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Gómez Villamandos: “Más vale hacer una transición que una revolución”

José Carlos Gómez Villamandos. | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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José Carlos Gómez Villamandos (Córdoba, 1962) acaba de ganar las elecciones y se va a convertir en el nuevo rector de la Universidad de Córdoba. La campaña ha sido de una intensidad que pocos recordaban y eso le ha pasado factura. Visiblemente más delgado, el traje que viste le queda un poco grande. La tela que le sobra es directamente proporcional a la tensión que ha soportado.

A pesar de haber formado parte del anterior equipo de gobierno, su candidatura se consideró alejada del aparato del rector, José Manuel Roldán Nogueras. Con este marchamo de independencia se enfrentó a la línea continuista y favorita de Manuel Torres. Y contra todo pronóstico, se impuso.

PREGUNTA. ¿Puedo llamarle ya rector?

RESPUESTA. No, todavía no. Hasta el día de la toma de posesión, nada.

P. ¿Cuál sería la fórmula adecuada para dirigirme a usted?

R. Creo que es rector electo, pero tampoco lo tengo muy claro.

P. Empecemos por el principio. ¿El rector electo cuándo pensó en estudiar Veterinaria?

R. Yo iba a estudiar Ingeniería Industrial y por una serie de circunstancias familiares decidí quedarme en Córdoba. Y unos días antes del plazo límite para matricularme, decidí estudiar Veterinaria por consejo de un familiar.

En mi especialidad de Anatomía Patológica, por lo que sea, siempre ha habido grandes gestores universitarios

P. ¿Una vocación algo sobrevenida?

R. Fue una decisión un poco sobrevenida pero realmente lo llevaba dentro. Yo me crié en una granja avícola propiedad de mi padre. Siempre he ayudado con los animales. Todas mis fotos de pequeño era con animales. Así que pienso que más que sobrevenida era una vocación oculta. Y luego, de hecho, me encantó la carrera. Nunca pensé que me fuese a dedicar a eso. Siempre dije que aquello de la sangre no era para mí y fue empezar a estudiar Anatomía y me entusiasmó.

P. Pues es una de las asignaturas más difíciles de su carrera.

R. Sí, es de las más difíciles que hay. Es de las más difíciles en la teoría pero es apasionante en la práctica.

P. Entonces tendrá buena memoria.

R. Sí que la tengo, sobre todo muy buena memoria fotográfica que, para mi especialidad, Anatomía Patológica, viene muy bien.

P. Y dicen que el dibujo a mano alzada también ayuda.

R. En eso soy un poco desastre, no se me de muy bien dibujar. Me gusta más el dibujo técnico porque ya le digo que mi idea inicial era hacer una ingeniería.

P. Su carrera le llevó a Canarias como profesor y además fue secretario de la Facultad de Veterinaria. ¿Le tiraba la gestión?

R. Siempre me ha llamado la atención la gestión. Y en mi especialidad de Anatomía Patológica, por lo que sea, siempre ha habido grandes gestores universitarios. Y eso es algo que, tal vez, se nos ha ido pegando. Así que a los pocos meses de llegar a esa facultad, recién acabada la tesis doctoral, me ofrecieron la Secretaría del centro y la cogí encantado. Fue una época dura porque era una facultad y una universidad que empezaba, pero fue de las épocas en las que más he aprendido de mi vida, tanto de la gestión, como de la vida universitaria en sí.

P. ¿Cómo se compatibilza la labor científica con algo tan alejado como se sería, en teoría, la gestión pura?

R. Yo creo que la gestión tiene mucho en común con la metodología de la investigación. Al menos, los que hemos tenido esa formación la practicamos: material y método; resultado y conclusiones. Realmente, la gestión tiene que ser eso. No hay que cambiar mucho esos esquemas. Lo que hay que hacer es buscar tiempo para compaginar gestión e investigación. En mi caso, mientras estaba en la gestión he seguido haciendo investigación, colaborando con mi grupo y haciendo tesis doctorales. Y sigo haciéndolo. Eso es lo que más me va a costar dejar. Aunque no lo voy a dejar del todo -porque no quiero apartarme- supongo que va a ser lo que más se resienta.

P. Imagino que con la campaña electoral sí que lo habrá aparcado.

R. El último mes ha sido totalmente campaña, campaña, campaña. El resto de los meses ha sido casi todo campaña, aunque con clases e investigación.

La gestión tiene mucho en común con la metodología de la investigación

P. ¿Se ha arrepentido en algún momento durante estos meses del paso que había dado?

R. ¡Cada día cuando me levantaba! (Risas). No, ha habido momentos en los que me arrepintiese. El momento más duro fue en el que decidí dar el paso adelante, el momento de asumir la responsabilidad. Había mucha gente detrás que me prestaba su confianza, que me animaba a dar el paso. Pero eso suponía que en mí recaía una responsabilidad enorme. Luego, pudo haber algún momento en los que sí me preguntase dónde me estaba metiendo, pero realmente en ningún momento llegué a plantearme dar un paso atrás.

P. ¿Y ha sido como se esperaba?

R. ¿La campaña o salir elegido?

P. La campaña.

R. La campaña me la esperaba dura y ha sido dura, larga y muy tensa. Creo que se ha tensionado demasiado a la Universidad pero ya pasó y lo importante ahora es volver cada uno a su trabajo y hacer lo que tiene que hacer por la Universidad.

P. ¿Volverán las costuras a reajustarse?

R. Totalmente, estoy convencido de que sí. Antes de que llegue el verano estaremos todos trabajando en buena lid.

El momento más duro fue en el que decidí dar el paso adelante, el momento de asumir la responsabilidad

P. Fue director del Servicio Central de Apoyo a la Investigación y del Secretariado de Infraestructura para la Investigación de la Universidad de Córdoba entre 1999 y 2006. Son los años dulces.

R. ¡Había dinero!

P. ¿Qué queda de aquello?

R. Quedan las dos estructuras. En ese momento, se dotó a la Universidad de una infraestructura para la investigación que era necesaria. No solo se dotó, sino que se organizó de una forma centralizada para que diera cobertura a la comunidad universitaria. Ese material se ha quedado obsoleto y tenemos que estudiar cómo se vuelve a actualizar porque no se ha podido hacer por la crisis. Y, sobre todo, lo que necesitamos es buscar personal joven, muy formado y que dé respuesta a las necesidades que van a traer las nuevas investigaciones. Ese es el reto ahora mismo, la renovación de equipos y de personas.

P. Una renovación de equipos y de personas pero con unas limitaciones económicas draconianas impuestas por el Gobierno.

R. Sí, son draconianas. Confiemos en que las limitaciones se relajen de aquí a un par de años. Y yo creo que así va a ser, ya se escuchan rumores. Pero en cualquier caso las Universidades tenemos un margen de autonomía para hacer cosas del que debemos de aprovecharnos. La Ley de la Ciencia nos da cobertura para una serie de puestos que se pueden poner en marcha a través de una convocatoria específica, hay otras universidades que ya lo están haciendo y es solo el momento de coger esa estela y ponernos en marcha ya. Hay algunas plazas que estén convocadas justo después del verano para ir produciendo esa renovación de gente joven, esa renovación generacional que tanto nos preocupa.

Tenemos científicos en la Universidad que están a punto de arrojar la toalla y de irse y tenemos que conseguir que se queden por su alta preparación

P.¿Eso significa prescindir de la gente con experiencia?

R. No, no. Lo que significa es que convivan. Lo peor que nos podría pasar es que se jubilen los mayores, entren los jóvenes y no hayan convivido en ningún momento. Lo que necesitamos es que convivan para que ese conocimiento se vaya transmitiendo de unos a otros.

P. Ahora mismo la puerta está cerrada para los jóvenes.

R. Ahora mismo está muy complicado la entrada de jóvenes, muy recortado el número de nuevas incorporaciones. Ahora mismo tenemos gente en la Universidad que está a punto de arrojar la toalla y de irse y tenemos que conseguir que se quede por su alta preparación. Muchos de ellos han estado en el extranjero, han vuelto y no podemos permitirnos que se vayan de nuevo.

P. Pongamos el caso de un investigador de 37 o 38 años que llega al final del ciclo de becas, doctorado, postdoctorado, proyectos posteriores... Y se queda sin financiación para su proyecto de investigación. Ahora está a las puertas de decidir si deja de hacer ciencia. ¿Qué puede hacer la universidad para conseguir que estos expertos se queden y con ellos toda su experiencia y conocimiento acumulado?

R. Y te recuerdo que la mayoría tiene un proyecto de vida ya hecho, por lo que les podemos crear auténticos problemas familiares. Gente que en muchos casos abandonó puestos de trabajo que tenían en el extranjero confiando en que, al volver, iban a poder quedarse investigando en España. No podemos defraudar a esas personas que habían hecho semejante apuesta por la sociedad española y por la Universidad de Córdoba, en concreto. La idea es sacar unos contratos plurianuales de al menos cuatro años para intentar retener a estas personas en las mejores condiciones posibles y con eso ganar tiempo al tiempo. Esperando que en estos cuatro años se vaya liberalizando la situación a la que estamos sometidos tanto por el Gobierno central como por el Gobierno autonómico y que se vayan incorporando en este tiempo más y más científicos. Mantengo mi compromiso de buscarles unan estabilización en el plazo de cuatro años en las mejores condiciones posibles.

P. Ha calculado qué numero de plazas puede llegar a sacar.

R. Vamos a jugar con muchísimas variables. Las plazas que podamos sacar por el Gobierno central serán cuatro o cinco al año aproximadamente. A nivel de Gobierno autonómico estamos moviéndonos para ver cómo cambiar la situación. Creemos que será un numero un poco mayor. Nuestra idea es sacar una convocatoria, ir viendo a las personas que van llegando a esa situación de fin de ciclo investigador e ir sacando convocatorias para cubrir esas necesidades. Creo que en la próxima convocatoria, la idea que tenemos en un principio es sacar unas diez plazas.

Vamos a reconocer la transferencia a efectos de carga docente, a efectos de méritos para la contratación de profesorado

P. Siempre se habla de la trasferencia de los conocimientos de estos investigadores para que el saber que generan también se traduzca en creación de riqueza material, económica, de empleo y de industria. La UCO tiene tres grandes patas: el Ceia3, el Imibic y Rabanales 21. ¿Cuál es su proyecto para convertir el conocimiento en riqueza económica?

R. Nuestra apuesta ahí es decidida. Hemos creado un Vicerrectorado de Transferencia. Cuando la investigación y la transferencia están en el mismo saco, generalmente la segunda se convierte en la hermana pobre de la investigación, sobre todo en una Universidad con una tradición investigadora de ciencia base tan fuerte como la nuestra. El hacer un Vicerrectorado de Transferencia es una apuesta clara hacia ese papel. Pero es que además hemos creado medidas que incentiven la transferencia. Estoy convencido de que muchos grupos nuestros, cuya parte de la investigación puede estar comprometida, podrían obtener mucha financiación por la vía de la transferencia. Así que vamos a poner en marcha un plan propio de transferencia, vamos a reconocer la transferencia a efectos de carga docente, a efectos de méritos para la contratación de profesorado de una forma que claramente la incentivemos al mismo nivel que estamos incentivando la investigación.

P. ¿Echa de menos una mayor implicación de la empresa privada?

R. Ese es el gran problema que tenemos en este país y sobre todo en Andalucía. Nuestro entramado empresarial es el que es, con muchísima Pyme y micropyme, aunque las grandes empresas es cierto que se están acercando cada vez más a la investigación. Pero nosotros, además de acercarnos a esas grandes firmas, debemos de buscar vías de comunicación que se pueden poner en marcha y que las podemos activar en Andalucía y en Córdoba. El Parque Tecnológico de Rabanales nos podría servir para organizar algunas de estas actividades, aunque es cierto que está en la situación en la que está... Pero sigue siendo un proyecto de futuro para Córdoba capital y su provincia.

P. Durante la campaña corrió el rumor de que su candidatura suponía un cambio radical con respecto a la política seguida en centros como el Imibic.

R. Eso fue una estrategia de campaña de un sector que afirmaba que yo iba a cerrar el Imibic, que iba a cerrar la Escuela de Agrónomos o el Cia3 y que, al final iba a ser un rector sin Universidad, prácticamente. Era una estrategia de campaña a la que no quisimos dar respuesta porque se desacreditaba ella sola. Cualquier proyecto que funcione y haga que la Universidad se posicione bien hay que tenerlo y mantenerlo. Ahora bien, siempre dentro de la estrategia propia de la Universidad. Lo que no podemos es tener estructuras paralelas a la Universidad que tengan una vida totalmente independiente y que no estén incardinadas con las propias estrategias de la institución.

P. ¿Y cuál sería esa estrategia de la UCO?

R. Es esa investigación de excelencia de unas estructuras que no sean cotos cerrados, que sean estructuras permeables donde haya una política participativa de colaboración y donde sumemos, sumemos y sumemos. Que nunca nos quedemos anquilosados en un búnker diciendo que somos buenísimos. Los somos, está bien, pero precisamente ser buenos y tener recursos te da una serie de responsabilidades hacia los demás que tienes que asumir. Eso es lo fundamental.

P. En el caso de Ceia3 hubo una promesa de fondos por parte del Gobierno. La UCO hizo un esfuerzo para coordinar a otras cuatro universidades. Pero hace un año o dos que se redujo el dinero radicalmente y aquello quedó en mucho menos de lo que se dijo. ¿Qué orientación pretende darle bajo su rectorado a este órgano que aspiraba a ser un canal de transferencia de conocimientos y excelencia?

R. Fíjate, nosotros hicimos el Vicerrectorado de Transferencia y el Campus de Excelencia porque entendíamos precisamente lo que tú acabas de decir: una cosa está vinculada a la otra. El Ceia3 es un gran proyecto en el que participé, al igual que otros compañeros, desde sus inicios y con muchísima ilusión. Pero creo que las propias universidades tenemos que entonar el mea culpa porque fuimos un poco las que nos cargamos el invento. Cuando salieron las primeras resoluciones en las que había creo, nueve o diez universidades, todas las demás exigieron estar ahí y al final pasó lo que pasó: todos excelentes, café para todos; nos hemos cargado el invento. Creo que tenemos que entonar el mea culpa las universidades y ser más responsables en este sentido. Y desde luego, hay que seguir adelante. El Ceia3 ha conseguido algo tremendamente importante que es una imagen de marcaes un proceso de colaboración entre cinco universidades que puede funcionar y si no hay financiación por parte del gobierno central o del gobierno autonómico es momento de decir, vamos a apostar de verdad y vamos a poner cada uno de nuestros propios fondos lo que haga falta para que esto funciones. Se pueden hacer muchas cosas. No soy partidario, nunca lo he sido, de esperar que las soluciones nos vengan de fuera. Si no nos viene de fuera vamos a buscarla nosotros. En esa línea me gustaría, llegado el momento, hablarlo con los otros rectores y que cada uno con sus recursos sigamos manteniendo esto. Estoy convencido de que dentro de unos años, tal vez antes de lo que esperamos, vuelvan a reactivarse los campus de excelencia.

No podemos es tener estructuras paralelas a la Universidad que tengan una vida totalmente independiente y que no estén incardinadas con las propias estrategias de la institución

P. Pero las arcas universitarias, en general, parecen muy ajustadas ahora mismo.

R. No hay todo el dinero que quisiéremos pero lo habrá si se prioriza bien. Si se organizan bien pueden haber fondos suficientes para hacer muchas cosas. No todo el que nos gustaría, no en la dimensión que nos gustaría, pero se pueden hacer muchas cosas.

P. ¿Qué se ha decidido realmente en estas elecciones? ¿Cuál era la diferencia entre usted y Manuel Torres?

R. Creo que yo representaba el cambio que muchísima gente buscaba para esta Universidad.

P. Pero usted formaba parte del equipo del anterior rector, José Manuel Roldán Nogueras.

R. Y llevaba ocho años en la gestión universitaria.

P. Y le había dirigido, además, la campaña electoral. Eso, incluso, se podría tildar de trampas.

R. (Risas) Sí, en esa campaña aprendí, sí... (Risas). Pero es cierto que sin ser el elemento discordante sí era la persona de referencia que había dentro de la comunidad universitaria a la hora de pensar en ese cambio que debía venir desde dentro. Un cambio desde dentro a veces es mejor que un cambio de fuera: más vale hacer una transición que una revolución, yo creo que eso es importante también, sobre todo en los tiempos que corren. Había una posibilidad de cambio, de volver a ilusionar a la comunidad universitaria. Y ahora mismo, todos los mensajes que nos están llegando de felicitación van en la misma línea: “Muchas gracias, nos habéis ilusionado, no nos defraudéis, por favor”. Y os puedo asegurar que vamos a trabajar, nos vamos a dejar el pellejo para no defraudar a nadie.

P. En la campaña, tanto usted como Manuel Torres, vendieron mucha ilusión pero tal vez se echó en falta más concreción en las propuestas.

R. Nuestro programa tenía una declaración de intenciones que, en el punto cero, marcaba qué era lo que queríamos hacer. Pero desde que presenté la candidatura el 22 de enero hasta el 13 de mayo, día de las elecciones, nuestro discurso fue idéntico, sin variar lo más mínimo, diciendo claramente lo que queríamos y cómo lo queríamos. Y después, nuestro programa electoral se ha concretado en 67 compromisos concretos y con muchas medidas concretas para conseguir esos objetivos. Sin ambigüedad ninguna. Además, habiendo tenido dentro de la candidatura a una personas que conocía muy bien las cuentas de la Universidad -como es el antiguo gerente- todo lo que hacíamos lo hacíamos después de preguntarle. “Profesor Antonio Cubero, ¿de verdad que esto lo podemos hacer?”, le preguntaba. Entonces él me miraba raro más de una vez (risas) pero si se podía hacer, se encajaba en el programa. Hemos ido con esa misma seguridad en todo lo que estábamos planteando, con esa priorización del presupuesto y confiando, sobre todo, en algo que estamos seguros que va a ocurrir: la Junta de Andalucía va a cumplir con sus compromisos de financiación.

Con mi candidatura había una posibilidad de cambio, de volver a ilusionar a la comunidad universitaria

P. No sé yo si todos los que le han votado se han leído los 67 puntos...

R. Seguro que no todos los puntos.

P. Pero sí cree que, además de la ilusión que ha despertado, ese acotamiento de sus propuestas ha sido clave para que su candidatura ganase.

R. Dependiendo del sector, ha pasado una cosa u otra. En el Grupo A (catedráticos y profesores) ha habido más un compromiso y una confianza en las personas porque las conocen, en el Grupo B (resto de docentes) ha influido mucho esa concreción del programa porque es el que más se ve reflejado en algunas de las medidas que se plantean directamente por personas que están en una situación precaria y han visto que planteamos medidas concretas y realistas. En el Grupo C (PAS), aunque hemos quedado muy bien consiguiendo el 44% de los votos, creo no hemos sido capaces de transmitir el mensaje en toda su extensión. Lo que quiero es darle la vuelta para las próximas elecciones ganando de confianza. Y en el sector de los estudiantes (D) yo creo que hemos ganado las elecciones precisamente por la propuesta de medidas muy concretas y porque nos han visto siempre en una misma línea y muy coherente. Cada sector funciona con una dinámica distinta.

P. A los periodistas, que somos personas morbosas por naturaleza, nos ha llamado la atención que el vicerrector de Estudiantes, su contrincante Manuel Torres, haya perdido en su feudo sin recibir el apoyo de los estudiantes. ¿Qué lectura hace?

R. Es él y su equipo quienes tienen que hacer el análisis de la situación y de valorar dónde se han podido equivocar.

P. Démosle la vuelta a la pregunta. ¿Qué le ha propuesto a los estudiantes?

R. Lo que necesitamos todos y especialmente los estudiantes es que se sientan orgullosos de su Universidad. Que cuando salgan se hayan sentido cuidados, protegidos por la institución. Los estudiantes, como colectivo base, han tenido una serie de reivindicaciones que no han sido totalmente cubiertas. La representación estudiantil ha de tener su sitio y actuar de forma unida a las bases pero también al equipo de dirección... Lo que hay es que hacer es mucha vida universitaria. Los estudiantes no pueden estar en la Universidad y que ocurra lo que muchas veces se dice: que pasen por la Universidad pero la Universidad no pase por ellos. Eso lo tenemos que cambiar a través de aulas culturales y de muchísimas actividades que hay que organizar en colaboración con los centros y con la representación de los estudiantes. Tenemos que conseguir que si no los 17.000 -una verdadero utopía- sí saber que si hemos sido capaces de movilizar a 5.000 estudiantes para que voten, seamos capaces de conseguir que 5.000 estudiantes se impliquen en la vida universitaria y la sientan como propia. Es fundamental.

Los estudiantes, como colectivo base, han tenido una serie de reivindicaciones que no han sido totalmente cubiertas

P. La política de becas está siendo muy dura bajo el ministerio de José Ignacio Wert. Muchos se están quedando fuera. Antes hablábamos de cómo retener a los investigadores. Pero, y ¿a los estudiantes?

R. Pues de la misma forma que con los científicos: donde no llegue el Ministerio ni la Comunidad Autónoma, tenemos que llegar nosotros. Como Universidad pública, no podemos permitirnos que alumnos se nos queden atrás en primero, segundo o cuarto de carrera por problemas económicos. Tenemos que ayudarles como sea y para eso llevamos un programa de becas solidarias. Ahora es el momento en el que la universidad ha de ser tremendamente solidaria en todos sus sentidos. Tenemos que ayudarles a que sigan y continúen sus estudios y con una negociación ante las otras instituciones para que la política de becas sea una política racional y adaptada al momento actual. Todos buscamos la excelencia, todos estamos de acuerdo, pero a lo mejor no es el momento de tanta excelencia sino de empezar a buscar esa solidaridad que tiene que haber en los estudios, sobre todo en los universitarios que lo que hacen es nivelar por capacidad y no por poder adquisitivo.

P. El rector Roldán Nogueras ha venido dirigiendo la Asociación de las Universidades Públicas Andaluzas (AUPA). ¿Se ve al frente?

R. Eso requiere una experiencia. Suele ser el rector más antiguo el que suele asumir esa representación y yo a lo que iré a estas reuniones es a aprender y de colaborar con ellos. Poco a poco que todo llegará.

P. Cuando era estudiante de Veterinaria se imaginaba al frente de la universidad de Córdoba.

R. No me imaginaba ni de catedrático. No por nada sino porque el sistema de promoción era de antigüedad y no lo pensaba. Me vi con posibilidades pero era cierto que algunos profesores, por aquello de que siempre me ha gustado estar en órganos de representación, me decían que yo iba para rector.

Como Universidad pública, no podemos permitirnos que alumnos se nos queden atrás en primero, segundo o cuarto de carrera por problemas económicos

P. ¿Qué le veían?

R. Pues no lo sé. Tal vez veían que yo realmente me creía a la Universidad.

P. Cree que un problema de algunos rectores o de integrantes de la alta gestión universitaria es que dejan de dar clase y de estar cerca de las tizas, las pizarras, los alumnos?

R. Creo que eso es un problema. En una comunidad como la universitaria en la que cada día tienes a 20.000 personas que son responsabilidad tuya, es necesario estar permanentemente pegado al terreno. Si un alcalde de un pueblo de 20.000 habitantes está pegado al terreno, nosotros los rectores y vicerrectores tenemos que estarlo y pasear por los campus y hablar con la gente. Y tenemos que seguir investigando, aunque sea un poquito. Y sí, tenemos que seguir dando clase y ver a los alumnos todos los días. Y tenemos que conseguir que nos conozcan, que es otra de las grandes asignaturas pendientes, que nos conozcan bien. El alumnado nos tiene que conocer, eso es fundamental y se puede hacer.

A lo mejor no es el momento de tanta excelencia sino de empezar a buscar esa solidaridad que tiene que haber en los estudios

P. Usted va a seguir dando clase.

R. Sí, quiero seguir dando clase. Evidentemente, no con el número de clases que a algunos profesor les gustaría -porque se las quitaría a ellos (risas)- pero sí dando clase en la medida de lo posible.

P. Y ese despacho tan enorme que tendrá en el Rectorado... Antes me decía que lo quería tener lleno de gente trabajando siempre. ¿Es por el tema de ocupar el espacio?

R. (Risas) No, creo que el rector nunca debe trabajar solo, el rector es la cabeza de un equipo y de la comunidad universitaria y tiene que trabajar muchísimo en colaboración con todo el equipo de la comunidad universitaria. Quiero que de las primeras cosas que hagamos tanto mi equipo como yo sea empezar a reunirnos con los directores de centros, de departamentos, la representación estudiantil y sindical. Tiene que haber muchísima coordinación, diálogo, muchísima conversación. Hay que romper muchas inercias que llevamos y eso lo tenemos que hacer todos juntos, si no esto no va a funcionar.

P. ¿Cuál fue su criterio para elegir al equipo que va a trabajar con usted, cómo lo ha elegido? ¿Se ha tenido en cuenta la proporcionalidad a la hora de la representación entre facultades y departamentos?

R. No ha sido así. No se puede negar que se tiene en cuenta, pero al final tenemos repetición de departamentos y de centros. Estos cinco meses han servido un poco de casting y de ver cómo la gente responde y colabora. Y siempre ha habido un momento en el que hacía una pregunta que para mí era clave, sin que ellos se dieran mucha cuenta. Y si contestaban lo que esperaba, que fue en todos los casos, pues... Por ejemplo, a la vicerrectora de Investigación le pregunté, Carmen [Pueyo de la Cuesta], ¿tú dónde crees que tenemos el problema de la investigación en Córdoba?. Y me dijo. “El problema lo tenemos en la renovación generacional, esa es la clave, ahí hay que ir”. Lo siguiente que le pregunté era si quería unirse a mi equipo. Esa comunidad de pensamiento, que no pensamiento único es lo importante. Son personas que han encajado muy bien en estos cinco meses de trabajo y estoy convencido de que seguirán. Y esto ha sido lo mejor de una campaña tan larga, que se ha hecho equipo y se ha logrado en situaciones muy difíciles, muy complicadas y con muchísima presión, lo que ha servido para unir no solo a los 10 que van a ir conmigo en la dirección, sino a todo el equipo de apoyo con mucha más gente que ha estado allí y con la que hemos hecho una gran piña.

P. ¿Tiene preparada la orden del día de la primera reunión?

R. Precisamente venimos de hablar de eso. La toma de posesión será a mediados de mes y trataremos de organizar e ir planificando para que el primer día nos podamos poner a trabajar directamente.

Lo mejor de una campaña tan larga es que se ha hecho equipo y se ha logrado en situaciones muy difíciles

P. Me decía usted antes de la entrevista que no suele soñar.

R. No, te decía que no suelo acordarme de lo que sueño.

P. Cierto, porque soñar, soñamos todos.

R. No sé muy bien por qué será. Tal vez porque mi sueño es muy profundo, porque duermo muy bien. Tal vez sea ese el motivo por el que en casa, cuando mis hijos o mi esposa me preguntan qué he soñado, les diga que no lo sé. Francamente, no lo sé.

A mí los ranking no me preocupan mucho

P. Pero sí soñará despierto. ¿Cómo sueña que será la Universidad dentro de cuatro años, cuando termine su mandato?

R. La Universidad que yo sueño es una en la que todos nos sintamos orgullosos de pertenecer y sea parte de un proyecto común, con objetivos, que crece día a día superándose a sí misma. Para que dentro de cuatro años podamos decir con todo el orgullo del mundo que nosotros, junto con la comunidad universitaria, hemos hecho realidad esos 67 compromisos del programa electoral.

P. Esa respuesta sería un magnífico final para la entrevista, pero me ha suscitado una última pregunta que me gustaría hacerle. No me ha hablado de rankings. Ni en esta respuesta ni en ninguna otra. Y eso suele ser una obsesión de todas las universidades. Usted nunca habla de ellos.

R. No, porque yo con lo que estoy obsesionado es con el detalle, con el día a día, obsesionado con el hecho de que mis compañeros y mis estudiantes tengan los medios suficientes para poder trabajar porque si eso lo conseguimos, el ranking viene solo. A mí me enseñaron desde pequeño que las cosas hay que demostrarlas andando y con solidez porque puedes estar un día en el puesto más alto del ranking y si no hay solidez, al día siguiente te hundes. A mí los ranking no me preocupan mucho.

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