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La dulzura de un punteo y nada de indecisión en la sastrería

Comparsa "El Taller desastre" | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas inició este martes su fase de semifinales con una función en que destacaron El taller desastre y Juanito, el indeciso

De la Comarca de la Tierra Media a la visión de unos tipos con más cara que espalda, el escenario se convierte tanto en una sastrería como en un cuarto de baño o en una pastelería. Es lo que tiene el carnaval, que este martes volvió a llenar con sus coplas el Gran Teatro en la primera de las tres funciones de semifinales del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC). La sesión comenzó a las ocho de la tarde y se prolongó hasta casi la una de la madrugada, con un patio de butacas semivacío. El inicio llegó de la mano de la chirigota Los que salimos por hobby, que tras dos buenos pasodobles dedicados a la mujer y al pregonero de las fiestas este año, Pablo Castilla, dedicaron un cuplé al Córdoba y a su campaña de abonados, por la cual si el abono será gratuito la próxima temporada si el equipo no juega el play off. “Como no cambie la cosa, nos comemos un mojón”, cantaron. Después llegó el turno de Maldición ya soy del club, dentro de la misma modalidad, que ofreció una actuación siempre llena de humor.

Incluso los pasodobles hicieron reír, lo cual es de agradecer. Muy bueno el segundo, por cierto, que trató de explicar la diversidad de “cagadoras” en el íntimo momento compartido con el váter. Justo después aparecieron sobre las tablas los sastres de Miguel Amate y José Manuel Aranda. La comparsa El taller desastre sonó bien, con el sello de sus autores, y ofreció un repertorio bastante bueno. “Tú consigues que yo siempre pierda el hilo”, confesaban en su estribillo de cuplés. Nada más lejos de la realidad, pues cosieron bonito. Credenciales presentadas por el grupo sevillano para estar en la final. De Pozoblanco llegaron unos simpáticos emoticonos de whatsapp llamados Tiene guasa. Y la tuvo esta agrupación, que mandó un mensaje a José Ignacio Wert: “Por esta tierra, Andalucía, haga un recorte en su lengua antes de hablar”. Tras una chirigota se dejó ver sobre el escenario otra. Un gran cuarto de baño, con un inodoro enorme y un buen puñado de útiles de higiene. ¿Dónde quedaba ese servicio? Al fondo a la derecha.

El grupo femenino de Marcos Monje terminó su actuación con el Gran Teatro en pie. El público, que entonces era más numeroso, se divirtió con la escobilla de váter, el cepillo de dientes o el papel higiénico. Mucha higiene no es que tuviera la protagonista de su primer cuplé, una señora un poco cochina que tenía poco adecentado su cuarto de baño. Otro gran momento de la noche, ya sí lo era, llegó de la mano -y la guitarra- de Rubén Corvillo. Sus punteos son una delicia y ya resultan suficientes para no perder ojo, ni oído, de lo que sucede en el escenario. En el mismo apareció la comparsa de Peñarroya-Pueblonuevo Un cuento interminable. Letras impactantes las que presentó esta agrupación, sobre todo la de su primer pasodoble, dedicado a la donación de órganos con una historia emocionante. Y de los narradores de historias a la historia de un chico con un nombre kilométrico. Magníficos Juanito, el indeciso en todo momento. Hicieron reír y contaron con la participación del público.

Sí o no, ellos no tendrán claras muchas cosas, pero también hay credenciales ahí. Sus pasodobles también tuvieron tono chirigotero. Un no parar de reír con cada letra. Fue turno después de los asesinos de las películas de terror y, por tanto, de Jueves 12, verás tú mañana. Un buen popurrí cerró una actuación que contó con un primer pasodoble directo y acertado en torno a la figura del papa Francisco, cuya figura y forma de hacer defendieron. Del pánico se pasó al dulce. Era el momento de que El obrador hiciera acto de presencia para dejar nuevamente gratas sensaciones. Crítica, la comparsa de Alcalá de Guadaira dio un tirón de orejas a políticos, banqueros y demás: “En España hay chorizos para hacer una barbacoa”. “Eso es la Marca España”, concluyó sobre el asunto. Para tomar nota: “Porque la vida es bastante amarga, por eso hay que endulzarla”. Más credenciales.

Y cerraron la noche Los caraduras de Écija, que tuvieron que hacer frente, al igual que en preliminares, al último turno de una función. Estuvieron al quite y entretuvieron a un público participativo. Era poco, pero arropó a un grupo que dedicó una de sus letras a quienes le escuchan en el Gran Teatro.

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