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El cromosoma Y de Cervantes es cordobés

Fernando Penco con el legajo de la familia Cervantes en el Archivo Provincial | JUAN MANUEL VACAS

Manuel J. Albert

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La investigación para la identificación de los restos del escritor recupera la memoria de su ascendencia andaluza

¿Qué fragmento, de la algarabía de restos óseos encontrados en la tumba de la iglesia de los Trinitarios de Madrid pertenece a Miguel de Cervantes y Saavedra? Solo el ADN puede responder a esa pregunta. Pero para ello, sería necesario cotejar la información genética extraída con la de algún familiar. Y eso es casi tan difícil como buscar un minúsculo y singular estribo -el hueso más pequeño del cuerpo humano- en un cúmulo de esqueletos saqueados y remezclados con otros muchos. Porque el caótico osario en el que han trabajado los arqueólogos, antropólogos e historiadores liderados por Francisco Etxeberria en Madrid se puede repetir en cualquier otro enterramiento del siglo XVII donde busquen pistas del tullido veterano de las guerras contra el turco. El mismo manco que fuese cautivo en Argel.

Los investigadores han barajado varias posibilidades, a cada cual más difícil, para encontrar esa cadena de cromosomas que les lleve al autor de El Quijote. Por ejemplo, se han planteado indagar en la tumba donde se cree que yace Sor Luisa de Belén Cervantes, hermana menor del escritor, que estaría enterrada en Alcalá de Henares. O identificar los fragmentos de Isabel de Saavedra, hija natural de Cervantes, que se supone que podría reposar en el mismo convento trinitario que su padre. También se ha pensado en cotejar su ADN con el de los huesos del panteón de los Saavedra en la catedral de Lugo, aunque parece imposible.

En medio de esta tormenta de ideas, Francisco Penco, un historiador que se encuentra escribiendo un libro sobre la presencia del autor y su

familia en Córdoba, ha desempolvado varios volúmenes de legajos del Archivo Histórico Provincial de Córdoba. Entre sus páginas manuscritas ha recuperado testamentos de la familia Cervantes que confirman que parte de la rama paterna, es decir la del cromosoma Y, descansa no muy lejos de la Mezquita. Los documentos más importantes referentes a los Cervantes que se encuentran en los depósitos del Archivo -ubicado en una antigua iglesia del siglo XIII- pertenecen al testamento de Leonor Fernández de Torreblanca, abuela paterna de Cervantes y a Juan Díaz de Torreblanca, padre de Leonor y bisabuelo del escritor.

En 1557, Leonor ordenó que su cuerpo fuera “sepultado en el monasterio de Jesús Crucificado desta dicha ciudad, donde está sepultado el dicho licenciado Juan de Cervantes, mi señor [su marido y abuelo paterno del escritor]”.

Allí estarían también María de Cervantes (tía abuela del escritor) y Catalina de Cervantes (tía carnal) quienes fueron monjas de dicho convento y, por tanto, enterradas en el mismo. El convento de Jesús Crucificado ya no existe como tal pero sí su iglesia y parte de su estructura, convertida en el hogar para ancianos San Rafael.

En cuanto a Juan Díaz de Torreblanca, pidió en 1498 inhumarse en el monasterio de San Pablo. Y allí deben de seguir sus huesos, perdidos entre otros muchos.

Ambos testamentos recuperados por Penco ya fueron citados por dos expertos cervantinos en la primera mitad del siglo XX. El primero fue el archivero José de la Torre y el Cerro quien, en 1925, recopiló la presencia cervantina en Córdoba a través de los legajos originales. Su trabajo sirvió de base para la gran biografía que sobre el autor de las Novelas ejemplares escribió Luis Astrana en 1948.

Pero para el investigador Fernando Penco esta huella ha recobrado vigencia. “La falta de elementos de cotejo con los que identificar los huesos hallados en Madrid, hace que la vía cordobesa cobre interés”, mantiene Penco, quien reconoce, no obstante, la extrema dificultad de encontrar e identificar los huesos en Córdoba. “Las necrópolis conventuales son extremadamente complejas porque suelen estar muy alteradas, tal y como se ha podido comprobar en las tumbas de la iglesia de los Trinitarios de Madrid”, destaca el historiador.

Pero en teoría sería posible encontrar ADN de cromosoma Y cervantino escondido en alguno de los nichos removidos y olvidados de los monasterios cordobeses. “ADN del cromosoma Y extraído de huesos o dientes se ha llevado a cabo, por citar algunos ejemplos, en estudios de parentesco entre individuos del siglo VII en Croacia; de identificación de restos óseos de personas fallecidas en la Segunda Guerra Mundial o en el caso de la familia Romanov, en Ruisa”, afirma el historiador. “En cuanto a Cervantes, tal propuesta podría ser válida si contamos con restos claramente identificados de uno o varios de sus parientes y si su estado de conservación es bueno”, termina.

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