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Manolo Carrasco: “Nunca he sido simpático”

Manolo Carrasco FOTO: MADERO CUBERO

Juan José Fernández Palomo

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Quedamos con Manuel Carrasco (1958) para desayunar a las diez y cuarto de la mañana de un día laborable de octubre en una de las mesas de La Malagueña, local hostelero que aún se mantiene, tras avatares diversos, junto al Bar Siena -hoy cerrado, antes Gran Bar- y al lado de la tienda de confección Pañerías Modernas, otro emblema de este costado sur de la Plaza de las Tendillas que se resiste al paso del tiempo.

Es decir; estamos en el centro del cogollo de un centro de Córdoba que, mientras urbanísticamente parece seguir sin perder su identidad, sí lo hace desde el punto de vista social, comercial o demográfico. Por eso sobrevuela en nuestra conversación con Manuel un halo de cierta nostalgia. También de reproches ante ciertos movimientos del tiempo y el espacio -y de sus responsables- en el entorno de La Tendillas, la plaza que insiste en marcar el ritmo de la ciudad a golpe de falsetas flamencas.

Manuel ha limpiado, rellenado y enchufado las neveras y conectado el grupo del gas carbónico que refrigera los barriles de cerveza a presión del bar que regenta antes de su cita con Cordópolis. Tras la entrevista, volverá a abrirlo a mediodía como todos los días.

Es un bar pequeño, de apenas ocho metros cuadrados útiles, situado en “la mejor esquina de Córdoba, tan buena que ni siquiera Manolo la puede estropear”, dicen con retranca algunos de los clientes habituales.

Manuel Carrasco Espina es Manolo el del Correo y, si este redactor jugase a ser Robert Graves, no hubiese dudado en titular la entrevista como Yo, el Correo.

PREGUNTA. ¿Cómo y cuándo empezó todo?

RESPUESTA. Mi abuelo paterno era un indiano, de los pocos indianos que han habido por aquí, que vendía telas. Bueno, vendía telas y lo mismo un tractor que cualquier cosa. La verdad es que era un indiano “tieso”, pero con mucho arte. Acabó, con el aval de mi bisabuelo, poniendo un kiosco en esta esquina [señala la entrada de Jesús y María en Tendillas] que consistía en un barril de cerveza y una sombrilla. Empezó a vender cerveza a los viandantes hasta que el dueño del Gran Bar [luego Siena, ahora cerrado] le dijo, con mucha educación, que sería mejor que se buscase un local o algo, que quitase el kiosco de al lado de su terraza, pero de buen rollo, eh... Así que se busca el local de un limpiabotas y monta el bar ahí.

P. ¿El mismo local de ahora?

R. El mismo, el mismo: el local del Correo es hoy el que fuera el local de un limpiabotas antes del año 31, cuando se abre como bar.

P. ¿Y el nombre?

R. Era fácil: Correos estaba en el antiguo edificio de Simago, ahora cerrado de El Corte Inglés, justo casi enfrente del Teatro Góngora, que también se inauguró por esa época. También la farmacia en la esquina frente al bar se llama Correo y tiene casi los mismos años.

P. Estamos hablando de una empresa familiar, de tu padre y tus tíos, ¿no?

R. Sí, sí... Aquí trabajó mi abuelo, mi padre, mis tíos y mi primo Rafalín; el tiempo pasaba y todos fueron muriendo, demasiado jóvenes... uno de una úlcera, mi padre también pronto, mi tío en el famoso accidente del autobús que se cayó al río cuando iba camino del partido de fútbol, sólo un tío mío murió en la cama... De los del negocio sólo quedo yo.

P. Así que tú lo heredas...

R. Bueno, yo empecé a trabajar en él haciendo recados desde muy chico y, luego, en la barra; pero tuve un problemilla con mi padre porque no me quería asalariar, diciendo que yo heredaría el bar y que no tenía por qué contratarme... Así que me busqué la vida durante unos años y le hice caso a mi madre, que se emborricó en que me tenía que sacar el Bachiller, por lo menos... Total, que ya con 16 o 17 años, mi padre dice que me va a asalariar y empiezo a trabajar con él.

P. Hasta que fallece...

R. Eso es. Después hay que darle una vuelta al negocio, porque había una comunidad de bienes de la familia, me quedo yo al frente y desde el año 95 empiezo a ser autónomo.

P. Bien, ya eres el jefe ¿y ahora qué?

R. Bueno, me fui adaptando. En aquella época, Las Tendillas tenían un tráfico de trabajo, de cargas y descargas, de gente que venía de los pueblos... que acababan temprano y se tomaban una copa de ponche, de anís, coñac o un vino... Yo lo que hice fue especializarme y me dediqué a la cerveza y a las tapas de conservas, con algún refresco y un poco de vino blanco y tinto. No hay más en mi casa.

Todavía hay personas a las que le gusta tomar la cerveza de pie, hablar de todo, que te la sirvan rápido...

P. O sea, que el Correo es un bar no una taberna, que quede claro, porque ¿hay diferencia, no?

R. Claro: la taberna siempre ha sido en Córdoba un despacho de vinos, muchas de ellas con bodega dentro. Y no se comía, porque no había nada de comer. Aquí, en aquellos tiempos, sólo se comía en los merenderos o, aquí, en Las Tendillas, en La Malagueña, donde vendían cartuchos de pescaíto frito a la gente de los pueblos que venía en la Catalana [autobús de línea] a la capital al médico o hacer cualquier recado. Luego se llevaban el cartucho y se lo comían en el Correo con una cervecita.

P. Es que está en el mejor sitio. Tan buena es la esquina del Correo que ni tú puedes estropear el bar... dicen.

R. Eso sí puede ser verdad. Tiene su doble lectura, porque eso significa que ahí se echan horas, se da una calidad... me encanta que digan eso, porque se ve que no vienen por mí, sino que vienen por la cerveza: un punto a mi favor... lo que significa que no tienes que ser un simpático para dar un buen servicio.

No vienen por mí, sino que vienen por la cerveza, lo que significa que no tienes que ser un 'simpático' para dar un buen servicio

P. Ah, ¿es que no eres simpático?

R. No. Yo nunca he sido simpático; ni creo que llegue a serlo ya con 55 años que tengo... dentro del bar, quiero decir. Es que el bar es un negocio, es lo que me da de comer y no me puedo permitir tonterías, mi clientela es de todo tipo.

P. Hablemos de la clientela, si has visto cambios en ella y, de paso, de cambios en la plaza, en la ciudad desde esta esquina privilegiada...

R. Todo ha ido cambiando, evidentemente. Y yo me he tenido que ir adaptando porque si no, el bar no aguanta ni cinco minutos. Yo tenía, al principio, una clientela de gente mayor y ahora el núcleo del negocio lo mantiene gente de entre 20, 25 años a los 45, afortunadamente. Es que los mayores han ido muriendo y los jóvenes, por lo menos, recogen el testigo de las ganas de ir o de quedar en una tasca como ésta. ¡Menos mal, porque si no, viviríamos en un mundo de franquicias! Esperemos que este mundo no se pierda, todavía hay personas a las que le gusta tomar la cerveza de pie, hablar de todo, que te la sirvan rápido...

Me he tenido que ir adaptando porque si no, el bar no aguanta ni cinco minutos

P. Porque El Correo combina lo de ser un bar de paso con lo de alojar también parroquianos habituales...

R. Sí, afortunadamente, yo tengo un 60 o 70 por ciento de habituales, un 25 por ciento de flotantes [el lector se percatará de que una horquilla del 5 al 15 por ciento de la encuesta de Manolo se va al limbo; la estadística es lo que tiene], porque alguien se lo ha recomendado, por el paso de generaciones o por la publicidad...

P. ...y porque estás casi a las puertas del Casco Histórico, en lo que desde hace unos años llaman eje Tendillas-Mezquita...

R. ... presuntamente. Yo creo que esto más bien se llama “cacareado eje Tendillas-Mezquita”. De eje nada, y que me perdonen. Aquí un verdadero eje tendría que estar limpio de coches, motos, camiones... hasta coches de caballos me pasan por la puerta. A mí me da igual, yo estoy acostumbrado, son muchos años. Curiosamente, cuando esta calle [Jesús y María] no era peatonal no tenía ningún problema y ahora sí los tiene.

Aquí un verdadero eje tendría que estar limpio de coches, motos, camiones... hasta coches de caballos me pasan por la puerta

P. ¿Y cómo es posible, a qué te refieres?

R. Hombre, antes había unos acerados, la calle era más estrecha, hasta había un aparcamiento, carga y descarga... y ni un problema. Ahora, que se supone que es peatonal, de pronto sale un coche para arriba, otro para abajo, descargan camiones...

P. ¿Entonces no crees que sea bueno peatonalizar calles del centro?

R. Sí; pero bien hecho, no a medias. De verdad. Bien pensado.

P. Pues lo último ha sido la calle Cruz Conde ¿no te parece bien?

R. La idea es perfecta; pero el problema es que no pasan los autobuses de las dos líneas que antes pasaban y hay criaturas mayores que las echan de menos porque no se pueden mover, gente que venía de Cañero o de la dirección del Brillante... Y la calle está preparada para el peso y creo que se habían comprado unos autobuses ecológicos para poder montar una línea ahí y todo... yo creo que es una movida política. ¿Qué pasa? Pues que gente de San Andrés o de Los Trinitarios ya no pueden venir al centro, y no puedes tener a una persona mayor más de media hora montada en un autobús, porque ésa ya no lo coge más, coge un taxi o lo que sea o nada. Por lo menos eso me dicen mis clientes. De hecho, Las Tendillas pierde clientes precisamente por eso.

P. ¿Crees que la plaza de Las Tendillas está perdiendo, que el Centro se está desplazando, se está desvirtualizando?

R. Bueno, no; porque se están acometiendo obras que lo están dejando más bonito, más remozado. Lo que digo es que la gestión de la distribución de vehículos y demás está mal; no tienes más que mirar ese cruce [señala la entrada de Gondomar a la plaza] y ves coches que se meten por dentro, que van delante del kiosko de prensa, que se meten coches, camiones pequeños que van en dirección prohibida para abajo, dirección prohibida para arriba, hay un descontrol terrible ¿cómo lo solucionas?, pues no sé...

Aquí tenemos una asociación del casco histórico y se nos ha hecho el mismo caso que a una berenjena: nada

P. Pues en esta ciudad se habla mucho de participación ciudadana ¿nadie se ha reunido con los vecinos o los comerciantes del centro, os han consultado?

R. No, no, no, aquí nada. Aquí no ha venido nunca nadie a decir nada, sólo a dar malas noticias. Aquí tenemos una asociación del casco histórico y se nos ha hecho el mismo caso que a una berenjena: nada. Y eso tampoco es. Con nosotros no se cuenta para nada. Nos exigen, pero no se cuenta para nada. Yo recuerdo que, hace tiempo, Julio Anguita se sentaba aquí, en el Gran Bar, y la gente le preguntaba... y Rafa Merino también se sentaba ahí -por cierto, gran amigo mío, estudiamos juntos- y, si había un problema, se llegaba y preguntaba: “oye, Manolo, qué pasa...”, por lo menos se comunicaban y teníamos derecho al pataleo, por lo menos se tomaban el interés. Y en la última Corporación de IU, también, alguien se pasaba, alguien les hacía la pregunta del millón o la que fuera; estaban en contacto con el público, por lo menos se les veía...

Hace tiempo, Julio Anguita se sentaba aquí, en el Gran Bar, y la gente le preguntaba... y Rafa Merino también

P. ¿Y ahora nada ni nadie?

R. Nada. El único al que veo es a Rafael Campanero que, por cierto, es muy amigo mío y mi vecino, con el que charlamos muchas veces; bueno, charlo yo con él, a parte de eso está casado con una prima mía y, de alguna manera, políticamente, nos une un enlace familiar... pero, por lo demás, aquí nadie se ha preocupado de nada... Bueno, hace tiempo sí nos reunimos un par de veces con José Joaquín Cuadra, allí en el parque de la policía [sic] y cambiamos impresiones, por lo menos.

P. Pero, vamos, que con la nueva corporación municipal, que lleva dos años, silencio ¿no?

R. Verás, yo no digo que lo están haciendo aquí para dentro de dos, cuatro años, no sea un proyecto que hasta puede ser bonito y encantador, será perfecto; pero, tío, comunícate, háblame, dime “esta calle se ha cortado por esto por esto y por esto”, pero no mutis por el foro y aquí hacemos lo que nos da la gana. A lo mejor no están haciendo lo que les da la gana, sino que hacen lo que tienen que hacer, pero cuéntalo, dímelo...

Tío, comunícate, háblame, dime "esta calle se ha cortado por esto por esto y por esto"

P. Lo último ha sido lo de la remodelación de la calle Málaga...

R. Bueno, bueno, bueno; eso ha sido un auténtico descabece. Es que lleva un año, de cinco meses que iba a durar la obra. Es que a mí no se me ocurre -y que me perdone el señor alcalde- darle a una empresa que está en preconcurso de acreedores un trabajo como ése, que un día haya tres tíos, otro dos, que a los tres meses no haya ni gasoil que echarle a las máquinas. Tú te vas a un juzgado y pones a otra empresa. Es que hay empresas que me han dicho a mí: “Manolo es que yo tengo a todos mis tíos [sic] dados de alta, que los tengo muy bien, y que me ofrezco al Ayuntamiento”, y va se lo dan a una que está en concurso de acreedores, vamos es que eso me lo han dicho. Yo no sé si eso ha sido legal o no legal... esa no es mi obligación. Mi obligación es poner cervezas y punto y pelota; pero creo que ahí se les fue la mano mucho, muchísimo, y eso es un fallo garrafal.

Mi obligación es poner cervezas y punto y pelota

P. Suena un poco caótico...

R. ... calles cortadas por los laterales... un desastre. Bueno, hace dos días, sin ir más lejos, una moto saliendo de la calle y una bicicleta bajando por Gondomar, se encontraron en el cruce y se pegaron una leche... gracias a Dios no pasó nada, pero podía haber pasado. Aparte, eso: bicis zumbando para acá, zumbando para allá, ring, ring, ring... una locura, esa calle es una locura, esa calle tiene de peatonal lo que yo de cura: nada. Una hecatombe, vamos.

P. ¿Y después de tanto tiempo en esa esquina de Las Tendillas viendo como ha ido cambiando, crees que cualquier tiempo pasado fue mejor, te queda hoy tiempo para la nostalgia?

R. Yo conocí Las Tendillas de otra manera, pero fui de los pocos que dijo que lo se hiciera en la plaza siempre iba a ser bueno y, efectivamente fue bueno. Después los proyectos que cada uno quisiera inventar, averiguar, cambiar o descambiar, a mí eso me traía sin cuidado, pero Las Tendillas necesitaba un arreglo, se le ha hecho, será mejor o peor, no lo sé; cuando hicieron la Torre Eiffel dijeron que era una barbaridad y hoy es el símbolo de Francia. Estamos en las mismas. Que le sobran los arbolitos, pues a lo mejor le sobran los arbolitos; que los chorritos ahora son más finitos y antes eran mas gordos, pues muy bien; los bancos, en invierno se te congela el culo y en verano te quemas, vale, pero en fin.

Es que tienes que renovarte constantemente; esto no es la Mezquita, esto es una plaza y tiene que estar bien ¿correcto o no?

P. Vamos, que no hay nostalgia, que la plaza, a pesar de errores, avanza ¿no?

R. Claro. Es que tienes que renovarte constantemente; esto no es la Mezquita, esto es una plaza y tiene que estar bien ¿correcto o no?. El Gran Capitán sigue ahí. Y si el Gran Capitán y el Fénix siguen ahí, pues queda bien. Bienvenido al club, ya está. Lo demás hay que restaurarlo y dejarlo bien. La decoración tiene que ser acorde a los edificios de alrededor. A mí, por ejemplo, en La Corredera, las súper fantásticas farolas que han puesto allí, como tú comprenderás, es como un santo con dos pistolas; eso es más feo que Dios, pero bueno, también entiendo que ellos sabrán por qué lo hicieron o como lo del edificio aquel de la plaza de Judá Leví que era para meterle fuego, bueno, pues rectificaron. Yo creo que Las Tendillas está bonita, ha quedado bien, necesita su mantenimiento pero la veo bien, no está para crucificarla como dijeron algunos.

P. Y sigue siendo el punto de encuentro de muchas actividades de la ciudad, desde la Semana Santa a la Fiesta de Fin de Año, manifestaciones, algunos conciertos...

R. ... claro. Y yo entiendo que los vecinos de aquí tienen que estar para cortarse las venas.

Los vecinos se van, aquí ya casi sólo quedan oficinas, franquicias... el centro se desplaza hacia el vial Norte

P. Pero cada vez quedan menos vecinos, o una población muy envejecida...

R. ...sí, los vecinos se van, aquí ya casi sólo quedan oficinas, franquicias... el centro se desplaza hacia el vial Norte, creo yo. Aquí nos salvamos un poquito, pero se seguirán yendo más bancos y oficinas. Aquí sólo quedamos cuatro pelmazos. Como en la Corredera, donde el mercado se muere, se está muriendo, y es una pena. Hay que estudiar las cosas y no dejarse llevar por grupos de presión. ¿Por qué no hay transporte público si la calle se hizo para aguantar peso? [ahora Cordópolis confiesa que ya no sabe si Manolo se refiere a la propia plaza o a la calle Cruz Conde o a todas las calles del centro]. Será peatonal, pero los coches se siguen colando por todas partes, los que entran o salen del aparcamiento de la calle Málaga, gente que viene de fuera, que le dan vueltas a la manzana y no le sirve de nada. Creo que en eso no lo están haciendo bien, desde mi punto de vista y desde lo que yo oigo.

P. ¿Crees, entonces, que las distintas corporaciones se dejan llevar por lo que tú llamas “grupos de presión”? Y si es así ¿a quiénes te refieres, algunos comerciantes, algunos vecinos, todos...?

R. Yo creo, desde mi punto de vista, que se ha vendido mucho el culo [sic] en estas últimas elecciones municipales. Se ha vendido mucho a mucha gente por los votos. Se ha hablado de problemas que no había y, de los que había, no se ha hablado. ¡Coño, hagamos críticas constructivas, no destructivas, que eso no significa que te vayan a dejar de votar! Sal a la calle, date una vuelta, siéntate en una terraza, habla con la gente, mira cómo va el tráfico, las barbaridades que se hacen... ¡No te metas en tu despacho!

Aquí hay vecinos muy decepcionados con el alcalde que votaron, porque los están machacando con noches flamencas, Semana Santa, cruces...

P. ¿Así que crees que ahora hay mucho despacho y poco zapato?

R. Sí, sí. Hay poco contacto con la gente. Y que no me digan que el contacto es salir en el periódico o acudir a un perol, no, no, no. Tienes que estar con la gente, con la gente que te ha votado. Aquí hay vecinos muy decepcionados con el alcalde que votaron, porque los están machacando con noches flamencas, Semana Santa, cruces... es un botellón aunque le llamen ahora “reunión de no sé qué”... que no vistan la mona.

P. En fin, hablemos del futuro, aunque sea el futuro cercano ¿cómo lo ves?

R. Mal, muy mal. Cada vez viene menos gente, el eje Tendillas-Mezquita no se promociona, los coches tendrían que quitarlos del todo o quebrarles la ruta porque cuando un tío en un coche se encuentra una recta de 200 metros se pone a 40 ó 50 por hora y se puede llevar palante al que salga de una heladería o de un bar, o del teatro. Un día van a arrollar a alguien; es que las motos van lanzadas, las bicis van lanzadas... es que hay que echar [sic] a la gente a andar. Se hacen barbaridades, no hay suficiente policía que controle o que nos pregunte y que hagan informes para mejorar las cosas, se corta la calle para que pasen los niños de los colegios, cuando hay otra detrás más ancha por la que podían pasar... vamos, eso es lo que pienso yo, es mi opinión...

P. ... hombre, es que la entrevista es a ti.

R. Ya, ya. También es que hay muchos recortes, lo entiendo, pero la idea esa de “policía de barrio” creo que se ha perdido totalmente. A veces, cuando no están de servicio, los policías vienen a tomarse una cervecita, pero no los vas a agobiar... Creo que el centro lo tienen un poquito dejado de la mano de Dios. Aquí debería venirse un día y otro y otro para verlo. Hay negocios de 80 años que se mueren, algo tendremos que decir algún día antes de que nos manden a la porra.

Los negocios nacen, viven y, después, se mueren, todos, toditos... que no queda ni uno

P. ¿No será el propio paso del tiempo, que es inexorable?

R. Por supuesto, claro que es inexorable, lo mismo mañana no estamos aquí ninguno. Yo no voy a durar toda la vida, y los negocios nacen, viven y, después, se mueren, todos, toditos... que no queda ni uno.

P. ¿Le queda vida a El Correo?

R. Poca, poquita. Yo le doy poca vida; entre otras cosas, también tenemos la famosa Ley Boyer, otro caramelito que nos vamos a comer ahora con patatas y verás cuando llegue el momento de renegociar los contratos o no, e irte a la calle. En el 2015 eso le va a pegar un cambio al centro impresionante: las pequeñas tiendas que aún quedan terminarán por cerrar porque no podrán mantenerse. Imagina una tienda chiquita de ahí de Cruz Conde que lleve 50 años y tenga un alquiler antiguo, ten por seguro que se pondrá en los 5.000 euros o se tiene que ir el tío, aburrido. Seguro. De hecho, ya quedan muy poquitas, porque el alquiler les ha prescrito o se ha muerto o lo que sea. Al final, lo que decimos, todo franquicias. Todo el que quiera montar un negocio, monta una franquicia.

¿Le queda vida al Correo? Poca, poquita

P. ¿Y tú no has pensado hacer una franquicia de El Correo en otras ciudades, en la Costa?

R. Ni muerto. El Correo es uno, y a ti te encontré en la calle. El Correo sólo hay uno y ése se muere solo. Todo el que quiera montar un negocio no será con el nombre del Correo. Que no quepa la menor duda. Y todo el que quiera poner un negocio y le ponga Bar Correo, ése se está equivocando. Se lo pondrá porque quiera; pero nunca se podrá asociar ni a mi familia, ni a mí, ni a mi negocio en sí; porque será totalmente diferente: nosotros somos de la vieja escuela, con una idiosincracia totalmente diferente. La de los buenos hosteleros que hemos tirao palante y hemos hecho patria.

El Correo es uno, y a ti te encontré en la calle. El Correo sólo hay uno y ése se muere solo

P. Por cierto, hablando de hosteleros y de viejas escuelas: ¿cómo te llevas o te has llevado con los hosteleros asociados, con Hostecor?

R. Mal. Fatal. Yo siempre he intentado tirar palante, pero creo que sólo se ha atendido a nivel personal suyo.

P. ¿No hay una unión real entre ellos?

R. Nada. Yo nunca he visto una presión, decir vamos a cerrar los bares, vamos a hacer una huelga o vamos a ir todos los taberneros juntos pallá... nunca, eso no lo he visto nunca. Ni la imagen. Todos son displicentes, complacientes, fantásticos de la muerte, pero después no se ha visto nada real, y por eso se ha perdido mucho el norte aquí en cuestión de asociados a Hostecor. Yo soy de los más antiguos y me voy a tener que dar de baja, porque tengo que rebajar gastos de cuotas, tanto de Hostecor como de algunas peñas que tengo, porque veo que el año que viene va a ser peor que éste. Nos van a sacudir más. Que yo he vivido ya tres crisis, pero que de ésta en 10 años no salimos.

Me voy a tener que dar de baja, porque tengo que rebajar gastos de cuotas, tanto de Hostecor como de algunas peñas que tengo, porque veo que el año que viene va a ser peor que éste

P. Insisto: ¿Nos dices, de verdad, que el Correo agoniza?

R. Pues sí, está agonizando, la verdad es que sí, para qué lo vamos a negar. Viendo cómo la cosa, sí. No sé para cuándo, pero algún día habrá que tomar la decisión: esto es lo que hay, no tiene más vuelta de hoja...

P. ... sin embargo, la gente abre bares...

R. ... que los abran. Ya los cerrarán ¿o qué te crees, que en las dos últimas crisis no pasó lo mismo? Exactamente igual, lo que pasa es que se llamaban “cervecerías”, las que montaban cuatro, cinco, seis, o siete grifos de cerveza y se pusieron muy de moda, todas fantásticas de la muerte. Pues de todas aquellas sólo queda Gaudí, de todo el mogollón que abrieron.

P. Cosa a la que nunca ha jugado El Correo

R. Nunca. Lo que pasa es que yo he pasado de tener la cerveza más barata de Córdoba a tener la más cara, por lo que se ve: a 1,20 euros los 300 centilitros, mientras que los demás, por, no la misma cantidad sino menos, pero con un trozo de pan con un poco de butifarra te cobran 1,50. Cada uno que se ponga de espléndido como quiera. En principio todos empiezan muy bien y luego van cayendo como fichas de dominó. Porque no son profesionales de la hostelería, suelen ser personas que vienen de la construcción, de la banca o de las ventas y sólo han visto el otro lado de la barra, el de “yo estoy fuera”. Esos son los que la pasan canutas. No saben. No pueden aguantar una bulla, un ataque a muerte. Y fracasan.

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