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La lluvia altera la noche de los gladiadores romanos

La lluvia de esta noche ha dejado importantes charcos junto al anfiteatro portátil del mercado romano. | TONI BLANCO

Manuel J. Albert

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Una noche pasada por agua retrasa la primera función de las recreaciones de los juegos y las carreras en el Mercado Romano

Se temía lo peor, pero al final los dioses dieron una tregua y fueron benevolentes con los mortales que hoy pretendían acercarse al Mercado Romano de la Calahorra. Aunque los charcos y las pequeñas inundaciones que ha sufrido el anfiteatro portátil de los organizadores han obligado a los técnicos a empleados a esmerarse para achicar agua y despejar el terreno para que los espectadores gozasen de una buena lucha de gladiadores y a una emocionante carrera de carros de caballos.

La climatología ha acompañado a este mercado en el que se respira un singular sincretismo histórico. Sonido de gaitas celtas por doquier se mezclan con el crepitar de las armaduras de los legionarios romanos que recorren de aquí para allá el mercado desfilando en marchas sin aparente destino. De repente, acróbatas que cualquiera diría salidos del siglo XIV pero a los que unas sencillas coronas de laurel en la cabeza les ubican inmediatamente en pleno imperio romano. Pero es justo en ese momento cuando aparece alguien vestido como Errol Flynn en Robin Hood y todo vuelve a complicarse. Exactamente… ¿en qué época estamos?

Los olores son tan desconcertantes como las imágenes que se cruzan en el camino del visitante. Humaredas de barbacoas enormes con todo tipo de animales ensartados que haría las delicias de Obélix el galo -que por cierto, también se pasea, algo más delgado, junto a su colega Astérix- conviven con bollos preñaos al más puro estilo gallego, gofres, palmeras de chocolate del tamaño de un pequeño dinosaurio o crepes. Dulces árabes se venden al lado de puestos de charcutería especializada en productos del cerdo ibérico.

Pero la sonrisa se torna mueca cuando uno descubre, por encima de la aldea íbera -recreada con el mismo gusto por el mestizaje cultural y temporal- con un trono hecho de espadas a la sombre de la Calahorra. Y es que el invierno no es que se acerque, es que ya está aquí. Aunque hoy parece que ha dado una pequeña tregua…

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