El arte de los quejíos de Esperanza Fernández

La cantaora sevillana enseña sus conocimientos del flamenco a siete alumnas en el marco del Festival de la Guitarra

La pureza, el coraje y la fuerza. La voz y el baile de la sevillana Esperanza Fernández son un reflejo de esas tres piezas clave que conforman la esencia del flamenco. Por primera vez en los 33 años que cumple el Festival de la Guitarra, esta grande del flamenco ha querido sacar a relucir su arma de la enseñanza a alumnas que proceden  de lugares tan dispares como Noruega, Italia y Japón.

Entre gorgoritos y palmas al compás del ritmo, Esperanza enseña a sus siete alumnas las cantiñas del Pinini y las seguiriyas, uno de los palos más antiguos del flamenco en el que el quejío es parte fundamental. Fernandez cuenta que “antiguamente, éste era un arte de hombres, pero ahora ya las mujeres estamos en el poder gracias a nuestra querida Pastora, Niña de los Peines, que fue una mujer muy valiente y nos cedió el sitio para que las mujeres estemos donde estamos”.

El curso comenzó su andadura el pasado lunes y finalizará mañana, a las 14.00 horas. A lo largo de estos cuatro días, las pupilas de la cantaora ensayan diversas letras de canciones mientras que Esperanza, expectante, ve en ellas una parte del futuro del flamenco. Algunas de sus alumnas, como son Ana Mar, Miriam y Encarni, cuentan que “ojalá este curso pudiera alargarse indefinidamente porque tenemos a una de las grandes con nosotras”.

Hace ya 10 años que Esperanza Fernández tuvo una primera toma de contacto con la enseñanza y, desde ese momento, no ha cesado en esta faceta. Cuenta que “la docencia nunca estaba dentro de mis planes porque mi trabajo me quita mucho tiempo, pero he descubierto que realmente me gusta mucho dar clases; se aprende mucho enseñando”. Larga vida a este arte del cante, el taconeo y el baile que, tras años de antigüedad, despierta el interés de muchos y aumenta la pasión de sus entendidos.