene que sentir que está contribuyendo a la ciencia biomédica

P. En tiempos de crisis una de los datos en los que más se fijan tanto los políticos como los ciudadanos para valorar una infraestructura es la creación de empleo que genera. ¿Qué capacidad tiene el Imibic? Hablamos además de unos puestos de trabajo hiperespecializados, de altísima cualificación y que potencialmente pueden generar mucha riqueza.

R. La pregunta contiene los elementos clave. Nosotros tenemos una capacidad de generación de empleo que no es comparable con otro tipo de actividades que son muy amplias como el turismo o la construcción. Esto tampoco es una industria automovilística. Pero sí que tenemos empleo de mucha calidad con repercusión en riqueza socioeconómica. Y la alta expectativa de generación de riqueza no es solo económica sino que implica un paso más: el traslado de los conocimientos a la sociedad.

Aquí, durante el periodo de crisis, mientras los indicadores de inversión en investigación iban bajando en muchos otros sitios, en el Imibic subían. Me decía con su finísima ironía y acierto el anterior director y mi predecesor, Francisco Pérez Jiménez, que aquí estábamos en un oasis. “Justo, en las crisis siempre hay algunos a los que les va bien y nos ha tocado a nosotros”, me decía. Tuvimos la suerte de contar con la ayuda de las instituciones que nos acompañan, la Universidad de Córdoba y la Junta; y gracias a ellos pudimos encontrar recursos económicos cuando todo se venía abajo. Y lo conseguimos a través de la compra pública innovadora [método de inversión en investigación desde entidades públicas] y de proyectos distintos a los habituales. Y todo eso nos permitió contratar gente cuando todo el mundo estaba despidiendo a personal. Aquí, solo el año pasado, había 113 contratados. Esas cifras cambiarán, pero se puede generar una dinámica de creación de riqueza en torno al conocimiento que es una forma completamente distinta de ver el futuro. No es una visión de corto plazo ni exclusivamente económica -aunque también- porque conseguir dinero no es nada malo y en la ciencia o los hospitales tampoco lo es. Porque eso redunda en beneficio de los ciudadanos y los pacientes.

El Imibic va a proporcionar todos los recursos que un investigador biomédico pueda soñar

P. La salida para realizar estancias en el extranjero de los investigadores es una obligación dentro de su formación y de sus carreras. En los años de la crisis el problema está siendo que vuelvan a España porque aquí hay menos oportunidades para la ciencia. En el caso del Imibic, ¿habéis conseguido retener ese talento?

R. Estamos en una interfase. Con este tema hay que tener cuidado. La carrera científica exige, como parte de la formación y maduración de un investigador, salir fuera. Hay que ver otros sitios y desafiarse a uno mismo compitiendo en los sitios más exigentes. Pero no hay que confundir eso con una emigración de por vida ni con la única posibilidad de desarrollo profesional. Salir fuera forma parte de la carrera como también lo es la posibilidad de volver. Y no siempre hay que hacerlo a tu lugar de origen, sino que también lo puedes hacer a otros lugares. Y es cierto que en España se ha interrumpido el flujo de vuelta y se ha potenciado el flujo de salida. Eso es innegable. Evidentemente, los laboratorios de los países más preparados quieren a los individuos más preparados y por eso ha habido una fuga de cerebros real que yo he vivido, contemplado y sufrido. En nuestro caso, por las circunstancias del Imibic, hemos sido capaces de retener algunos de nuestros talentos, pero en la mayor parte de los casos no están estabilizados. Eso no significa que los tengamos que hacer funcionarios para que se queden, sino que deben de entrar en una carrera profesional competitiva donde te revisen tu actividad cada cierto tiempo. De hecho, los jóvenes hoy en día ya no están pensando como hace 40 años en convertirse en funcionarios y sentarse en un sillón hasta jubilarse, sino en dedicarse a una profesión donde tiene que estar demostrándose constantemente su valía y su capacidad. Si logramos las herramientas necesarias, tal vez logremos hacer retornar a los talentos pero muchos de los que están fuera difícilmente volverán, visto lo visto. Porque aquí es duro. Y aún así, nos acaban de conceder dos programas Miguel Servet para sendos proyectos y también nuevas plazas postdoctorales. Y eso nos demuestra que hay gente de muy buen nivel que, o bien no se ha ido o han vuelto. Pero está claro que hay que buscar herramientas para afianzarlos.

En el Imibic hemos sido capaces de retener algunos de nuestros talentos, pero en la mayor parte de los casos no están estabilizados

P. Una forma de hacerlo y de seguir generando dinámicas económicas que os permitan funcionar no es solo a través de la captación de ese tipo de programas -la mayoría públicos- sino que miráis al sector privado, donde se transfieren los conocimientos, donde se saca utilidad a vuestras patentes. En una provincia como Córdoba con agricultura, ganadería, turismo y poco más, ¿cómo os ven a vosotros los empresarios?

R. Nos ven con atención, interés, algunos con respeto y admiración; otros con escepticismo. Depende más del ojo del que mira. Pero ya está claro que el Imibic es una posibilidad económica. Ayer mantuvimos una reunión de varias horas con el equipo de Tecnalia, que está construyendo el robot quirúrgico, que se ha ideado y se ido preparando conjuntamente entre los cirujanos, los informáticos de las universidades de Córdoba y Málaga. Estas sinergias son un ejemplo paradigmático de cómo pueden ser las cosas en el futuro. Tenemos capacidad de generar conocimiento que puede trasladarse a las empresas u otros sectores. Nos siempre estamos pensando en esa dinámica pero es un hecho que ocurre. Por ejemplo, el contenido de nuestros teléfonos móviles tiene más de la teoría de la Relatividad de Einstein en su GPS que lo muchos pensamos. Y Einstein nunca imaginó esa aplicación de su teoría, pero el conocimiento que generó sí que acabó transfiriéndose. Y todo porque era un conocimiento excelente. En el Imibic también se genera conocimiento excelente y algunos investigadores tienen la capacidad de idear cómo transferirlo. Y también hay empresarios que. cuando ven nuestros resultados. se dan cuenta de la posibilidad de patentarse, aplicarse, venderse y generar riqueza.

P. Lo que hace falta es que todos en esa cadena tengan imaginación.

R. Imaginación y enlaces. Una de las claves es buscar nexos, personas que sean capaces de transferir el conocimiento a su aplicación y la aplicación a la economía. En esto tenemos un claro ejemplo muy fácil visualizar en la biomedicina: la investigación biomédica traslacional, ese conocimiento de inmediato traslado al paciente. Inmediato pueden ser 10 años, pero es mucho menos que 50. Eso significa que cuando estás haciendo experimentos y trazando rutas de señalización dentro de una célula, puede que descubras que alguna de sus averías puede estar relacionada con un tipo de cáncer. Entonces, si se consigue un inhibidor para esa ruta que está averiada a lo mejor se le puede dar a un paciente en forma de medicamento. Paralelamente, habrá alguien viendo cómo probar eso en animales para hacerlo luego en humanos. Y cuanto antes lo hagamos, antes sabremos si tenemos un fármaco específico contra el cáncer. Todo eso es transferencia. Y la respuesta o falta de respuesta de los pacientes, vuelve otra vez a la ciencia. Es decir, el científico volverá a interrogarse para saber por qué estábamos acertados o desacertados con nuestra hipótesis y nuestras predicciones. Ese es un círculo virtuoso que se retroalimenta. Y que se puede exportar. Cuando yo estaba en el ceiA3 decía que existía la investigación agroalimentaria traslacional. Y no es sino formas de sacarle más partido a los huesos de aceituna, o darle más propiedades antioxidantes al vino dulce. Inventar significa ponerle ruedas a una maleta. Las maletas y las ruedas ya existían, pero tiene que haber alguien que las junte.

Tenemos capacidad de generar conocimiento que puede trasladarse a las empresas u otros sectores

P. Y es esa fábrica de maletas con ruedas la que debe terminar dando beneficios, tanto a la empresa y trabajadores que las fabrican, como a la sociedad que las usa. Eso es en teoría la industria. ¿Podemos soñar en una provincia como Córdoba o en una comunidad como Andalucía generar industria científica?

R. Se puede y se debe. El problema es que esto tiene que ser una decisión de ciudad, una decisión extraordinariamente política. Todos tienen que estar de acuerdo en que este es un modelo de economía que queremos los cordobeses. No se puede depender solo de un tipo de sector económico como el turismo. Imaginemos que un día dejamos de ser atractivos y la gente deja de viajar a Córdoba. Tendríamos un problemón. Y lo mismo ocurre si los productos agroalimentarios, gracias a un nuevo acuerdo mundial, empiezan a verse afectados por la llegada de tomates a cinco céntimos el kilo. ¿Qué pasa entonces con los productos y derivados de nuestra huerta y nuestro olivar? Hay que diversificar, pero como somos pequeños no podemos hacerlo en todo, así que debemos seleccionar. Creo que ahora mismo se está haciendo un esfuerzo de reflexión por parte del Ayuntamiento en el que deben participar todos, no solo el Gobierno municipal sino todas las fuerzas políticas y los actores económicos de la ciudad para determinar qué queremos ser dentro de 20 años y dónde queremos que trabajen nuestros hijos.

P. El problema es que los políticos trabajan con ciclos de cuatro años.

R. Eso hay que olvidarlo. Los plazos son mayores, hay que visualizarse dentro de dos décadas o más. Mi predecesor en este puesto siempre me dice que el edificio más importante del Imibic no es el central, sino el de Investigación Clínica. Eso ya nos indica que nuestro instituto será útil y exitosos si logramos tener un buen edificio de investigación clínica que le dé nuevos ensayos clínicos y medicamentos. ¿Podemos crear una industria biotech, biofarmacéutica, biomédica alrededor de nuestra investigación? Indiscutiblemente que se puede pero que nadie piense que con esto dentro de dos años habremos creado mil empleos. No, hay que tomar la determinación de que esto sea una actividad prioritaria, hay que generar los mecanismos necesarios. Ya tenemos el parque científico y tecnológico con graves problemas y deficiencias. Y estas no se van a solucionar de la noche a la mañana, aunque pongamos un estadio de fútbol o un supermercado, pero algo hay que hacer para aliviar sus problemas y conseguir que no se pierda el esfuerzo que se ha realizado ni la potencialidad que tiene aquello. Es cierto que Rabanales 21 se dimensionó cuando las cosas eran elefantiásicas y hay que reflexionarlo, tal y como ya empezó a hacer Francisco Gracia. Allí ya hay industrias biotecnológicas como Canvax que tiene gran potencial. Y tal vez, las industrias biotecnológicas acabemos representando un 5% de la economía de córdoba, pero ya será mucho más que un 0,5. O tal vez terminemos siendo un 15. Pero eso generará ejemplo, será un espejo en el que mirarse, tal y como lo han sido otros sectores. Por eso estoy en contra de los que opinan que en Córdoba la gente es muy parada y que tenemos una forma de ser muy especial. No, aquí tenemos unos empresarios excelentes y extraordinarios y las empresas lo demuestran. Solo tenemos que tomar modelos de éxito y reproducirlos en otros ámbitos con mucha reflexión y sin caer en los plazos cortos.

Inventar significa ponerle ruedas a una maleta. Las maletas y las ruedas ya existían, pero tiene que haber alguien que las junte

P. Eso me lleva a pensar en ese debate tan viejo que existe sobre la rentabilidad de la ciencia a través de patentes y los peligros de aplicarle las leyes del mercado. Al otro lado están los que advierten que no se puede olvidar la ciencia básica que no da rendimientos económicos inmediatos. De esto mismo hablé con Pérez Giménez y el fue muy tajante: “La ciencia tiene que ser rentable”.

R. Claro. La ciencia tiene que ser rentable. Rentabilidad no significa solo economía. El debate entre la ciencia básica y la aplicada es un debate estéril y falso. Hay ciencia buena y ciencia mala. La buena, en un alto porcentaje de los casos, termina siendo aplicada por alguien que sabe. Quien descubre el mecanismo íntimo del funcionamiento de una bomba de protones de la mitocondria no sabe que está proporcionando la clave para detener las úlceras de estómago. En ese momento no lo sabe, pero cuando se descifran los mecanismos íntimos de funcionamiento de una molécula y se proporcionan las claves para generar un inhibidor o un activador; o se indica cómo usarlo como diana o marcador para múltiples enfermedades, la cosa empieza a cambiar...

Por eso la ciencia buena, al final, siempre acaba siendo ciencia con posibilidad de ser aplicada. Lo que ocurre es que hay que buscar la fórmula y ese es un tema en el que nos hemos aplicado particularmente poco en España. Nuestro país está siempre entre los diez o quince primeros en producción y calidad científica, pero cuando nos fijamos en las patentes andamos por el puesto 20. Eso es porque nunca hemos valorado de manera suficiente la transferencia de conocimiento. Está claro que la ciencia tiene que ser rentable pero eso no significa que tenga que producir dinero a espuertas para que los investigadores sean ricos. Tiene que ser rentable para la sociedad y cuanto más riqueza produzca, mejor la estaremos haciendo. Pero es que la ciencia que más dinero produce es la mejor y la mejor casi siempre empieza siendo básica.

El debate entre la ciencia básica y la aplicada es un debate estéril y falso. Hay ciencia buena y ciencia mala

Por ejemplo, el contenido de este libro [pone la mano encima de un grueso tomo que descansa en su mesa de despacho] sobre la biología del cáncer bebe de este otro libro de aquí debajo que es sobre la biología molecular de las células. Y todo este conocimiento que hay aquí es un mecanismo íntimo de cómo funcionan las cosas, que es la curiosidad que mueve a un científico. Lo que ocurre es que también nos gusta saber por qué se averían las cosas y al averiguar eso, somos capaces de generar un conocimiento que se puede transferir. Y eso puede darte dinero para seguir investigando cómo funcionan las cosas, que es, en el fondo, lo que nos gusta a todos.

P. ¿Hacia dónde va el Imibic?

R. Estamos reflexionando sobre los últimos años y dónde queremos ir dentro de cinco o diez años. Es un ejercicio complejo, profundo que necesita mucha interacción entre los distintos grupos y ámbitos de actividad: desde los técnicos de laboratorio y los servicios centrales a los gestores que nos ayudan a pedir los proyectos a las personas que se ocupan de divulgar nuestra actividad entre la sociedad. Y por supuesto, los científicos, incluyendo a médicos y enfermeros e investigadores más básicos. Todos tenemos que hacer un ejercicio de reflexión sobre nuestra actividad actual y la futura. Pero en líneas generales, el Imibic tiene que seguir avanzando en el camino emprendido, es decir, en buscar la excelencia en la actividad científica e investigadora en biomedicina. Una excelencia que permita el traslado de los descubrimientos para la mejora de la salud de los pacientes.

Y para hacer eso, el Imibic tiene que conseguir recursos económicos para sostenerse sin serle gravoso a las instituciones o a la sociedad; tiene que buscar la capacidad para atraer y retener talento y para que se nos vea como una parte relevante que contribuya al avance de la sociedad cordobesa. Tenemos que hacer buena ciencia, atraer recursos, arrimar el hombro en la ciudad y todo eso atrayendo a gente buena que siga haciendo buena ciencia. Y todo eso tiene ir en beneficio del paciente. Si al final del próximo plan estratégico de 2015 a 2020 se nos ve como un instituto de investigación capaz de resolver algunos problemas de salud de los pacientes, estaremos caminando en la dirección adecuada.

El Imibic tiene que seguir buscando la excelencia en la actividad científica e investigadora en biomedicina

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