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Miles de cordobesistas imaginan el partido perfecto

Aficionados del Córdoba en el Vicente Calderón. | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Una marea de seguidores blanquiverdes vive en los alrededores del Vicente Calderón las vísperas del duelo | Una veintena de buses y numerosos desplazados en tren y vehículos particulares

Antes del partido, los aficionados juegan su partido con la imaginación. “¿Y si marcamos primero y se ponen nerviosos?”, dice alguno. El que estará enfrente es el Atlético de Madrid, vigente campeón de Liga y subcampeón de Europa. Pero casi da lo mismo. Los prolegómenos de un partido suponen un tratado sobre pensar en positivo. Todos quieren creer que ése es el día, que puede suceder lo que tanto tiempo llevan ansiando, y fabulan con jugadas y situaciones que conduzcan a ese destino feliz. Siempre hay, por supuesto, agoreros. O realistas. Llámenlos como quieran. Se mezclan con los demás y contaminan las conversaciones de los corrillos con sus argumentos, basados en hechos reales. Seguramente tengan razón, pero nadie quiere escuchar a los agoreros antes de un partido. Los aficionados se desplazan cientos de kilómetros porque quieren ver ganar a su equipo. Es así de simple. Saben que no será fácil, pero se resisten a que alguien les robe su ilusión.

Los autobuses se sitúan en los aledaños del Calderón y los seguidores se apostan en los bares de la zona, donde reciben un tratamiento cariñoso, condescendiente casi. “Os váis a salvar. Hay que tener paciencia”, le apunta a un camarero a una pareja de cordobeses que se toman un refresco ataviados para la ocasión. De blanquiverde él, de blanquiverde ella. No faltan los que comparten amores. Camiseta rojiblanca y bufanda cordobesista o viceversa. También ocurrió en la histórica visita de agosto al Santiago Bernabéu. Contra los sentimientos no se puede luchar ni se pueden imponer.

Un madridista cordobés de toda la vida jamás hubiera podido imaginar que iba a ver a “su Córdoba” en un partido de Liga en el coliseo de La Castellana. Un atlético quizá sí, porque ya ocurrió. Fue en Segunda y el Córdoba estuvo ahí. Una vez, en el 2000, llegó líder y salió en el mismo puesto después de arrancar un empate a uno. En el curso siguiente volvió a sacar renta del Calderón (0-0) y ahi se rompió la relación. El Atlético subió a Primera... y hasta ahora. Han ganado una Liga, la Europa League y han llegado a la final de la Champions. Tienen una plantilla repleta de estrellas mundiales, a las que traspasan cada fin de campaña para encontrar otras nuevas. Cuentan en el banquillo con Simeone, un tipo peculiar que conecta a la perfección con el sentimiento atlético. Todo les va a fenomenal. A esto que llega el Córdoba, un modesto recién ascendido que todavía no ha ganado, y quiere dar la sorpresa. ¿Quién dice que no? Antes del partido, los cordobesistas imaginan en positivo. Se aferran a su ilusión. Son más de tres mil esperando el gran momento.

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