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Paco Castillero: “Mi temperamento no sirve para la política”

Francisco Castillero | MADERO CUBERO

Juan José Fernández Palomo

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Francisco Castillero Rey (Córdoba, 1945) nos recibe en la sede de la Federación de Peñas Cordobesas, una casa con patio, dos plantas y terraza al borde de la Judería. Nos hace un recorrido por las diferentes estancias: hay carteles de romerías, Semana Santa, toros, fotos (de Córdoba, obviamente, de San Rafael, obviamente), una gran habitación en la que se encuentran ordenados los trajes de los Reyes Magos y sus pajes, de una pared cuelga un pendón -que es un banderín grande, por si lo dudaban-, un vestido de torear de Finito en una vitrina, una escultura metálica de don Quijote, metopas, diplomas... en fin, un montón de cosas.

Nos sentamos en la mesa de la sala de juntas de la directiva. En un lateral, un hueco en la pared de la estancia es un camarín donde está la Virgen del Carmen que el próximo verano, en su fiesta, los peñistas quieren sacar en procesión con barcazas por el Guadalquivir como antes se hacía, según nos explica, preocupado por la producción de ese fluvial asunto como de tantos otros que organizan las 172 peñas actualmente federadas, unos 6.000 peñistas de cuota que son las huestes con las que cuenta Castillero, un sacador de fuego jubilado (no es cosa mitológica, es un oficio del gremio de la joyería) que preside la Federación desde el 18 de abril de 1995: cinco “legislaturas”, como él dice.

Le anuncio que voy a conectar la grabadora y que a partir de ese momento no habrá vuelta atrás.

Vale.

Pues, venga.

PREGUNTA. Parece un cargo vitalicio ¿aquí hay democracia?

RESPUESTA. Claro que hay democracia. En cada peña se vota y luego viene el presidente de cada peña y deposita en el Federación su voto. Si lo haces muy bien, te votan. Ha habido candidatos con mucha presión. Yo tuve un vicepresidente que me dijo, un año antes de acabar, que se iba para hacer campaña en contra mía. Yo le agradecí la sinceridad, pero luego volvió conmigo. En las últimas elecciones ya no había candidatos.

P. ¿Y esta sede?

R. Esta casa tenía los palos que se escapaban del tejado. Es de la Obra Social y Cultural de Cajasur. Yo tuve que decirle a don Miguel (Castillejo): esto hay que arreglarlo. Y él me dijo: cucha, cuando se tengan que ir los albañiles de aquí será porque tú lo digas, no vayas a decirme a los dos o tres meses que esto se ha quedado sin hacer, que falta no sé qué. Tú te vas mañana a ver a Pepe Huertas (entonces director de la Obra Social y Cultural de la extinta Cajasur) y le dices: Pepe, don Miguel ha dicho que entren los albañiles y no se vayan hasta que esté como queremos. Eah, pues ya está, si lo ha dicho don Miguel... Empaquetamos todo, un follón, todo el archivo... y lo llevamos a un local provisional. Empezó la obra

Don Miguel lo ha tenido controlado todo, siempre. No tenía nada más que llamar y preguntarle a uno o a otro: qué, como va la Federación de Peñas...

P. Así que esto lo pago Cajasur.

R. Todo, todo. Un dineral. Vamos es que esta casa era de la Obra Social de Cajasur. Esta casa le costó a don Miguel 2.700.000 pesetas en el año 64 o por ahí. De dos millones y pico que costó, yo no sé ahora lo que tiene que costar esta casa de 404 metros cuadrados con dos plantas y en el sitio en el que está: un pastón. Con todo el movimiento de Cajasur empezaron a preguntar...

P. ¿Movimiento de Cajasur...?

R. Sí, con la cosa nueva, que empezaron a preguntar que qué hacíamos nosotros aquí... me fui a hablar con don Miguel.

P. ¿Otra vez?

R. Es que don Miguel siempre había tenido a alguien aquí (en la junta directiva de la Federación), Manolo García, luego Paco Alcalde, antes de irse a la Agrupación de Cofradías, siempre un vicepresidente segundo, no primero, pero don Miguel lo ha tenido controlado todo, siempre. No tenía nada más que llamar y preguntarle a uno o a otro: ¿qué, como va la federación de Peñas...?

P. ¿Y a la Federación eso le parecía bien?

R. A ver, estaba puesto; Juan Pablo (Serrano, el presidente de la Federación anterior a Castillero) lo tenía, pues yo lo heredé. Sí, bien.

P. Por eso le decía que estas cosas no parecen muy democráticas. Es que venía un vicepresidente puesto a dedo...

R. Las cosas estaban así, mandaban a uno desde Cajasur. El último, ya digo, Manolo García. Luego ya eso lo dejaron. El caso es que don Miguel me dijo que le hiciera una fotocopia a un documento que tengo ahí en la caja fuerte y se lo enviase a los nuevos de la obra social de Cajasur.

P. ¿Para?

R. Porque ahí pone que esta sede es para uso de la Federación de Peñas mientras exista. A su disposición para sus actos culturales y sus cosas. Ahora, eso sí, de los nuevos ya no tenemos subvención.

Hay gente que ya está pinchando flores en las carrozas para que las podamos disfrutar luego. Eso está subvencionado, pero hay que ser un presidente muy serio y tener una directiva muy fuerte

P. ¿Ya no?

R. No. Nos dijeron que aquí en la planta teníamos un restaurante al que les cobrábamos un alquiler y eso ya era bastante. ¿Y tú sabes el dinero que tenemos que mover para nuestras cosas...?

P. Pues no lo sé.

R. Mucho: la feria, las romerías, la batalla de las flores... Hay gente que ya está pinchando flores en las carrozas para que las podamos disfrutar luego. Eso está subvencionado, pero hay que ser un presidente muy serio y tener una directiva muy fuerte; porque desde aquí somos los que pagamos esas cosas a cada peña con el dinero que recibimos. Esto tiene tela.

Antes, en todos los carteles, en la banda de abajo, ponía Cajasur. Se acabo la subvención: se acabaron los carteles donde ponía Cajasur

P. ¿Quién subvenciona a las peñas?

R. El Ayuntamiento, la Diputación y el Corte Inglés... Y las bodegas El Gallo que están con nosotros para el vino y la Cruzcampo, la cerveza. En nuestros actos, el vino es de El Gallo y la Cruzcampo, en la caseta, las banderas que pongamos, los carteles, siempre El Gallo y la Cruzcampo. El año pasado, las bodegas cumplían el 50 aniversario, y en todos los actos, tanto las mujeres como los directivos llevábamos un polo bordado con la marca. Antes, en todos los carteles, en la banda de abajo, ponía Cajasur. Se acabo la subvención: se acabaron los carteles donde ponía Cajasur.

P. ¿Cómo le explicaría a un marciano, si aterriza, qué es y qué significa una peña?

R. Aterrizó una persona muy gorda, que es el Rey, no sé para qué. Fue una vez que le dio un palmetazo en el culo a Rosa (Aguilar), él era así (sic); sí era cuando Rosa de alcaldesa porque el Rey con Rosa tenía mucha cosa. Y aquello fue muy gracioso porque estábamos en los pasillos del Ayuntamiento y al Rey lo subieron por el ascensor. Y el Rey llegó con la Reina, muy amable, fenómeno; nos estuvo saludando a todos, presentados por la alcaldesa, y al llegar a mí, Rosa dice: Majestad: el presidente de la Federación de Peñas. “Hombre”, dijo el Rey, “yo quería, porque lo he oído por ahí, que usted me explicase qué es eso de las peñas”. Muy fácil Majestad, le dije yo: mire usted, en Córdoba nos gusta tener a alguien con quien dialogar, convivir, que uno con un pollo, otro con el pan, otro con el arroz, nos vayamos al campo a hacer un perol, a juntarnos a jugar al julepe, una partida de dominó... el Rey se guirraba oyéndome... y como hay tantos bares y a veces te paras a ver si ves a alguien para comentarle algo y no está, pues mejor me voy a la peña a tomarme la copa porque sé que allí están los amigos peñistas y siempre hay ocho o nueve para hablar de fútbol, de toros, de esto y de lo otro, jugar una partida. Ahí encuentras el cariño, compartir los problemas, preparar una excursión o el perol del domingo... Entonces ¿para qué te vas a parar en un bar?

P. ¿Y lo entendió?

R. Claro que lo entendió.

"Hombre", dijo el Rey, "yo quería, porque lo he oído por ahí, que usted me explicase qué es eso de las peñas". Muy fácil Majestad, le dije yo

P. Hay personas que opinan que eso de las peñas es una cosa un poco cerrada, demasiado de aquí. ¿No tienen intercambios, contactos con otras peñas de otras capitales de España?

R. Sí. Yo he estado en la elección de la Reina de las Peñas de Málaga. Cuando yo entré de presidente había una vinculación con las peñas de Málaga, lo que pasa es que nosotros estábamos muy bien subvencionados y podíamos hacer esos viajes y montar 10 o 15 autocares para ir a las convivencias con los de Málaga. Y llegó un momento en que les dijimos a ellos que también se podrían venir aquí, pero tenían una subvención muy chiquita de su Ayuntamiento y no podían. Vinieron una vez y nosotros pagamos el 50% para ayudarles. Aquello tuvo que acabarse, pero sí hemos convivido con las peñas de Málaga; fíjate que tenemos ahí la virgen del Carmen, que nos la regalaron ellos. Pero, vamos, que yo he ido con la que fue ministra y antes alcaldesa (se refiere a Rosa Aguilar) de jurado a su caseta de la Feria de Málaga y aprendí mucho de ellos.

P. ¿Por ejemplo?

R. Pues a poner un reservado en la caseta para atender a las autoridades y esas cosas, pero a mí no me gustaba eso.

P. ¿Por qué?

R. Allí yo me sentaba con el presidente y decía “está aquí el presidente de las peñas de Córdoba”, y teníamos un camarero que con sólo mirarlo ya acudía. Yo intenté hacer eso luego en la caseta nuestra por si entraba alguna autoridad, algún medio de comunicación o algo, atenderlo mejor, pero eso no gustó porque el resto de los peñistas decían que si es que aquello no era nada más que nuestro, que si ellos tenían que irse a la barra o buscarse una mesa libre... total, que no lo volví a a hacer; porque yo he siempre he defendido a los peñistas: si ellos quieren entrar, tienen que entrar, igual que yo y quien sea. La caseta nunca estará con la puerta cerrada. Nunca.

El que tiene dinero quiere su caseta para él y para sus amistades, lo que pasa en Sevilla: copiado. Y a mí me parece fatal

P. Eso le quería preguntar, por el modelo de feria que en Córdoba siempre ha sido abierta.

R. Ea, pues ahora hay gente que dice que no. El que tiene dinero quiere su caseta para él y para sus amistades, lo que pasa en Sevilla: copiado.

P. ¿Y a usted que le parece eso?

R. A mí, fatal. Fatal, nunca. Y se lo dije al que era presidente de esa asociación (se refiere a Francisco Merlos, que presidió la Asociación de Casetas Tradicionales): mientras yo sea el presidente de las peñas no te lo voy a permitir. Y he tenido buenos atranques con él.

P. ¿Atranques?

R. Vaya. Una vez fue en una recepción municipal en la feria: me dijo Rosa (Aguilar): “ven Paco, te voy a presentar a Merlos a ver si las cosas se solucionan...” Yo me resistí, porque no quería verlo, pero me lo encuentro y le dije: “no estás dando lata con lo de las casetas tradicionales, cuando nos vinimos de La Victoria al Arenal esto siempre ha sido una feria abierta y si no te gusta, no pilles caseta para cerrarla y meterte ahí con un traje oscuro...” “Bueno, bueno, hoy no voy a hablar contigo, que te veo muy nervioso”, me dijo el tío. Y yo le respondí “¿que estoy nervioso. ¡Mira, no vas a hablar conmigo en tu vida!”. Y la alcaldesa y Marcelino (Ferrero, entonces edil de Ferias y Festejos) calmaron la cosa. Pero hombre, que no, que así no. Es que quieren volver a otra cosa... Si hasta al nuevo director del Círculo de la Amistad lo tienen presionado porque el hombre lo está abriendo a los peñistas. Y yo se lo agradezco y le digo que había peñistas que nunca habían pasado por su puerta para adentro... En fin. Por cierto, que el 6 de abril hacemos ahí la elección de la Reina de las Peñas.

P. Hace poco remodelaron el escenario del salón, ¿no?

R. Sí. Y está precioso, con dos pasarelas, las nenas suben por un lado, bajan por el otro, en el descanso ponemos flamenco... Precioso. Nos deja el salón, pero a cambio, nos ha pedido que le organicemos un recital de copla para algo benéfico, para la Cruz Roja o para lo que sea.

P. Ahora que recuerda lo de la Reina de las Peñas, no poca gente piensa que esto de las peñas tiene un punto machista.

R. Tengo a mujeres en la junta directiva y hay muchas mujeres presidentas de peña. Y van casi mejor, porque atraen a mujeres, les dan confianza para que vayan a la peña. Las mujeres de los peñistas van ahora más cuando hay una mujer de presidenta. Y lo aprueban.

P. Pero las mujeres también pueden ser machistas.

R. Claro que pueden ser machistas.

Si las calles de Córdoba no tuvieran mujeres de la categoría que tenemos es como si a un patio lo dejases sin macetas. Faltaría algo

P. Pues eso. Lo digo porque lo de la elección de la Reina suena machista.

P. Bueno; el Carnaval hace las dos cosas, hace lo del sultán y la sultana. Siempre lo han hecho desde que yo me acuerdo. Tal vez ahí encaja mejor... Nosotros, lo de sacar a un peñista no lo vemos. La vocal de cultura y la vicepresidenta, que son mujeres, a veces han comentado “podríamos...”; no sé, no lo veo, pero si alguna vez se decide... lo mismo que en lo de la copla, que lo mismo participan mujeres que hombres.

P. Pero vamos, que la Reina es la reina...

R. Yo qué sé; es que encaja más una morena, una chavala guapa cuando va con su corona, con su sombrero cordobés, con su traje de faralaes, cuando sale con su carroza en la batalla de las flores, con un montón de damas... Yo es que creo que es una cosa más natural.

P. ¿Natural?

R. Hombre, yo muchas veces digo: si las calles de Córdoba no tuvieran mujeres de la categoría que tenemos es como si a un patio lo dejases sin macetas. Faltaría algo.

P. Bueno, es una manera de decirlo.

R. Yo creo que sí. Es que vas por la calle y te dices “¡me cago en la madre que parió!”. Si pasas por las Tendillas y ves a las nenas del instituto con unos cuerpos... viene la gente a Córdoba y flipan y dicen que en Córdoba tenemos a las mujeres más guapas del mundo. Y no es que tengamos las más guapas del mundo, pero es que tenemos tantas... Si ves a las extranjeras, que muchas pasan por aquí, las japonesas, las chinas, con las zapatillas, con esos pelos y dices, pero si no hay ninguna guapa, y van nuestras nenas con sus tacones, sus piernas... ¿pero qué sería de Córdoba sin sus mujeres?

P. ¿Le han tentado a usted desde la política?

R. A mi sí. Tres veces. La última vez Javier Arenas; bueno, su oficina del partido aquí. Y Rosa (Aguilar) que se quiso llevar a dos directivos míos. Al de deportes y al que se sienta aquí (señala el lugar que ocupa en la mesa el vicepresidente), que no quiso. Al final se fue Francisco Ruiz a su lista electoral, pero no salió. Y a mí me preguntó “¿contigo qué hago?”, y yo le dije: “Rosa, la próxima vez que me digas algo de eso, no te hablo más”. Yo a Rosa la conozco desde que éramos chiquitillos allí junto a la plaza de toros. Pero yo no sirvo para la política, mi temperamento no sirve para eso, sirve para esto, para mover lo de las peñas.

P. ¿Y sin que le llamen, dar el paso por su cuenta, como Rafael Gómez, por ejemplo? Por cierto, ¿qué le pareció su decisión?

R. Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Hay muchos comentarios de todos los temas de Rafael Gómez, que si se ha metido ahí para no pagar la multa, que esto, que lo otro. Yo siempre he tenido la ayuda de Rafael Gómez, siempre que llegaba octubre nos pasábamos por su oficina y le decíamos que se dejase caer con algo. Y cogía el talonario y, por poco, cada octubre nos daba 2 millones de pesetas... Cuando decidió meterse en esto (se refiere a la candidatura de UCOR a las pasadas elecciones municipales), uno de los que estaba en la foto allí en las naves de Colecor era mi hermano el mayor, que vive en Cañero Viejo, y yo le pregunté que qué hacía, y me dijo que nada, que Rafael lo había llamado y que daban una copa, pero ya está.

Tres veces me han tentado para la política; la última vez, Javier Arenas

P. Pero Gómez es su amigo ¿no?

R. Claro. Bueno, el champú para el pelo blanco que me echo me lo regaló Loli, su mujer, y yo he estado en la boda de sus hijos. Bueno eso no eran bodas, eso era un espectáculo.

P. Por cierto, circula por ahí un chascarrillo que dice que ese champú que le regaló Loli no se lo sabe poner. No sé si es una leyenda urbana, pero yo lo he oído.

R. Ah, es que se me ponía el pelo amarillo. Verás, un día que se presentaba una peña, en la Diputación, fuimos al patio blanco a tomar una cerveza y estaba Loli con su comadre, la suegra de su hijo, y me mira y me dice: “¿qué haces, te doy el champú y ahora vas tú y además te echas laca, que tiene alcohol?”. “Hombre, yo no puedo ir con los pelos de cualquier manera como va Rafael”, le contesté. “¡Es que así se te pone amarillo! La madre que te parió, con lo caro que es...” “Yo qué sé...” Esta mañana me lo he echado otra vez. Me lo pongo cuando me acuerdo.

P. ¿Y de donde viene ese champú tan especial? ¿Tiene una fórmula secreta como la cocacola?

R. Se lo manda su hermana de Barcelona. Es negro, pero te lo dejas un rato y mira, te deja el pelo como la nata: blanco blanco. Pero, claro, yo no puedo ir mal peinado. Yo tengo que ir siempre bien arreglado porque voy representando lo que represento. No me arreglo nada más que cuando salgo al campo a montear a tirar a los conejos; pero si no, siempre chaqueta y corbata y bien.

P. Nos hemos desviado con el asunto del champú, pero me estaba contando lo de las tentaciones políticas.

R. Eso, que la última vez me llamaron para invitarme a comer con Arenas y yo dije que no, que a ese hombre no lo conozco de nada, bueno sólo de verlo en la tele y en el periódico. Que no, que no, que yo no quiero ser político, hombre. Y menos con Arenas, ya ves tú, que lo tengo atravesao desde que quiso entrar de presidente de la Junta. Menos mal que no, porque hubiésemos estado arreglados...

P. Vamos, que de política nada.

R. No va con mi carácter. Te voy a contar una cosa que me paso una vez en un Pleno del Ayuntamiento con uno que ahora es muy amigo mío:. Estaba yo recién llegado a presidente y Merino (Rafael) era el alcalde. Allí, Amelia Caracuel (en esa época y ahora concejala delegada de festejos) pedía que nos adelantaran dinero del convenio para que la Federación pudiera pagar la batalla de las flores y salió Juan Andrés de Gracia (concejal en la oposición municipal), que estaba en IU, me parece, y empezó a atacarle a Amelia Caracuel diciendo que por qué había que adelantarle el dinero a las peñas, que hay asociaciones de vecinos que también lo necesitan, que si a ver si es que las peñas son los “niños bonitos”... Ya ves tú, que yo no sabía lo que era un Pleno ni nada y me preguntaba qué dice éste de nosotros. Total que Merino hace un receso en el pleno de diez minutos y salimos al pasillo. En esto que me encuentro con Juan Andrés de Gracia y me voy para él y lo agarro del cuello y le digo “me voy a cagar en tu puta madre! ¿Qué tienes tú en contra de las peñas?”, y le pegué un testarazo contra la pared. Me separaron, pero vamos, que no paso nada y, ya digo, ahora me ve por la calle y cruza de acera y nos damos un abrazo.

Es un champú negro, pero te deja el pelo como la nata, blanco blanco

P. Pues sí, no parece tener carácter para la política. Nombraba la batalla de las flores que se celebra el primero de mayo, coincide, por tanto, con la manifestación del Día del Trabajo. El año pasado se publicó que usted dijo que la manifestación había boicoteado a la batalla de las flores.

R. No, no. Yo no pude decir eso. Es que el año pasado fue un desastre aquello. Yo dije que siempre nos habíamos puesto de acuerdo; cuando pasaban ellos, pasábamos nosotros. Lo que pasa es que el año pasado hubo dos manifestaciones, una aparte de la CNT, me parece, y lo que dije es que algún error había habido, porque me dijeron que estaba autorizada por el subdelegado, pero nosotros siempre habíamos salido después de la única manifestación. Alguien se equivocó. Nunca hemos tenido problemas con la manifestación, aunque no lo haya entendido.

P. ¿Y por qué no lo entiende?

R. Porque yo nunca he estado en manifestaciones. A ver ¿por qué vamos a quitar la batalla de las flores, que es la anunciadora de las fiestas del mes de mayo en Córdoba?

P. Si eso está muy bien, pero es que el Día del Trabajo es internacional. Hay mundo más allá de Córdoba.

R. Ya lo sé, si nunca ha habido problemas: pasan ellos, salimos nosotros con nuestras carrozas; pero el año pasado el subdelegado tuvo la culpa, lo que pasa es que, después para qué vas a decir nada, que, luego “te metes en los pepinos”, como siempre pasa aquí.

P. ¿Siempre?

R. Casi siempre. La primera vez que salimos con la batalla de las flores estaba Manolo Pérez, que estuvo de alcalde seis meses, y hubo problemas y no me dejaban pasar a donde él estaba; pero le dije que tenía que hablar con él y me dijo: “venga, pasa, pasa: ¿qué pasa, Paco?” Y las cosas se solucionan. Por eso digo que este alcalde (José Antonio Nieto) parece que se esconde, o lo esconden, que no quiere estar con el pueblo; se enfadan con él los del Carnaval, las peñas... Se va a pelear con todo el mundo. Al pueblo hay que escucharlo, porque tú estás comiendo del pueblo, tú y todos los que tienes alrededor. No lo entiendo. No sé si es que vienen para estar cuatro años nada más ¿Y el pueblo, qué? No lo sé...

José Antonio Nieto parece que se esconde, o lo esconden, que no quiere estar con el pueblo

P. Con la que está cayendo, ¿un Primero de Mayo dónde debería acudir un peñista, a la batalla de las flores o a la manifestación del Día del Trabajo)

R. A la manifestación. Pero digo una cosa: si sólo a las peñas les vamos a retener o le vamos a restringir, vamos a reducir otros gastos, otros actos que se hacen en Córdoba. Vamos a reducir todos. Yo estaría dispuesto a que el dinero que ese día se gasta en claveles destinarlo a personas que le haga falta, y que sólo paseen la maravilla de carrozas que hacen las peñas. Si eso lo hiciéramos todos, seguro que no se queda tanta gente sin comer cada día. Pero si lo hiciéramos nosotros nada más, no llegaríamos a nadie. Es que hay por ahí tanto coche oficial, tanto ordenanza, tantos asesores, de todo. O nos apretamos todos el cinturón, porque los políticos ni se lo aprietan ni se bajan los sueldos.

Catedral; porque si le dicen mezquita cambia todo

P. ¿Cómo le llama al monumento más importante de Córdoba?

R. Yo le llamo Catedral. Y llevan razón quienes dicen que “eso” se lo dieron a los curas y que la Junta de Andalucía se gasta muchos dineros en arreglarlo. Y es un dineral lo que entra ahí a diario ¿dónde van esos dineros? Ya se verá. Si se lo han dado a los curas, que hagan ellos las obras. O a esto se le da un arreglo o que cobre la entrada la Junta de Andalucía. Porque si hay que arreglar los tejados o lo que sea... Lo que no sé es por qué la Junta ha estado callada con este asunto. No sé cómo van a solucionarlo. Que se lo han dado a los curas, y los cordobeses entran gratis, ea, muy bien; pero si hay que arreglar algo, que lo paguen ellos. Si no, que no le cobren a nadie.

P. Es decir, usted es partidario de que la gestione la Junta de Andalucía, pero que se llame Catedral.

R. Sí, Catedral. Porque si le dicen Mezquita cambia todo.

P. ¿Cómo?

R. Es que esa mezquita desapareció. Era mezquita desde el altar mayor hacía atrás. Pero ya es catedral. Era mezquita porque la usaron los moros, los árabes, pero luego ya pasó a la Unesco y pasó a ser natural de aquí... entonces ya es catedral.

P. ¿Ah, sí?

R. Claro.

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