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Eskorzo, alegría del incendio

Eskorzo, anoche en el Ambigú. | MANU BLANCO

Juan Velasco

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La banda granadina presenta su último disco 'Camino de fuego' con un apabullante concierto en el Ambigú de la Axerquía

Para quien esto escribe, hay tres tipos de conciertos: los que van de más a menos, los que van de menos a más, y los que van de más al infinito. Y la banda granadina Eskorzo ha hecho carrera -y bien larga, casi dos décadas lleva en activo- a base de directos incendiarios y una evolución discográfica que, si bien reposa sobre unos cimientos bien claros -el Ska y el mestizaje-, siempre está en continua mutación.

Así las cosas, con la carrera bien trabajadita, Eskorzo se presentaba ayer en el Ambigú de la Axerquía para con su último disco debajo del brazo. Camino de fuego es una nueva vuelta de tuerca para la banda, que ha ampliado su paleta sonora hacia sonidos como la Cumbia, el Afrobeat o incluso el Drum & Bass.

No obstante, en el escenario, Eskorzo diluye todos los elementos y los sirve bien agitados. No dan tregua, apenas hay respiro para cantante, sección de vientos -trompeta y trombón-, las cuerdas -bajo y guitarra-, y sección de percusión -batería y percusión-. Un total de siete músicos sobre el escenario. Una pequeña milicia de revolucionarios.

Con bastante retraso, Eskorzo se subía al escenario del Ambigú. El público congregado, un centenar de personas, los recibía calurosamente, pues la mayoría repetía, y muchos conocían a Eskorzo desde hace años, cuando reventaban toda sala o festival que los llamaba a base de Ska, Rocksteady y Reggae.

De aquellas lluvias, estos lodos. Eskorzo mantiene viva la llama del incendio, pero su discurso ha ganado en musicalidad y, sobretodo, en recursos. Tony, el cantante, sigue siendo un loco peligroso, que prefiere echar agua al aceite mientras hierve, para acto seguido pararse a contemplarlo. Nunca le faltaron tablas, pero verlo solucionar los problemas de sonido en plena actuación, con una suerte de improvisación cómico-musical, es impagable.

No está sólo, nunca lo estuvo, y nunca lo estará. Porque en Eskorzo cantan todos, bailan todos y tocan todos. Y cuando no cantan ellos, ya se encarga el público, que ayer, a través de dos jovencitas subidas en el escenario, también ayudó al grupo a desgranar su repertorio.

Un repertorio que ayer estuvo jalonado de temas de su último disco, que la semana que viene presentarán en Alemania, pero en el que no faltaron clásicos de la banda, y versiones esquizofrénicas de Bob Marley y Toots & The Maytals, entre otros.

Pese a lo corto de su duración y al sonido que a veces dejaba la sección de vientos un poco oculta -pese a que es uno de los baluartes de la banda-, el concierto de Eskorzo dejó un bonito sabor de boca y un potente olor a gasolina.

Volverán, seguro, y con más cerillas. El fuego está bien vivo para Eskorzo.

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