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La incógnita sin despejar del Centro de Arte Rafael Botí

Un detalle de la fachada del Centro de Arte Rafael Botí. | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

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Profesionales del arte contemporáneo cuestionan la deriva de la Fundación y temen el uso que se vaya a dar al nuevo inmueble por parte de la Diputación

El Centro de Arte Rafael Botí está a punto de abrirse. Pero el ansiado nacimiento es recibido con muchas dudas por parte del sector profesional de la creación contemporánea en Córdoba. Los actuales gestores de la Fundación, perteneciente a la Diputación de Córdoba, les han dejado un sabor agrio por cómo han conducido la institución. Y el mejor ejemplo de sus quejas está en el criterio -o falta del mismo- para organizar exposiciones. Asimismo, también se pone en cuestión la calidad de las mismas. Una línea programática que, tal y como expresaron la semana pasada los responsables de la institución provincial en boca de su vicepresidente, Salvador Fuentes, y su diputado de Cultura, Antonio Pineda, planean seguir en el flamante inmueble del Centro de Arte que ha costado más de 2 millones de euros y cuyas obras se han demorado más de diez años. “Lo de menos es Botí. Este centro va a servir sobre todo para impulsar el talento creativo de los jóvenes de la provincia; todo tipo de creadores que podrán usar este espacio para vender sus obras”, dejó claro el vicepresidente de la Diputación, Salvador Fuentes.

“La apertura del Centro de Arte Rafael Botí no es, en la actuales circunstancias, una buena noticia. La tozudez de los hechos nos demuestra que la actual corporación provincial está incapacitada para conducir una institución cultural dedicada al arte actual”, señalan fuentes del sector. “Muestra de su nefasta gestión es que en los últimos tres años y medio no ha llegado a producir ninguna exposición de arte contemporáneo y su política expositiva se limita a ceder, a quien lo desee, el espacio a la intemperie del Patio Barroco para que los aficionados puedan exponer escudos repujados en cuero del Real Madrid o óleos de dudosa calidad artística dedicados a la Patrona de su pueblo”, subrayan poniendo como ejemplo algunas de las piezas que han podido verse estos años. “Cabe recordar que una de las primeras decisiones del equipo de gobierno fue desmontar la galería alta del Palacio de la Merced”, se quejan las mismas voces.

“Aquí falta reflexión, falta sentido profesional”, se queja otro alto responsable en la gestión cultural. “Corremos el peligro de volver a tener otro gran contenedor sin saber a ciencia cierta qué hacer dentro de él. Corremos el peligro de tener otro C4”, continúa, apuntando al Centro de Creación Contemporánea de Andalucía en Córdoba, perteneciente a la Junta de Andalucía y cuya función exacta sigue siendo una incógnita.

¿El problema es solo la falta de criterio? “Yo creo que también existe una falta de honradez política”, apunta Ángel Luis Pérez Villén, doctor en Historia del Arte y comisario de la muestra 60 años de arte contemporáneo en Córdoba. “Puede que los responsables políticos tengan falta de criterio artístico pero eso se soluciona rodeándose de un equipo técnico y profesional potente que dé sentido a los contenidos”, afirma Pérez Villén. “Eso no ha ocurrido porque los políticos están desatendiendo sus obligaciones, en este caso como receptores de la obra y el legado de Botí”, termina el experto.

El propio sector artístico quiere desvincular este debate de aspectos ideológicos. “Miguel Moreno Calderón, casualmente del mismo partido político que gobierna la Diputación [PP] y resultará a la postre el mejor concejal de Cultura que hemos tenido en la ciudad”, señalan fuentes del mundo del arte contemporáneo. “Muy cerca de nosotros, en Málaga, con un gobierno provincial del mismo signo, la Diputación ha abierto en esta legislatura dos importantes infraestructuras culturales con una apuesta decidida por lo contemporáneo como son La Térmica y más recientemente el Museo de la Diputación que albergará su colección de arte contemporáneo”, destacan las mismas voces.

Precisamente en Málaga se encuentra viviendo y trabajando uno de los pintores con mayor proyección de Córdoba, Miguel Gómez Losada, quien ha seguido desde la distancia el devenir de la Fundación Rafael Botí y su actual orientación. “En Málaga se demuestra que un gobierno del Partido Popular ha sabido hacer bien las cosas dejando a los profesionales trabajar y sabiendo el potencial que tiene el arte contemporáneo. Solo hay que ver el Centro Pompidou”, pone como ejemplo. Para el artista, es importante explicarle a la actual corporación de la Diputación “que no todo vale a la hora de presentar el arte; porque ese todo vale no hace ningún favor al arte”. Gómez Losada también lamenta que los actuales gestores no continuasen una labor que sus antecesores “hicieron bien; se organizaron buenas exposiciones y solo había que haberse subido a esa ola que dejaron en beneficio de la ciudad y de la provincia”, termina.

¿Cuál es entonces la diferencia entre la Diputación de Córdoba y la labor del Ayuntamiento de Córdoba o de sus colegas del organismo provincial de Málaga? “Tanto Moreno Calderón como la Diputación de Málaga confían la gestión de sus políticas culturales respecto al arte actual a reconocidos profesionales”, afirman en círculos de la creación cordobesa. El caso es que la Fundación Rafael Botí contaba con una Comisión Técnica, formada por profesionales del sector, que dictaminaba y asesoraba en cuanto a la programación y actividades. En la actualidad, la Comisión Técnica ha sido eliminada en contra de lo que dictan sus estatutos “y su órgano de gobierno se limita a un Consejo Rector que permanece muy alejado de los planteamientos de la contemporaneidad”, critican los creadores.

De igual manera, los profesionales consultados se sorprenden de que otras encomiendas que establecen los estatutos del organismo autónomo hayan sido “sistemáticamente incumplidas” durante estos últimos años. “La organización de exposiciones, talleres, congresos, cursos, jornadas, seminarios y proyectos de creación contemporánea, la exhibición de sus fondos artísticos en condiciones adecuadas para su contemplación y estudio, el impulso a su conocimiento y difusión, el desarrollo de programas de educación y actividades de divulgación, el auspicio de una línea editorial propia que permita la divulgación de trabajos de investigación o los programas de formación,

son sólo algunos ejemplos literales de la falta de iniciativa de la institución que tiene asignadas las competencia en gestión, promoción y difusión de las artes plásticas en la provincia“.

El Centro de Arte Rafael Botí nace siendo una incógnita. Sin plan de usos conocido, sin dirección designada, sin plan museográfico y con la única leyenda por bandera de ser “un contenedor de talento cordobés”. “Y eso, cuando xiste un plan museográfico elaborado por el especialista Paco Pérez Valencia que no ha sido tenido en cuenta”, señalan desde el mundos e la gestión cultural. “Habría que reflexionar sobre la importancia que el centro podría tener en el desarrollo de una ciudad que pretende ser un foco de turismo cultural como Córdoba”, destacan en el sector. “El enclave, en pleno corazón de la Judería, propiciará, a buen seguro, un importante flujo de visitantes y de ahí la necesidad de proyectar una imagen moderna, solvente y rigurosa lejos del amateurismo y la falta de criterio al que, por desgracia, nos tiene acostumbrados esta Diputación”, terminan.

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