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Juan José Aguirre: “El mismo talonario que fichó a Neymar pagó la guerrilla de Bangassou”

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Alfonso Alba

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Juan José Aguirre (Córdoba, 1954) es todo un obispo de la Iglesia Católica. De baja estatura y de voz calmada, se sabe que es obispo porque lo dice su currículum y porque preside la Diócesis de Bangassou, una provincia de la República Centroafricana tan grande como la mitad de Andalucía. Pero ni habla como un obispo, ni viste como un obispo, ni incluso tiene maneras de obispo, al menos las maneras a la que nos tienen acostumbrados los obispos en Córdoba. En la entrevista, Aguirre no habla de religión. A Aguirre le preocupa África. Lleva 34 años intentando ayudar a educar a la población del segundo país más pobre del mundo, República Centroafricana, un rincón olvidado del mundo en el que viven cuatro millones de personas y en el que, sin que el mundo occidental se haya dado cuenta, acaba de producirse un golpe de estado. Su Diócesis y su misión en Bangassou ha sido arrasada por la guerrilla de los Seleká. Su hospital, destrozado. La pediatría, saqueada. Las escuelas, asaltadas. El propio Aguirre se tuvo que refugiar en Bangi, la capital de la República Centroafricana, de la llegada de esta guerrilla islamista que se ha hecho con el poder.

El mejor reportero que retrató África en el siglo XX fue el polaco Ryszard Kapuscinski, que dejó sus mejores crónicas en el fabuloso libro Ébano. Para Kapuscinski, “África no existe”. Es sólo el nombre geográfico que le hemos dado a un mundo de una riqueza y variedad extraordinaria, un lugar heterogéneo e inmenso. El obispo Juan José Aguirre repasa todo lo que está ocurriendo en el continente más pobre del mundo y concluye: “Así hemos hecho África”. Las conclusiones del reportero y el obispo no andan muy lejos. “Así es África. Así la hemos hecho entre todos”, dice, con un tono de voz suave, didáctico que no transmite, en absoluto, los atropellos a los derechos humanos que ven sus ojos todos los días.

PREGUNTA. Empezamos por el final, por los últimos sucesos en la República Centroafricana y en la Diócesis de Bangassou, arrasada.

RESPUESTA. Ha sido un tsunami impresionante que el que nos caído encima y que ha sido provocado por un grupo rebelde de corte islámico llamado Seleká. Esta es una palabra en sango que significa alianza. Son estos los que han sido promocionados por no sé quién, porque alguien está detrás con mucho dinero y muchas armas. Tras la caída de Gadafi salieron muchos grupos pequeños de corte islámico y algunos de corte yihadista, que se han ido por toda África central. Un grupo de este mismo movimiento atacó Malí y salió en los medios de comunicación porque Francia intervino con su Ejército. Otro grupo bien diferente, seguramente ayudado por el presidente de El Chad, fue el que intervino en Centroáfrica. Nos han arrasado todo completamente. Desde hace cuatro meses fueron tomando ciudad por ciudad hasta tomar la capital, Bangui, a través de un golpe de estado el pasado Domingo de Ramos.

P. ¿Ha vuelto a Bangassou?

R. Estaba en Bangassou pero no el Domingo de Ramos porque había gente que pensaba que yo podía correr peligro. Sin embargo, dos semanas después [del golpe de estado de Seleká que acabó controlando todo el país] ya estaba en Bangassou, donde me dio tiempo sólo a reunir a toda mi gente. Igual la respuesta que hubiéseis esperado es que llegué a constatar el desastre que habían hecho en la maternidad, la pediatría, la farmacia, el colegio, en los despachos de las casas, los 30 coches robados, las motos... No, lo que a mí me interesaba es poder reunir a mi gente, y poder reunirlos desde la mañana a la noche para hacerles una sola pregunta: ¿cómo te encuentras? ¿cómo estás? Habla de ti. Responder eso nos duró todo el día. Comimos juntos, nos reímos, nos tomamos el pelo unos a otros, bromeando cómo habían salvado la piel, cómo no era inteligente arriesgar la vida por un coche, cómo salvaron la vida porque un estudiante les pudo traducir en árabe ante un rebelde que estaba mosqueadísimo creyendo que le estábamos tomando el pelo... Hicimos una misa para rezar, para serenarnos, para tranquilizarnos...

Queremos que la República Centroafricana siga siendo laica

P. Actualmente, ¿existe la Diócesis de Bangassou o está totalmente ocupada por estos rebeldes de corte islamista?

R. La Diócesis claro que existe. Es grande como la mitad de Andalucía. Es cierto que todas las misiones han sido visitadas por estos rebeldes de corte islamista. Han atacado fuertemente a la misión católica, también a la protestante pero sobre todo a la católica. Han atacado todos los edificios gubernamentales y han destrozado sobre todo la Alcaldía, el tribunal y el catastro. Es decir, había una agenda establecida para cargarse la memoria histórica no sólo de Bangassou sino de todo el país. La memoria histórica quiero decir que llegará un día en que nadie podrá tener una partida de nacimiento nueva porque no hay un documento anterior que lo atestigüe. Y un extranjero podrá sacarse el carné de identidad de la República Centroafricana aunque no sea centroafricano. Esto provocará que dentro de dos o tres años unas futuras elecciones sean trucadas. Eso es lo que esperamos, que Centroáfrica en vez de tener cuatro millones de habitantes tenga seis, y se hayan añadido dos millones de gente que hayan venido de Sudán o de El Chad, que tengan ya la nacionalidad y que van a votar por un islamita, por un musulmán, para hacer que Centroáfrica se convierta en una República Islámica y no en una República laica como es hoy y como queremos que siga siendo.

P. Y apliquen entonces la sharía y corran peligro esas misiones...

R. Si es una República islámica acabarán aplicando todo lo que la Ley islámica significa, la sharía, que tiene un corte muy fuerte en fiestas, por ejemplo... El otro día ya nos dieron una fiesta obligatoria sin que nosotros lo supiéramos. Nos hicieron no ir a trabajar ese día y nos enteramos después que se conmemoraba el nacimiento de Mahoma. No nos dijeron el porqué, nos dijeron simplemente “mañana es un día en el que no se trabaja pero se paga”. Y luego nos enteramos que era el nacimiento de Mahoma y dijimos, vaya, nos están dando gato por liebre perfectamente. Entonces, aplicar la sharía en un país significan muchísimas cosas. Las leyes más intransigentes las hemos visto en el Norte de Malí en los últimos meses, cuando cortaban brazos, cuando cortaban piernas y cabezas, y aplicaban una disciplina férrea por cuestiones de moralidad, etcétera, etcétera.

En Centroáfrica ha muerto mucha gente y han sido pisoteados los derechos humanos de manera sistemática

P. En esta revuelta de la Seleká no han trascendido grandes matanzas, al menos no han llegado esas noticias a España. Parece que sólo ha habido importantes y grandes daños materiales...

R. No, ha habido muchos muertos. Pero no puedes comparar Centroáfrica con cuatro millones de habitantes con el Congo que es un país de 80 millones de habitantes, allí muere mucha más gente aunque la guerrilla es la misma. En Centroáfrica ha muerto mucha gente y han sido pisoteados los derechos humanos de manera sistemática. Ha habido violaciones en masa, ejecuciones sumarias... Se ha usado el ejercicio de la violación de una mujer delante de su familia como arma de guerra, que se está usando ahora en muchos sitios de África para decir aquí quien manda soy yo. Además, hemos visto cómo se han incendiado las casas de paja de todo un barrio. Se hace para dejar a la gente sin nada, dejar las casas sin techos, sin semillas, gente sin ropa y el barrio completamente en la miseria para decir “aquí quien manda soy yo y los demás que cierren la boca”. Y ha habido muertos en muchos sitios. El 22 y el 23 de abril en un pueblo llamado Wango, a 70 kilómetros de Bangassou, incendiaron 900 casas y mataron a diez personas como represalia, alguna a golpe de machete, directamente en el cráneo para romperle la cabeza y que la masa cerebral se desparramara por el suelo.

Después de que los Seleká arrasaran la pediatría, nos juntamos un grupo de protestantes, de musulmanes y de católicos y nos fuimos a ver al jefe, al que manda en plaza en Bangassou ahora, que es un sudanés que no habla ni francés ni sango, que son las lenguas nacionales. Negociamos con él la entrada en las escuelas, que empezáramos las clases para normalizar la vida en Bangassou

P. Esas barbaridades no las leemos aquí, no nos llegan.

R. Pues intentamos escribirlas. Ayer lo leí en un periódico llamado La Croix, en francés, y lo denunciaba el arzobispo de Bangui [capital de República Centroafricana] que está en Francia ahora a un periodista que me entrevistó a mí también allí. Yo también las escribo en Religión digital. El otro día conté en una columna un episodio de una violación a una mujer... No es que queramos centrarnos en cosas muy morbosas, ni mucho menos. Pero describir una realidad donde prácticamente a diario son pisoteados los derechos de las personas, de los hombres, las mujeres y los niños es nuestra manera de ser la voz de los sin voz. De los que no podrán venir nunca a contároslo, os lo contamos nosotros donde nos dejan.

Me da la impresión de que esos países que están en el Golfo Pérsico tienen unas grandes ganas de que África sea completamente musulmana

P. Después de lo que pasó en Semana Santa en la República Centroafricana y sobre todo en Bangassou, ¿no tiene usted la sensación de haber vuelto al principio? ¿no cree estar otra vez en lo que se encontró hace 34 años cuando montó la misión?

R. Bueno, tienes la impresión de que en muchas cosas hemos ido para atrás como los cangrejos, sí. En muchas cosas. Pero el otro día, después de que los Seleká arrasaran la pediatría, nos juntamos un grupo de protestantes, de musulmanes y de católicos y nos fuimos a ver al jefe, al que manda en plaza en Bangassou ahora, que es un sudanés que no habla ni francés ni sango, que son las lenguas nacionales. Negociamos con él la entrada en las escuelas, que empezáramos las clases para normalizar la vida en Bangassou. Fuimos a negociar con el comandante sudanés y nos dio el permiso. Cuando volvieron los niños y los jóvenes a las escuelas, a los dos o tres días empezaron a salir, negociamos que no tiraran ráfagas de metralleta al aire para que no tuvieran miedo los niños, traían sus uniformes. Los amarillos, los pequeños, eran casi 800. Los del colegio iban vestidos de azul. Y empezaron a mezclarse los colores, empezó a normalizarse la vida. Hace 30 años las escuelas no estaban así y eso lo hemos podido salvar. Ni siquiera la llegada de estos rebeldes indisciplinados y con ganas de saqueo han podido pararnos los pies. Es un derecho que estos niños tenían de acabar el curso sin tener un año en blanco, un año perdido. De hecho, acabaremos el curso a mitad de agosto. En ese sentido, hemos avanzado. No estamos como hace 30 años. Pero en otros aspectos como en democracia hemos ido para atrás porque se están imponiendo estos grupos yihadistas que son muy violentos y que tienen patrocinadores. Yo no sé si os digo algo y meto la pata, no lo sé, pero tengo la impresión de que muchos grupos yihadistas e islamistas violentos están financiados por personas que vienen de países que cuando llegan a España les ponemos una alfombra roja en el aeropuerto. Tengo la duda de que del mismo carné de cheques que ha pagado el fichaje de Neymar o la propaganda de la camiseta del Barcelona es el que ha pagado a los rebeldes que están invadiendo Centroáfrica y los miles de kalashnikov que les han comprado. Es la duda que te queda. Luego piensa que si no se da cuenta gente que es más importante e inteligente que tú, igual es que no es verdad. Pero a mí me da la impresión de que esos países que están en el Golfo Pérsico tienen unas grandes ganas de que África sea completamente musulmana. En África ya existe una mayoría de musulmanes muy buenos y religiosos, y con los que podemos convivir muy bien. No hace falta que lleguen los yihadistas o los fundamentalistas para amargarnos la vida. En Centroáfrica hemos vivido muy bien el 30% de católicos, el 30% de protestantes y el 15% de musulmanes. Hemos vivido muy bien y muy pacíficamente. Y nos hemos entendido muy bien. Nuestros colegios están llenos de niños musulmanes para que ahora lleguen desde fuera a imponernos una violencia que no existía antes. Ese es el miedo que tenemos. Pero alguien está financiando desde atrás todo esto.

En África ya existe una mayoría de musulmanes muy buenos y religiosos, y con los que podemos convivir muy bien. No hace falta que lleguen los yihadistas o los fundamentalistas para amargarnos la vida

P. Gran parte de las grandes sumas de dinero que se mueven en Occidente están manchadas de sangre. Forman parte del contrabando de armas, de la financiación de estos grupos extremos. Parece que el dinero acaba llamando a estas acciones violentas en nuestro patio trasero, que sigue siendo África.

R. Sin ninguna duda. Muchas veces cuando vas a las raíces, las raíces están contaminadas. Sí, el dinero es una fuerza que mueve al mundo. A Centroáfrica la han puesto en la picota porque produce diamantes, diamantes de sangre. El problema ha empezado muy fuertemente cuando han encontrado petróleo en el Norte de Centroáfrica, en una zona con fuerte presencia de musulmanes. Como si encontrar petróleo fuera una maldición, pero no tiene que serlo. Tiene que ser un potencial de riqueza para compartir, para crecer y para el desarrollo. Pero en África encontrar petróleo, diamantes o minas de manganeso o de coltán es una auténtica desgracia. El coltán que se produce en la zona es el que hoy hay provocado casi seis millones de muertes en el último año. El coltán es un material que se disputan ahora muchísimos países. China, Brasil o Estados Unidos para hacer ordenadores, cámaras digitales, teléfonos o para obuses, cañones teledirigidos, cohetes que van con un chip muy especial para buscar el destino a donde van lanzados. Ese chip está hecho de coltán y ese coltán se encuentra en el Congo... Lo sacan niños mineros de 12 años que con sus manos pequeñitas pueden llegar a recogerlo... Muchas veces al cambiar de teléfono de última generación y al revisar toda la cadena, cuando llegas al final te das cuenta de que en el principio hay un gran volumen de injusticia manchada con sangre, con minas que se caen por poca seguridad y dejan atrapados a todos los que están dentro trabajando. El coltán se vende muy barato a países que lo compran y comercializan con productos que luego son muy caros. El principal vendedor de coltán del mundo es un país que se llama Ruanda, que no tiene minas de este material. Es decir, lo compra en el Congo. Todas las compañías de China, Brasil o Estados Unidos que compran coltán vienen a Ruanda a un barrio muy conocido. ¿Qué hay detrás? Un sufrimiento enorme, un volumen de sufrimiento muy grande que es completamente desconocido para quien va a la tienda de Nokia y se compra el último modelo de teléfono portátil.

Muchas veces al cambiar de teléfono de última generación y al revisar toda la cadena, cuando llegas al final te das cuenta de que en el principio hay un gran volumen de injusticia manchada con sangre, con minas que se caen por poca seguridad y dejan atrapados a todos los que están dentro trabajando

P. En los últimos 34 años, en República Centroafricana han cambiado muchas cosas, también los actores internacionales que ejercen su dominio. Eso está provocando una eclosión de intereses económicos que no augura nada bueno para África.

R. Tremenda, tremenda. África, en general, tiene la materia prima pero carece de la maquinaria para extraerla. Necesitan maquinaria que venga de fuera y llaman a compañías chinas y americanas. Los que explotan el petróleo, que es de muy buena calidad, en la zona Sur de Sudán, en Darfur, se lo han cuadriculado y repartido entre 25 compañías mundiales de todo tipo para sacar el material a buen precio y poder comercializarlo. La gente que vivía allí es la que ha sido desplazada a campamentos y es lo que ha publicado el tremendo problema humanitario de Darfur, que es gravísimo, denunciado por la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, etcétera, etcétera. Todo es un problema que surge de un petróleo de buenísima calidad que está en África. Si a la falta de maquinaria se une un problema de corrupción muy generalizada llegamos a tener una sociedad con una gran dicotomía entre muy pocos que son ricos y una gran mayoría que son pobres. También está el problema de los países que entran y salen a su antojo, haciendo fronteras a su antojo, simplemente porque hay una conveniencia política. El actual presidente de Centroáfrica tras el golpe de estado es chadiano. El vicepresidente, también. Imagine usted si el presidente del Gobierno español fuera un griego. Los españoles estarían mosqueadísimos, ¿verdad? Pues en Centroáfrica no están mosqueados. Todo el mundo está molesto pero ya está. La mitad de mi Diócesis en Bangassou está protegida, entre comillas, por un ejército profesional muy bueno que es el ugandés, que tiene allí a casi 2.000 soldados porque hay otro ejército mucho más reducido y discreto que es el norteamericano, que tiene dos bases y que están pagando a los ugandeses. En principio están allí para proteger a la población de un ser, de un personaje temible y asesino que se llama Joseph Kony, que es el jefe de la LRA, la Armada de Resistencia del Señor [es un guerrillero paramilitar que quiere imponer un gobierno teocrático en Uganda]. Imagine que para proteger el Sur de Andalucía Estados Unidos o Turquía trajesen un contingente que militares que estuviesen aquí dando vueltas. Completamente inimaginable, ¿verdad? En África es completamente imaginable. Están allí sin que nadie se los haya pedido y se han colado allí en campamentos militares de cinco estrellas que ni os podéis imaginar. Así es África. Así la hemos hecho entre todos.

Así es África. Así la hemos hecho entre todos

P. Antes ha dibujado una escena que me resulta difícilmente imaginable incluso aquí, en Córdoba, en España, cuando usted, junto a musulmanes y protestantes, se dirigían al comandante de Bangassou. Unidos. Me resulta difícil pensar en esa convivencia tan pacífica entre religiones incluso aquí.

R. Allí lo tenemos claro. La esperanza de vida al nacer es de 49 años. Quiere decir que se vive poco. Se muere muy pronto. La muerte es muy barata. Si encima nos vamos a pelear por cuestiones religiosas es que somos tontos. Vamos a buscar lo que nos une y no lo que nos divida. La convivencia entre religiones ha sido siempre muy normal. Aparte de ciertas sectas más rabiosas y beligerantes, que siempre las hay, hemos buscado siempre lo que nos une y no lo que nos divide. Entonces, ir allí a juntarnos con el comandante y dejarnos normalizar la vida de Bangassou para nosotros no fue un problema. Para mí fue doloroso porque estando yo sentado en una posición estaba mirando al comandante sudanés y detrás, justo detrás, estaba la carcasa del coche que yo he usado durante todo este tiempo, que me quitaron el 11 de marzo. Después de tenerlo un grupo de jóvenes alocados, tener un accidente y dar tres vueltas de campana, cortarle del techo para hacerlo descapotable, lo abandonaron justamente allí en el campamento y le quitaron las ruedas, el motor y hasta la última tuerca, y ahí dejaron la carcasa. Yo veía mi coche, mi pobre coche, y me daba una pena tremenda. De alguna manera se habían ensañado contra mi coche porque no me agarraron a mí. Me tenían una especial hincha porque yo hablé de los Seleká en Radio Francia Internacional cuando se estaban acercando a Bangassou. Los que entraron dijeron que yo había dicho mentiras sobre ellos y al no encontrarme se ensañaron con mi coche. Lo importante no era aquello, sino el diálogo que teníamos para empezar las escuelas. Logramos con la anuencia de todos los grupos religiosos de la zona normalizar el asunto. Tenía más inri la cosa porque los Seleká entraron en Bangassou con una especie de complicidad bastante grande del mundo musulmán, o por estar en parte de acuerdo con ellos o por tener miedo, como le ocurría a la mayoría. De hecho, muchos musulmanes de Bangassou tuvieron que pagar ciertas cantidades de dinero para que no tocaran sus cosas. Pero hubo gente que nos robó, y eran musulmanes. Fue curioso porque cuando comenzamos a hablar nuestro centro sanitario de El Buen Samaritano, una vez nos recuperamos de la llegada de los Seleká, empezamos a abrir las consultas y los primeros que vinieron eran musulmanes. Y vino un señor que habíamos visto robándonos el garaje, que resulta que además de ladrón es diabético. Cuando abrimos las consultas vino desesperado porque no tenía pastillas para su enfermedad. Se miraba los zapatos, no nos miraba directamente a nosotros porque tenía una vergüenza muy grande, y le dimos sus pastillas. No tenía porqué quedarse sin ellas. Intentamos crear ese clima: normalizar y no dramatizar. Ya bastante mal están las cosas como para hacerlas peor. Mi bisabuela decía “cuando las cosas están mal no hagas nada para ponerlas peor”. Apliquemos esto. Si encima vamos a organizar aquí una traca contra los musulmanes que han sido colaboracionistas echamos aceite al fuego. No, aquí el fuego hay que apagarlo.

La esperanza de vida al nacer es de 49 años. Quiere decir que se vive poco. Se muere muy pronto. La muerte es muy barata. Si encima nos vamos a pelear por cuestiones religiosas es que somos tontos

P. ¿No le recomendaría usted una visita a Bangassou a muchos de nuestros líderes religiosos?

R. Hay de todo. La religión católica es polifacética, tiene muchas caras. Hay una cara que nos es más antipática y hay otras que nos son más simpáticas. La Iglesia Católica está por todos sitios. Los protestantes también son muy generosos y les gusta mucho organizar hospitales, dispensarios y ayudar a la población. Nosotros acabamos de empezar con un proyecto muy bonito que nació en Antequera, en una parroquia de franscicanos. Nos dejaron empezar a hacer casitas para recoger a viejitos de la cárcel de Bangassou con demencia senil y acusados de brujería. Los meten en la cárcel porque lo hacen diana y culpables de las muertes de jóvenes. Alguien joven se puede morir por un problema de SIDA, pero como allí no es normal buscan un culpable, a un brujo que los haya matado. Muchas veces buscan a quien no se puede defender, el que tiene demencia senil y es mayor es su diana preferida. Los meten en unas cárceles que es imposible de describir en el que es el segundo país más pobre del mundo. No lo entenderíais. Cuando entramos en la prisión y vemos a esos viejitos en el suelo, desnudos, sobre el polvo, llenos de garrapatas y de chinches... Negocias con el procurador para que nos los den porque no hay quien los alimente... Empezaron a darnos a los viejitos para llevarlos a las casas de la esperanza, donde pueden comer una vez al día, dormir en un colchón con sábanas blancas y tener una ventana donde nadie los molesta y poder llegar al final de sus días tranquilamente. Bueno, pues eso es un proyecto de la Iglesia Católica, como hay en muchos sitios y en muchos países. También aquí, en Europa. Lo que pasa es que en Europa lo que aperecen son otras cosas más críticas. Se habla muy poco de toda la labor humanitaria que la Iglesia hace. En África es más evidente pero aquí también se hacen cosas.

La religión católica es polifacética, tiene muchas caras. Hay una cara que nos es más antipática y hay otras que nos son más simpáticas

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