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Paco Aguilera: “La Iglesia no es creíble para los más pobres. Ni ésta ni ninguna”

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Alfonso Alba

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Francisco Aguilera (Villanueva de Tapia, Málaga, 1939) no es un cura normal. Quien lo conoce lo llama Paco, a secas. “Lo de cura Paco es algo que me han puesto los medios de comunicación, pero yo soy Paco y ya está”, explica, con un tono de voz humilde y reposado. Paco, o el cura Paco, o Francisco Aguilera no es un cura normal. No viste de negro, ni de gris, ni tampoco lleva alzacuellos. Tampoco nada que lo identifique como sacerdote sino como una persona más, un hombre que está a punto de cumplir los 74 años y que con un discurso firme alterna las palabras “Jesucristo” y “Evangelio” con las de “revolución”, “alienación” o “transformación social”.

Hijo adoptivo de la ciudad, Francisco Aguilera, o Paco, o el cura Paco recibe a Cordópolis en el que lleva siendo su despacho desde septiembre de 1975, anexo a la parroquia de Valdeolleros. Con una modestia extrema, antes de la entrevista reconoce que el despacho es incluso grande cuando a cualquier visitante le resultaría extremadamente pequeño y humilde. Un escritorio de los 70 repleto de documentación, una mesita de reuniones (bajo cuyo cristal hay fotos) y estanterías con archivos desde 1975 hasta 2013 llenan la pequeña estancia que da a la calle Lorenzo Ferreira. Las paredes, humildes también, están decoradas con una especie de orla con los primeros militantes de las Juventudes Obreras Cristianas (JOC) de las que el cura Paco fue fundador. Junta a la orla, el cuadro de uno de los títulos de Francisco Aguilera, y sobre el marco una foto: la del Papa Francisco (o Papa Paco).

PREGUNTA. La primera pregunta es evidente teniendo enfrente al famoso cura Paco. ¿Qué tal con el nuevo Papa? ¿Se siente más representado con Francisco?

RESPUESTA. No hay que exagerar la cuestión de los papas, ya que todos los papas han tenido sus aportaciones. Doctrinalmente Juan Pablo II dijo que el capitalismo no se podía aceptar. Benedicto XVI levantó toda la cuestión de las finanzas del Vaticano. Éste [el Papa Francisco I] presenta la opción por los pobres de una forma como más continuada. En definitiva: en la Iglesia siempre nos hemos sentido cómodos [se refiere a los cristianos de base] aunque hayamos tenido dificultades en todos los momentos históricos. Doctrina social de la Iglesia coherente con lo que hemos hecho siempre la ha habido y todos los papas lo han visto. Este Papa tiene la especialidad de que continuamente subraya esa dimensión. Entonces, como que te sientes, no más seguro uno personalmente en relación a la doctrina o al espíritu de la Iglesia, sino que te sientes más seguro porque al ser tan expreso ese apoyo, el conjunto de sacerdotes, jerarquías y tal te puede admitir más fácilmente.

Al ser tan expreso el apoyo del Papa Francisco [a las doctrinas de los cristianos de base] el conjunto de sacerdotes y jerarquías de la Iglesia te puede admitir más fácilmente

P. El Papa Francisco habla mucho de la Iglesia de los pobres, de que los homosexuales también son hijos de Dios y él no tiene porqué decirle lo que tienen que hacer o dejar de hacer. ¿No respira usted incluso entre sus propios feligresas esa sensación de: ¡por fin!?

R. Sí, hombre. Hay una actitud masiva de admiración positiva y de aceptación de lo que el Papa dice. Incluso alguna gente que ya son cuarentones me dicen: Hombre, si este Papa nos hubiera cogido más pequeños nos hubiéramos acercado más a la Iglesia de lo que nos hemos acercado. Eso lo oyes decir.

Muchos cuarentones me dicen: Hombre, si este Papa nos hubiera cogido más pequeños nos hubiéramos acercado más a la Iglesia

P. Un amigo me dijo hace poco que este Papa lo había cogido ya demasiado ateo.

R. (Risas).

P. Es una pena, imagino.

R. Sí, sí, porque realmente si se te aparece alguna convicción, la de ser sincero contigo mismo, a esas convicciones deberíamos darle fuerza. Porque si no esto se puede quedar en una conversación estética, pero no en una conversación en la que uno se enfrente consigo mismo.

P. Cuando el Papa Francisco usa ese cuatro latas de hace 40 años para desplazarse, o vive en un pequeño piso de Roma fuera del Vaticano, ¿no le recuerda al primer cura Paco, Francisco Aguilera, cuando llegó al Naranjo y a Valdeolleros en su Vespino llena de chiquillos?

R. Bueno, su imagen es importante pero eso también es una anécdota (risas). También ha habido muchos curas que no han tenido coche o han tenido uno muy sencillo, ¿no? Lo del Vespino es producto de que estábamos unos jóvenes que éramos muy pobres y cuando yo planteé la posibilidad de comprarme un coche, a los chavales les escandalizaba porque ellos no tenían nada. Entonces, ese momento histórico me forjó. Luego lo de tener o no tener coche no es sólo una cuestión de opción por pobreza. Yo siempre he sido miedoso a la hora de sacarme el carnet o comprarme un coche. Ahí hay una mezcla de miedo y de opción, si es que la hay. También hay miedo, no es todo trigo limpio.

P. [En ese momento, cuando el cura Paco habla de este concepto de “trigo limpio”, 'Cordópolis' se queda en estado de 'shock', al no entender muy bien esa humildad tan extrema. Por eso, interrumpe el fotógrafo, Rafael Madero Cubero] Paco es que es muy modesto.

R. Sí, sí, sí. Puedo ser modesto pero también realista. Hombre, que voy a ponerme aquí... No, no, no. Hombre, porque ha habido miedos y demás...

No he sido un cura normal, aunque eso tampoco quiere decir que sea un cura más bueno

P. [Pregunta Madero Cubero] ¿Pero tú eres consciente de que no eres un cura normal?

R. Hombre, yo he tomado posturas que realmente muchos compañeros no las han tomado. Desde las anormales, lo que se sale de lo corriente. Desde ese punto de vista, sí he sido un cura no normal. Pero eso tampoco quiere decir que sea un cura más bueno, eh. El tomar decisiones de más claridad por los pobres también es otro condicionamiento. O sea, la experiencia que yo tuve en el barrio del Naranjo... Cuando yo salí del Seminario era un niño que pertenecía a los grupos más pijos. Salgo y me encuentro con una pobreza impresionante en el barrio del Naranjo y con un cura que estaba muy comprometido con aquella realidad, o sea, que no fue sólo mi visión sino que tuve el testimonio personal de un sacerdote que había optado por la gente del barrio. Esas dos confluencias, la pobreza objetiva y el testimonio del cura, me llevan a abrirme a mí, a hacer una lectura distinta del Evangelio, desde el punto de vista social y no sólo espiritual. Yo ya desde los ejercicios espirituales que hicimos para pasar de Filosofía y Teología, y para decidir definitivamente si íbamos a ser curas o no, se me hizo la acentuación de la pobreza personal. Yo por ejemplo no me compré manteo, que era una capa grande que caía sobre los hombros de los sacerdotes. De mi época fui el único que no me compré manteo. Y eso no estaba decidido por una actitud como más social, sino que era de imitación o de seguimiento de Jesucristo en la pobreza. En el Seminario yo le planteé algo al rector. En aquel momento no se le daba mucho descanso a los empleados. Por eso le propuse que los jueves que teníamos medio día de descanso un grupo de seminaristas queríamos limpiar los pasillos, los cuartos de baño, las salas, para que los empleados pudieran descansar. Eso no me procedía a mí de una mentalidad más social o abierta o una lectura del Evangelio más pegada al Jesucristo de los pobres, sino de la virtud de la pobreza en sí misma. Era una personalización de la pobreza, y no en la dimensión colectiva y social que Jesucristo sí le dio a la pobreza. Entonces, tenía ese fundamento. Y luego el barrio del Naranjo me dio otra dimensión más comunitaria, más colectiva.

Tendríamos que estar enfrentados al capitalismo para ser fieles a la doctrina de la Iglesia

P. Esa cura de realidad es la que le abre los ojos tanto a usted como a otros curas españoles que en el Tardofranquismo se implicaron socialmente. ¿Ya hoy nadie les llama curas rojos, no?

R. No. Primero porque no hay un enfrentamiento tan brutal como el que había en aquel momento, aunque ahora hay motivos más que suficientes como para estar enfrentados en la sociedad en la que vivimos. Desde el punto de vista del sufrimiento de la gente, hay mucho sufrimiento, desde el punto de vista del Tercer Mundo, y desde el punto de vista de la misma doctrina social. Juan Pablo II, como he dicho antes, dice ni comunismo ni capitalismo. Pero vivimos en un capitalismo puro y duro. Tendríamos que estar enfrentados a él para ser fieles a la doctrina de la Iglesia.

Es necesario que la comunidad cristiana plantee pasar de la caridad a la transformación social

P. Plantea entonces que ahora mismo tendrían que salir sacerdotes como las que salieron a finales de los 60.

R. Sí, pero con las connotaciones de una sociedad distinta, vivimos en un mundo distinto. Hoy serían los sacerdotes de otra forma, pero sabiendo una cosa: posiblemente, la sociedad española llegue a vivir una pobreza como la de los años 50. Eso es la teoría más segura que hay hoy. Está creciendo la economía sólo para un determinado sector. El resto se sigue empobreciendo. La llamada clase media, que eso es un sofisma sociológico, ni ha sido clase media porque era trabajadora, pero ahora sí que van a tomar conciencia de que van a dejar de serlo, porque va a empobrecerse. En este momento, la Iglesia se está sensibilizando en la cuestión de la caridad. Eso está dando un acercamiento a la realidad objetiva de la pobreza y en la organización de las parroquias. Nos haría falta profundizar más en que realmente quien produce esto es un sistema económico determinado, y enfrentarnos con ese sistema.

P. Dar un paso adelante y pasar de la caridad a la transformación social.

R. Eso es. Es necesario que nos lo empecemos a plantear toda la comunidad cristiana.

P. ¿Desde aquí, desde la parroquia de Valdeolleros en la que ha estado toda su vida y ha visto todo esos cambios sociales, imagino que estos últimos años tienen que estar siendo durísimos y se tienen que estar pareciendo bastante a los primeros que vivió, no?

R. Nunca los tiempos son miméticamente iguales. El nivel cultural es distinto, el nivel de la concepción del trabajo es distinto, el nivel de que todavía hay unos roles sociales de una época de abundancia son distintos... Pero realmente se están pareciendo los tiempos. Aquí, desde Cáritas atendemos a 110 familias. La pobreza existe. Y no todo el mundo viene. Hay muchos que tienen pudor o reciben ayuda de su familia. Pero la necesidad urgente existe. El paro juvenil es un dato sumamente admitido. Aquí hay muchos jóvenes sin futuro. También hay muchos jóvenes que provienen de familias más empobrecidas y más desestructuradas para los que hay que hacer un gran esfuerzo por reconstruirlos. Hay un chaval cercano a nuestra parroquia que se ha reestructurado pero es como si fuese un milagro. Ese niño ha tenido unas condiciones familiares, sociales y económicas tan deprimidas que cuando hoy lo ves que es un hombrecito que piensa, que sabe situarse... te parece un milagro.

P. Los problemas en cada época han sido distintos. En los 60 la pobreza en el barrio del Naranjo y llegaron los 80 y aquí al menos la droga pegó muy fuerte. La parroquia siempre estuvo ahí.

R. En los años 80 padecimos un gran problema con la droga. Además de por las personas, es que casi todos ellos vivían muy cerca de la parroquia y nos desvalijaron todo lo que pudieron (risas). Pero bueno, no ibas a hacer nada contra ellos porque eran más víctimas que verdugos. No le ibas a echar más cosas encima.

A los jóvenes casi el único proyecto de vida que les ha quedado es emigrar

P. Y ahora el problema vuelve a ser el de los 60, el de gente sin trabajo, sin quehaceres...

R. ... y sin proyecto de vida, sin sentido. Casi el único proyecto de vida que les ha quedado es emigrar. Y no todo el mundo tiene capacidad de emigrar. Eso es una realidad dura. Incluso desde el punto de vista económico, es una realidad de pérdida de valores y de posibilidades para nosotros.

P. También hay gente con mucho miedo.

R. Hay gente con mucho miedo. El miedo está más en los adultos que en los jóvenes. La gente a lo mejor no tiene una gran formulación de los parámetros de la crisis, pero sí tiene una intuición de que su proceso es por la pérdida de trabajo o sueldo, por la pérdida del sueldo de los suyos y por el encarecimiento de la vida. Estos elementos se conjugan e intuyen que éste no es el camino. También hay gente a la que la televisión no les engaña aunque no tengan una gran cultura. Saben que los tiros no son buenos.

Hay mucha gente a la que la televisión no les engaña aunque no tengan una gran cultura. Saben que los tiros no son buenos

P. No se creen lo de los brotes verdes.

R. No, no, no. Lo de los brotes verdes no se lo creen. No se lo creyeron entonces y tampoco se lo creen ahora.

P. ¿Se enfrenta usted a una parroquia sin esperanza, como con los brazos caídos?

R. No. Verás. Puedo hacer dos lecturas de la parroquia. Una es la interna. El pobre, pobre, pobre nunca está en la parroquia. No hemos conseguido una buena metodología, que seamos creíbles para los más pobres. La gente que está organizada en la parroquia, los 140 adultos que tenemos organizados, no pertenecen a grandes familias, pero comen. La desesperanza en el recinto parroquial, en los grupos, en los proyectos, no se masca. Se vive desde el punto de vista de la necesidad de la acción, de la necesidad de orar por esas realidades, de comprometerse con ellas... Pero no de una vivencia personal extrema. La Iglesia no es creíble para los pobres, pobres. Ni ésta ni ninguna.

P. ¿Porqué?

R. Porque no hemos estado tan cerca de los pobres. Tampoco tenemos un lenguaje apropiado para el pobre. Nuestra misma liturgia no es adecuada para ellos. Nuestro comportamiento de radicalidad en la lucha no es tan cercano a ellos. Tampoco nuestro comportamiento, aunque la mayoría de los curas vivamos en casas modestas. Los sacerdotes siempre tenemos cierto aire de distinción de una educación burguesa que hemos recibido. Todo ese conjunto nos impide tener un lenguaje normalizado con la gente. No estoy criticando a nadie. Lo digo desde mi propia experiencia.

Los sacerdotes siempre tenemos cierto aire de distinción de una educación burguesa que hemos recibido

P. ¿Cómo se dirigiría Jesucristo hoy día a los pobres del siglo XXI?

R. Hombre, Jesucristo, igual que allí se enfrentó con los dos sistemas que existían: el religioso, porque no transmitían ni el proyecto de Dios ni lo vivían, y echó a los mercaderes a la calle; y luego en su estilo de vida de pobreza, de su tiempo (no tenía tiempo ni para comer, dice el Evangelio), su dedicación absoluta, y su experiencia profunda del Padre. Él hizo noches enteras de oración e invitaba a sus discípulos a que oraran siempre. Él compaginó un encuentro con el Padre muy profundo y muy prolongado, compaginó una vida personal muy austera y compaginó una gran valentía de enfrentamiento, además de un gran amor a los pobres. No era ideología ni rebeldía, sino un amor profundo hacia ellos.

Lo de Jesucristo con los pobres no era ideología ni rebeldía, sino un amor profundo hacia ellos

P. Hoy día estaría en las manifestaciones.

R. Jesucristo estaría en todos los lugares donde realmente se defendiera al pobre, y por todos los motivos por los que se defiende al pobre. Eso lo tengo claro.

P. Estaría luchando contra el sistema capitalista.

R. Sí, en su globalidad. Que fue lo que hizo en su tiempo, aunque en aquel momento el capitalismo no estaba formalizado como ahora. Sí, lucharía contra los intereses de los que tenían poder y economía para oprimir al pueblo. Y también contra la misma ideología religiosa como producto de opresión.

Hoy día Jesucristo estaría luchando contra el sistema capitalista. Eso lo tengo claro

P. Me quedo con lo que me ha dicho anteriormente y me he quedado descolocado. Hablaba que vamos a volver a la pobreza de los años 50 con una seguridad que me ha dejado temblando.

R. Yo estoy convencido de eso. La crisis se lleva preparando mucho tiempo. La crisis se prepara con Reagan y la Tatcher, cuando Reagan se carga a los controladores aéreos y la Tatcher a los mineros, como símbolo de que la gente que había tenido más capacidad contra esos dos grandes imperios económicos los plancharon y les dijeron: no echéis más pulsos. Y nos dijeron a todos: no echéis más pulsos con el capital, que el capital siempre va a vencer. A partir de ahí se crea un proceso de empobrecimiento. Incluso en la época de Aznar, que fue un momento de desarrollo económico, se bajaron los sueldos. Esto es algo que se ha ido preparando. La alineación ideológica y cultural que padecen las personas para no darse cuenta de la realidad ni luchar contra ella es algo que está preparado. Esto no es de hace unos cuantos días. La gente se cree que vamos a salir de la crisis fácil o rápidamente, que esto está al caer... Esta alienación ha sido una preparación ideológica hacia todo nuestro pueblo, que es el más sencillo y el más pobre. Todos estamos alienados con una cultura que no es la real.

La alineación ideológica y cultural que padecen las personas para no darse cuenta de la realidad ni luchar contra ella es algo que está preparado

P. ¿Es un objetivo perseguido por los ricos para seguir siendo más ricos y que los pobres sigan siendo más pobres?

R. Claro, eso ha sido un arma fundamental para que el pobre no se levante, no tenga lucha y que además esté identificado con los valores de ellos.

P. ¿Y no es optimista sobre si va a llegar el día en que el pobre se plante y se levante?

R. El optimismo es algo que veo como más vital y cercano en lo temporal. Yo lo que tengo es esperanza en Dios. Creo que con la lentitud con la que Dios hace las cosas, porque admite la libertad del hombre, no tiene abandonado a su pueblo. Por eso, el capital, como han caído otros imperios, también caerá. Hay quien pone fecha de 50 años, hay quien pone fechas más cercanas. Yo no sabría determinar la fecha de la caída del imperio capitalista, pero sí creo que Dios ayuda a la Historia. Y la Historia nunca ha dejado de avanzar por vectores distintos que luego se han ido globalizando. Creo que Dios está con el pueblo. Y eso te da optimismo al saber y al pensar que esto va a pasar dentro de 20, 10 años... no tengo alcance para saberlo. Tampoco veo que ahora el pueblo esté levantado ni movilizado, sino que constato que la cosa irá lenta. Pero sí tengo esperanza en Jesús.

Dios está con el pueblo

P. ¿Qué es lo que falta para que ese pueblo se levante, que se pierda el miedo?

R. El pueblo tiene que cambiar de mentalidad y perder los grandes miedos que se le han introducido. También hay una clave fundamental: en esta cultura se nos ha hecho muy individualistas. Cada uno cree que se puede salvar por sí mismo, y cuando se salva a sí mismo se acaba el problema. Ha habido una profundización en el individualismo brutal. Estamos todos muy individualistas. Cuando digo todos empiezo por mí mismo. No critico a los demás como si yo no fuera hijo de esta cultura.

Estamos todos muy individualistas. Cuando digo todos empiezo por mí mismo

P. Primero buscamos resolver nuestros problemas y luego que el resto se busque la vida.

R. Sí. Pero luego si uno tiene el problema resuelto piensa en los otros más despacio. Eso es un pecado ya estructurado, que llamamos en la Iglesia. Ese pecado hay que combatirlo igual que combatimos el pecado personal. La Iglesia ya tiene doctrinas para eso. Tenemos que engancharnos a la lucha contra el pecado estructural y aún no lo hemos hecho.

P. Parece que ahora se está en proceso, con este nuevo Papa.

R. Yo creo que siempre la Iglesia empieza a tener vectores positivos para cada época, porque Dios está detrás.

P. Pero ha sido muy lento el cambio. Ha tenido que llegar este Papa para que se vislumbre.

R. No creo que sólo sea este Papa. Creo que Dios actúa por muchos medios, y no sólo a través del Papa. El Papa como cabeza le puede dar un empujón. Luego te vuelvo a decir lo que te decía al principio: no creo que los otros papas hayan estado dormidos. Hay vectores de su pensamiento y actitudes que han demostrado lo contrario.

La caridad es un vector cristiano. Pero creo que tendríamos que dar un paso más, que sería el de la lucha

P. También me quedo con lo que ha dicho de la caridad que tiene la Iglesia, pero ese mensaje cristiano que no acaba de exigir la transformación social.

R. La caridad es un vector cristiano. Pero creo que tendríamos que dar un paso más, que sería el de la lucha. Teóricamente se admite. Cuando habéis llegado estaba preparando la reunión de Cáritas de esta tarde y estaba leyendo [Francisco Aguilera lee un documento de Cáritas que hay sobre su escritorio]: “una profesión necesaria para vivir al servicio del hermano, que nos fortalece e ilumina para salir de nosotros mismos”. [Deja de leer] O sea, que se está en contra del individualismo que yo he planteado anteriormente. [Vuelve a leer]. “Y descubrir las llagas de Jesús que son todavía visibles en el cuerpo de los hermanos que tienen hambre y sed, que están desnudos y humillados. Tocando esas llagas, acariciándolas, es posible acariciar al Dios vivo”. [Acaba de leer]. O sea, que esto es un material oficial de Cáritas y es un material redactado por alguien que ha sido vicario de la Diócesis durante muchos años, que es Manolo Hinojosa. O sea, doctrinalmente esto está entrando. Quizás en las acciones está habiendo referencias a los defectos de los que hemos estado cerca del mundo de los pobres, a las posibles desviaciones que hemos tenido. Los pasos se dan ahora más calculados por hacer la integración de las dos dimensiones: la defensa del pobre pero desde una experiencia profundamente cristiana. Esa búsqueda de esa integración no se hace en dos días. Por eso puede que esté todo más ralentizado.

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