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Sedano: “Al Córdoba han venido muchos a llevárselo”

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Paco Merino

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¿Un genio o un farsante? ¿Un visionario o un ventajista? ¿A qué juega? ¿Qué le empuja a ser como es? A Rafael Sedano Moreno (Córdoba, 1943) le acompaña la controversia desde que un día entendió cuál era su misión en el mundo: enseñar al que no sabe. Tenía 13 añitos y “las cosas muy claras”, apunta. Fue maestro de escuela pero antes, después y sobre todo resalta su figura como “innovador del fútbol”. Si se le pide que se autodefina, dibuja el retrato de un luchador incomprendido, un antisistema que guarda la receta del éxito en el bolsillo de su impecable chaqueta, al lado de un pañuelo de seda que lanza un mensaje de coquetería y formalidad. No le verán jamás con un libro de autoayuda bajo el brazo. No lo necesita. Se mira al espejo y la imagen le dice quién es el que más sabe de fútbol. Sonríe, se ajusta el traje y sigue su camino impartiendo clases allá donde le ofrecen una tribuna.

Mientras caminamos unos metros hacia el Círculo de la Amistad, donde se realiza la entrevista, no da tres pasos sin saludar a alguien mientras trata de entender lo que le contamos sobre el proyecto de Cordópolis, el periodismo en la era digital, las redes sociales, la interacción con los lectores y el nuevo escenario para los medios en la ciudad. Habla dictando sentencias, adornando cada uno de sus argumentos con algún episodio real para recalcar su validez. Nunca entrenó en Primera División, ni en Segunda. Tampoco en Segunda B. Le da lo mismo porque su verdad va más allá de equipos y de campeonatos. La categoría no se la otorga a uno el club al que dirige. Se lleva dentro.

Sedano está convencido de su ideario y lo predica como un evangelizador. Ya sea a sus alumnos en la Escuela de Entrenadores -es profesor de Táctica- o a sus numerosos seguidores en distintos medios de comunicación -televisión, digitales, revistas, prensa, radio...- en los que expone sus conocimientos de un modo peculiar y adictivo. “La gente me para por la calle y me piden autógrafos, me abrazan... A El Arcángel ya no puedo ir porque es imposible. Todos se quieren hacer fotos conmigo. Sobre todo las mujeres. El otro día me llegó una y me dijo: Odio el fútbol, pero no puedo pasar ni un lunes sin verle en su programa”. Es un galán, además. Lo tiene todo, papi. Tiene fly, tiene party, tiene pura sabrosura. Camino de cumplir los 70, y con una trayectoria detrás que podría haber sido diseñada por John Grisham si el fabricante de best sellers hubiera cambiado la trama judicial de sus thrillers por temática futbolera, Sedano ha llegado a una conclusión: “Nadie me ha enseñado jamás nada sobre fútbol”. ¿Y existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que alguien le sorprenda? “Bueno, aún me queda tiempo y lo estoy esperando”, suelta con su voz ronca y rota, arrastrando las sílabas para enfatizar, sin demasiado éxito, su perfil más humilde. Está tan convencido de lo que dice que su discurso resulta agresivo, intimidador y prepotente, algo de lo que es plenamente consciente, pero... “Lo tengo asumido. Hay gente a la que le gusta lo que digo y otros a los que no, pero así es la vida. Habrá gente que no entienda esto, pero yo ahí no puedo hacer nada más”. Lo dicho: un gurú del balón que ve la esencia donde otros miran sombras en movimiento.

El otro día me llegó una mujer y me dijo: Odio el fútbol, pero no puedo pasar ni un lunes sin verle en su programa"

PREGUNTA. ¿Es un hombre de fútbol?

RESPUESTA. El fútbol es mi vida, sí. Me he entregado por completo porque desde que era un niño me fascinaba. He llegado a la conclusión de que yo le he dado más al fútbol de lo que el fútbol me ha dado a mí.

P. ¿Fue jugador?

R. Sí, estuve en el Santiago pero muy pronto entendí que mi porvenir era ser entrenador. Empecé muy jovencito, con 13 años. A mí me gustaba pensar en los partidos, en el rival, hacer esquemas, ver sistemas de juego... Eso me apasionaba incluso más que jugar yo mismo. Me sentía mejor así. Recuerdo una anécdota de cuando empecé que muchas veces me recordó Crispi. Antes de un partido, monté la alineación y vestí a doce jugadores. Los chavales estaban ilusionados y cuando me di cuenta no sabía qué hacer. Todos me miraban, algunos medio llorando, y al final tuve que decirle a uno: Mira chico, quítate tú pero la semana que viene juegas fijo. Eso me lo recuerda mucho Crispi, que estaba en ese equipo. Ten en cuenta que en aquel Español de Santiago había siete jugadores que al final llegaron a Primera División.

P. Ahí empezó el concepto de superioridad numérica...

R. Sí, jugando inicialmente con uno más (Risas). Son cosas que pasan. Yo con 13 años, con los conocimientos que tenía, ya dirigía a un equipo. Y con 19 me nombraron coordinador del fútbol base del Córdoba CF, cuando la sede social estaba en La Trinidad y José Salinas, el padre del que últimamente fue presidente del club, lo era en aquellos momentos. Ahí vivimos la época dorada del primer ascenso a Primera División, con aquella alineación tan famosa de Benegas, Simonet, Martínez Oliva, Navarro, Martínez, Ricardo Costa, Homar, Juanín, Miralles, Paz y Riaji. Ésa es la alineación que ganó por 0-4 en Huelva y subimos a Primera División.

P. ¿Cómo le dieron aquella responsabilidad tan joven?

R. Bueno, era joven pero tenía una trayectoria ya detrás porque lo vi muy claro desde chico. Tuve además que estudiar, porque mi padre me forzaba a seguir con los libros. Me decía que no pensara tanto en el fútbol. Luego llegó la adolescencia, las mujeres, las novias... Todo este tipo de cosas. Fue la única etapa de mi vida en la que me aparté un poco del fútbol, pero la cabra tira al monte y cuando me casé, a los cuatro meses de hacerlo, me hicieron una propuesta. Repullo, que era un periodista de aquí, me dijo que por qué no me iba a El Carpio a entrenar. Le dije que sí y hasta ahora. Íbamos los últimos y nos quedamos los cuartos, no te digo más. Eso es estadística y está ahí. Ese mismo año firmé por el Pozoblanco, que era el equipo de moda, y lo ascendí a Tercera División. Luego vinieron muchos más.

P. Lo suyo fue una carrera meteórica.

R. Me llamaban de todos sitios. Vino un hombre millonario de Peñarroya, dueño de la empresa Hierros y Aplanaciones, y el equipo se llamaba Hiape de Peñarroya. Era la Tercera de entonces una categoría muy potente. También ascendimos. Allí, en Peñarroya, he estado en cuatro etapas diferentes. También en Villa del Río tengo buenos recuerdos. Luego me fui al Rute y fueron momentos muy dulces para mí, porque cogí una época mala del Córdoba, que por entonces había bajado a Tercera División. En el primer partido de Liga que jugamos contra ellos se produjo el debut de López Murga, que había venido para hacer el Servicio Militar a Córdoba, y que por cierto jugó sin ficha. Fue una alineación indebida, pero nosotros no quisimos hacerle daño al Córdoba, que nos ganó por 0-2 con un arbitraje bastante anticasero. Cogí una época dorada del Rute, un pueblo pequeñito con un gran presidente. Los presidentes se suelen poner nerviosos cuando el equipo pierde dos o tres partidos ya quieren cambiarlo todo, pero este demostró tener un buen criterio porque cuando tuvimos una época un poquito más baja me renovó. Tengo un gran recuerdo de aquella etapa. Seguí otro año más y nos quedamos muy bien clasificados. Por allí pasaron Manolín Cuesta, Pepe Cuesta, Cebrián...

P. Quizá una de las etapas más recordadas sea la suya en el Martos.

R. Allí hicimos un pedazo de equipo, en el que estuvieron Carlos, que había debutado con 16 años en Primera División con el Córdoba en el Bernabéu, Miguel Doblas, Pepe Cuesta, Bermúdez... Éste era un cañonazo de futbolista, que no quiso irse de alli aunque le sobraban condiciones. Era del corte de Onésimo, pero mejor que Onésimo. Allí en Martos me quieren mucho. Estuve ocho años en distintas etapas y me tienen como un hijo predilecto.

P. Vivió momentos curiosos en ese club.

R. Tengo una anécdota que ya que no la cuenta nunca Gregorio Manzano, la voy a contar yo. Estoy harto de ver entrevistas a Manzano y cuando le preguntan dónde ha estado nunca nombra al Martos. Y no lo hace sencillamente por lo siguiente. En el mes de diciembre estaba yo en el Córdoba, dirigiendo al filial, que era entonces el Fray Albino, y vino a verme el presidente del Martos. Me dijo que me tenía que ir para allá, que el equipo iba mal a pesar de que se habían gastado mucho dinero en él. '¿Quién es el que está de entrenador allí?', le dije. 'Pues un tal Gregorio Manzano', me contestó el presidente. Le dije que quería hablar con él. Fui y le dije a Manzano que si le habían finiquitado económicamente y me dijo que no. Le comenté que hasta que no le liquidaran lo que le debían no iba a firmar y me dice: 'No esperaba eso de los entrenadores cordobeses'.

Estoy harto de ver entrevistas a Manzano y cuando le preguntan dónde ha estado nunca nombra al Martos"

P. Pero no me negará que el gremio de los entrenadores es muy particular y que se utiliza la táctica del buitre. Para que uno trabaje otro lo tiene que hacer mal. Para que a uno le contraten tienen que despedir a otro.

R. Yo nunca lo hice. Además, se lo dejé claro a Manzano. 'Pero si los entrenadores cordobeses como Palacios, Uceda, Pepín Iglesias y compañía han sido los que han resucitado al Martos porque ustedes no tenéis ni entrenadores en Jaén', le dije. Al revés, seguro que no lo hubiera hecho por mí. Pero en fin, como no sucedió, no lo puedo saber. Le dije: 'Te van a pagar lo que tienes por escrito, no los complementos en B'. Le liquidaron y empecé a entrenar. Él lo llevaba muy mal, en puestos de descenso, y yo me tiré doce domingos seguidos ganando. Doce. El periódico de allí la tomo con él. Dijeron que había tenido que venir el Séneca del fútbol cordobés para levantar al Martos. Le criticaron hasta tal punto que cogió una depresión y se tiró dos años sin entrenar a nadie. Luego se fue a Talavera. Yo seguí con el Martos y allí jugamos una fase de ascenso a Segunda B. Con proyectos austeros siempre lo dejé muy bien clasificado.

P. Ha entrenado a clubes de la provincia.

R. Recuerdo mucho la etapa en el Montilla y también en el Santaella, con Juan Campaña de presidente. Aunque digan de él lo que digan, que si era contrabandista o tal y cual, lo cierto es que con nosotros se portó fenomenal, como un señor.

P. Allí, en Santaella, tuvo a sus órdenes a Paco Jémez.

R. Sí, era un chaval que venía directamente de los juveniles y que tenía mucha fuerza, mucha ilusión, muchas ganas de llegar lejos. Yo eso lo vi al instante. Le faltaban conceptos por aprender, porque la Tercera de aquellos tiempos era una categoría muy profesional, y aprendió a lado de jugadores veteranos. Luego lo recuperó el Córdoba y el resto de la historia ya se conoce. Desde joven le vi que tenía las ideas muy claras en lo que hacía. No me extraña su trayectoria después. Ha sido futbolista de Primera, internacional y después ha estado en el Córdoba.

P. Su relación con la casa blanquiverde ha sido intermitente. Entraba y salía, a veces en un cargo visible y otras en la sombra...

R. Siempre he estado a disposición del Córdoba porque yo soy cordobés y cordobesista, por encima de todo lo que pase y de las personas. Voy a contar otra cosa. El último año en el que estuve en Martos, el Córdoba tenía que jugar la fase de ascenso a Segunda División. Era 1999 y el presidente entonces, Manolo Oviedo, me llama a mi cada y me dice que están muy interesados en que les haga los informes de los equipos contrarios. Eran el Ferrol, la Leonesa y el Cartagena. Me pregunta: '¿Qué me vas a llevar?' Y mi contestación fue: 'Al Córdoba, nada. Gratis. Sólo los gastos del viaje y el hotel, pero nada más'. Total, que les hice los informes y dio la casualidad de que subimos.

Siempre he estado a disposición del Córdoba porque yo soy cordobés y cordobesista, por encima de todo lo que pase y de las personas"

P. Es decir, que contribuyó a aquel histórico ascenso de Cartagena.

R. Sí, está claro que sí. El presidente me pidió también que todos los miércoles me juntara con el entrenador y le explicara el informe y qué partido había visto. Entonces todos los miércoles por las tardes, en el Meliá, tomábamos café y le explicaba cómo había jugado el equipo contrario, dónde y cómo presionaba, dónde se replegaba, su sistema, los aspectos positivos y negativos, las claves... A Pepe Escalante no le gustaba que le dijera lo que tenía que hacer para ganar, que le pusiera todos los datos. Cuando nos metieron cinco a cero en El Ferrol, nos volvimos a reunir el miércoles y me dijo Escalante que para qué nos íbamos a seguir viendo si ya no íbamos a ascender, pero le dije: '¿Tú no te has dado cuenta de que si le ganamos los dos partidos al Cartagena subimos?' Y eso hicimos. El entrenador del Cartagena, Aranguren, que en paz descanse, se equivocó al meter algunos suplentes en El Arcángel y le ganamos por tres a uno. Luego, en su campo, nos metimos en el descanso perdiendo por uno a cero y al salir les remontamos con dos goles de golpe de franco de Óscar Ventaja y Ramos. Todos esos informes los hice yo.

P. Y después de aquello...

R. No quiso Pepe que siguiera porque no iba a tener informadores ese año,así que me fui otra vez a entrenar a Peñarroya. Pero al año siguiente me llamó el mismo Escalante y me dijo que quería que estuviese con él para hacerle los informes toda la temporada. Hasta 2003 estuve ya trabajando para el Córdoba y vi pasar en ese periodo a 18 entrenadores, unos buenos y otros malos, o mediocres.

P. Lo de analizar equipos se le da bien.

R. Muy bien, porque he seguido trabajando para muchos clubes después de salir del Córdoba. También he estado con la UD Las Palmas, Éibar... Dos años con Anquela en el Alcorcón. También le hice la Copa del Rey a Lotina, del Deportivo. Muchos años, sí.

P. Se ha convertido en una estrella de los medios.

R. Ahora me dedico a temas de información deportiva y me va bien porque las cosas van bien. Empecé con Leandro Iglesias, que me llamó para Onda Mezquita para hacer un tándem con Juanito, el ex jugador del Córdoba, y la verdad es que aquello fue un pelotazo porque la gente lo veía, se enganchaba... Ahí seguí y hasta ahora. Me ve todo el mundo. No lo digo yo, es que están los datos. Además, no puedo ir por la calle sin que me paren. ¿Que no todos están de acuerdo con lo que digo? Pues normal, pero yo ahí qué le voy a hacer. Sobre todo me siguen mucho las mujeres, quién me lo iba a decir a mí. Me paran por la calle, me besan, me piden autógrafos...  Quieras o no eso te alegra. Al Arcángel no puedo ir porque me para todo el mundo. Y luego está la radio, el twitter... Todo esto me ha desbordado un poco pero estoy feliz.

Entrenar a un equipo no lo voy a hacer más en mi vida, porque ya no me encuentro capacitado físicamente para entrenar, pero sí estoy para una dirección deportiva"

P. Lo de entrenar, ahora...

R. Entrenar a un equipo no lo voy a hacer más en mi vida, porque ya no me encuentro capacitado físicamente para entrenar, pero sí estoy para una dirección deportiva. Me veo en un despacho porque mentalmente estoy muy bien y tengo unos conocimientos amplísimos. La Segunda División la domino perfectamente porque estoy todo el día viendo fútbol. Me encierro y analizo partidos constantemente. Los fines de semana puedo ver siete u ocho perfectamente. Además, soy profesor de Táctica en la Escuela de Entrenadores.

P. ¿Le queda la espina por no haber podido entrenar al Córdoba CF?

R. Sí, la tengo clavada ya para siempre. Estuve a dos horas de hacerlo. Me llamó el presidente, Claudio Ripoll, y me dijo: 'A las cuatro de la tarde te presento a la plantilla porque queremos que seas el entrenador'. (Habla de la temporada 91-92, en Segunda B, cuando se decidió la destitución del técnico Paco Parreño). Yo pensaba que había llegado por fin mi hora. Tenía cuarenta y tantos años, una edad ideal, con experiencia... Todo fenomenal. Pero cuál fue mi sorpresa cuando llegué al estadio y vi a Rafael Rojas, que era el gerente por entonces, recogiendo sus cosas. Me dice: 'Me marcho'. '¿Por qué?', le digo. Y me lo cuenta: 'Porque te la han jugado. El presidente se ha presentado y se ha ido a Sevilla para fichar a Julio Cardeñosa'. Y era porque un periodista se lo había ordenado. No voy a decir su nombre, pero los que sean hombres de fútbol saben quién es y cómo era aquella época. Este periodista era muy amigo de Paco Parreño. Ésa fue la vez que más cerca estuve de dirigir al Córdoba. Eso se me ha quedado dentro. Por eso digo que yo le he dado mucho al fútbol de Córdoba pero a mí no me ha devuelto tanto. No quiero ser presuntuoso, pero yo lo veo así. En el mundo del fútbol hay mucho espontáneo, mucha gente que no quiere que los que valen trabajen a su lado porque creen que les van a quitar el sitio. A mí me ha perjudicado tener conocimientos, porque muchos entrenadores que han pasado por el Córdoba no han querido tenerme cerca creyendo que les iba a echar. Y lo digo claro: yo tendré otros defectos, pero no soy un trepa ni lo seré en mi vida.

P. Ya que lleva tanto tiempo estudiando fútbol, supongo que tendrá una versión sobre la razón por la cual el Córdoba no ha tocado la Primera División en los últimos 40 años.

R. Se ha podido hacer cuando ha habido dinero, pero se ha administrado mal y se han hecho gestiones deportivas que han sido una auténtica barbaridad. Antes de que el club fuera sociedad anónima deportiva nunca había un duro. Yo he conocido los colchones en los vestuarios, los encierros por impago... Incluso el año que ascendimos a Segunda, en el 99, también se encerraron los futbolistas porque allí no se cobraba. He visto cómo el Córdoba arruinaba a personas. El club le costó el dinero a Adarve, al chico este de las máquinas... Cómo se llamaba... Cárdenas. También a mi gran amigo el dentista, Romeo. Al único que no le ha costado el dinero ha sido a Rafael Campanero, porque es muy habilidoso y muy listo. Siempre hubo dificultades grandes. Luego, cuando se creó la sociedad anónima deportiva, el dinero entró a espuertas pero no se ha sabido administrar.

Al único presidente al que no le ha costado el dinero ha sido Rafael Campanero, porque es muy habilidoso y muy listo"

P. ¿Y usted no pudo nunca hacer nada? ¿No le hacían caso?

R. En el Córdoba, los secretarios técnicos han pintado muy poco. Les dicen: 'Mira, te pongo ahí'. Pero luego generalmente no les hacen ni caso. No tienen mando ni fuerza. Posiblemente el que más fuerza tuvo fue el que estuvo con Campanero. Le dieron poder para hacer y deshacer, algo que no han tenido otros antes o después de él. Recuerdo la etapa de Rafael Ruiz Coco, un hombre muy trabajador, que le echaba muchas horas, pero no tenía fuerza en el club. Yo estaba en esa etapa haciendo informes y viajábamos con Nandi y Valentín, jugándonos la vida por las carreteras. Viniendo una vez de Gijón no nos matamos de milagro. Pero era difícil trabajar. Por ejemplo, aparece un día Ruiz de Lopera y le dice a Gómez: 'Mira, que tengo aquí a Fabao, a Arzu y a Chirola Romero, que no sé que hacer con ellos'. Y le dice Rafael Gómez: 'Pues mándamelos para acá'. Eso ha ocurrido. Que son caros, pues no importa. Gómez le dice a Coco que van a venir esos tres futbolistas, que si los conocía. ¿Cómo se puede trabajar así? Pues había que firmarlos. Yo le dije que Chirola Romero era una bacalá que le habían metido a Lopera, que le sacaron 360 millones de pesetas por él para que jugara con Griguol. Y como allí no los ponían, pues nos los traemos para acá. Así funcionaba todo. Era muy complicado. Y como eso, veinte mil cosas. Y unos tantos por ciento de beneficios bárbaros para los representantes.

P. ¿Se ha lucrado gente en el Córdoba?

R. No tengo pruebas para decir que haya habido empleados que se han embolsado dinero, pero sí puedo decir que hay algunos representantes que se lo han llevado calentito.

P. ¿Le dolía ver esas cosas?

R. Sí, porque hay muchos que han venido a engañar y a coger el dinero sin importarles nada más. Por aquí he visto entrenadores muy malos, que han venido a trincar. No quiero decir nombres por respeto, pero seguro que los seguidores del fútbol saben de lo que estoy hablando.

P. ¿Con qué entrenador ha estado más a gusto?

R. Algunos sacaban mucho partido de mis informes. Uno de ellos era Pepe Murcia, que lo hizo fenomenalmente y tenía mucha proyección, pero le tocó una época muy complicada en el club. Su cruz estuvo en aquella Copa del Rey en la que estuvimos a punto de llegar a las semifinales, después de eliminar al Mallorca que estaba en Champions, con Eto'o. Pepe Murcia creyó que podía vencer al Figueras con jugadores suplentes, pero se equivocó y el trauma fue muy grande. Rafael Gómez ya tenía hasta los billetes de avión comprados para ir a La Coruña. Fue un palo que le costó el puesto a Pepe Murcia.

P. Y de los más recientes...

R. Trabajé con Crispi, que es un entrenador que aunque tiene fama de amarrategui es muy competitivo y sabe sacar provecho de lo que tiene. Lucas Alcaraz tiene muchos conocimientos, está muy preparado, pero realmente creo que debe arriesgar más en los partidos. Y de todos los que he visto en los últimos diez años, el que más me ha impresionado es Paco Jémez.

 Lucas Alcaraz tiene muchos conocimientos, está muy preparado, pero realmente creo que debe arriesgar más en los partidos"

P. Le apunto unos nombres para que me dé una impresión sobre ellos. El primero: Pepe Escalante.

R. Es un buen entrenador, que pone muy difícil el acceso a su persona. Sin embargo, el día que te da la amistad lo hace para siempre.

P. Rafael Campanero.

R. Prefiero no opinar nada sobre él.

P. Carlos González.

R. A mí me parece una persona que, para no ser del fútbol, está haciendo algo muy importante. Cogió al club en una ley concursal, lo ha sacado, y con un presupuesto austero ha conseguido jugar una fase de ascenso a Primera División. Este año, aunque mínimas, todavía hay posibilidades. Además, el filial de Tercera puede ascender, y ha comprado unos terrenos para hacer una nueva ciudad deportiva. Honradamente, no veo mal lo que hace este presidente. Pienso que Carlos González lo está haciendo muy bien.

P. Rafael Gómez.

R. Es todo corazón, un tío grande. Va de frente y tiene ambición, pero es muy complicado trabajar con él.

P. Paco Jémez.

R. Para mí, de los 18 entrenadores con los que he trabajado en el Córdoba, el mejor de todos. Me ha sorprendido por el concepto que tiene del fútbol moderno, por cómo arriesga, por cómo hace que un equipo normalito juegue muy bien al fútbol. Creo que va a llegar muy lejos.

P. ¿Y a usted quién le inspira? ¿Tiene algún modelo de entrenador? Sabe que en círculos futbolísticos le apodan Menotti.

R. No es mala cosa. Yo soy de la escuela menottista. Ése fue el que innovó el fútbol cuando en 1978 fue campeón del mundo con Argentina. Después vino al Barcelona y empezó a hablar de achiques, de zonas, de presión en las zonas altas... Vino a reinventar el fútbol cuando aquì estábamos con gente como Clemente. Menotti es para mí un ídolo, un revolucionario del fútbol. Luego apareció Terry Venables, con sus presiones desde arriba para abortar el fútbol combinativo del equipo contrario, la zona Maturana en el Valladolid de los colombianos... Esos años fueron fascinantes para el fútbol. Lo que hizo Cruyff en el Barcelona creó una escuela que después otros han seguido. De los extranjeros, me quedo con el italiano Arrigo Sacchi. Recuerdo cuando fue con el Milan al Bernabéu y le hizo caer al Madrid veinticinco veces en fuera de juego, con una defensa que tenía a Tassotti, Costacurta, Baresi y Maldini, la mejor línea de resistencia que he conocido en mi vida. Con esa calidad se pueden hacer maravillas. De nada le sirve a un entrenador manejar muy bien un sistema táctico si no tiene a los hombres idóneos para que lo lleven a la práctica.

Menotti vino a reinventar el fútbol cuando aquì estábamos con gente como Clemente"

P. Y en el Córdoba, ¿quién ha sido el mejor que ha visto pasar por el banquillo?

R. Sin duda ninguna, Paco Jémez.

P. ¿Y el que más injustamente ha sido tratado?

R. Rafa Berges.

P. ¿Y el más sobrevalorado?

R. García Remón.

P. ¿Cómo ve a Juan Esnáider, el nuevo entrenador del Córdoba?

R. Lo conozco como futbolista y ha tenido una buena trayectoria, en grandes equipos. Como entrenador está empezando ahora.

P. Después del despido del anterior secretario técnico, Luna Eslava, parece que la gestión de los fichajes la harán el presidente, González, y el entrenador, Esnáider. ¿Cree que es una receta adecuada?

R. A mi modo de ver, tiene que existir la figura de un secretario técnico para llevar el tema de los fichajes. Un entrenador debe estar en lo suyo, se le puede escuchar y pedir opinión, pero lo mejor es que la política para formar una plantilla sea labor de un secretario técnico. Si un entrenador ficha futbolistas y luego, por lo que sea, se marcha, ¿qué es lo que sucede? El que viene después te dice: 'A esos no los he fichado yo'. Ya lo vivimos en el Córdoba, cuando se fichó a Ortuondo por cinco años para ser entrenador y director deportivo a la vez. La aventura acabó en cinco meses y se fue dejando al equipo el último y con 13 puntos en la primera vuelta. Cada uno tiene que estar en su papel.

P. ¿Va a subir el Córdoba a Primera?

R. ¿Esta temporada? Pues aún tiene posibilidades, aunque sean mínimas. Ahí está. Yo creo que si no sube esta temporada hay que construir un equipo para subir en la siguiente, para ir a por todas. Si Dios me da salud, veré jugar otra vez al Córdoba en Primera División.

Si Dios me da salud, veré jugar otra vez al Córdoba en Primera División"

P. ¿Cree que el ciclo del Barcelona se ha terminado?

R. Ha marcado una época de cinco años en los que ha sido el mejor equipo del mundo. Sorprendió con su innovación y Guardiola lo llevó a unos límites máximos, con futbolistas de un nivel excepcional y un genio como Messi. Tenían los futbolistas, la idea y la calidad. Todo. Han hecho cosas que quedarán para siempre, pero lo que sucede es que ya ha dado tiempo a que otros equipos sepan cómo combatirlo. Así son las cosas. Uno es el mejor hasta que los rivales encuentran el antídoto. El Milan, el Real Madrid o el Bayern de Múnich ya saben que pueden dejarle el balón, darle la iniciativa y permitirle que mueva la pelota donde quieren exactamente que la muevan. Estos equipos se repliegan a posiciones de partida, mantienen el orden, presionan, roban y matan al contragolpe porque tienen futbolistas de talla mundial, de los que no perdonan las ocasiones. Otros no, pero hay equipos que ya saben cómo vencer al Barcelona.

P. ¿Y qué le inspira Mourinho?

R. Este señor ha ganado títulos en las principales ligas de Europa y varias Champions League con distintos equipos. Ahí están los números. Tiene mucha personalidad y sabe cargar con la presión para que no se la den a los futbolistas. Es cabezón y prepotente, lógicamente. Tiene motivos. Los jugadores se liberan mucho con este tipo de entrenador, porque generalmente los futbolistas son inmaduros, millonarios jóvenes que se dan muchos caprichos y están acostumbrados a que todo el mundo les diga lo buenos y guapos que son. En equipos de élite creo que es más difícil llevar un vestuario que enseñarles una táctica.

P. ¿Le hubiera gustado manejar un vestuario lleno de estrellas?

R. Los entrenadores somos entrenadores por encima del equipo. Diriges al grupo que tienes y lo que intentas es sacar lo máximo. Si tienes estrellas, sacas más y, sobre todo, luce mucho más. Pero yo estoy muy contento por los equipos que he dirigido. Yo he estado en equipos normalitos y les ha sacado provecho.

P. ¿Un entrenador puede estropear un buen equipo?

R. Indudablemente, pero rápidamente será cesado. Esto no dura mucho. El fútbol es un examen permanente y si suspendes lo ve todo el mundo. Es difícil engañar.

El fútbol es un examen permanente y si suspendes lo ve todo el mundo. Es difícil engañar"

P. Es profesor en la Escuela de Entrenadores. ¿Qué le dice a alguien que quiera ser entrenador?

R. Sobre todo, que tengan vocación y ganas de aprender. El fútbol es aplicar el sentido común. Si ves a un equipo que practica el fuera de juego, lo combates entrando por las bandas, con cambios de orientación a la espalda de los centrales... Yo les pediría que se esfuercen por ver el fútbol, porque una cosa es mirarlo y otra verlo. ¿Ayuda haber sido futbolista? Pues sinceramente creo que no es una cosa decisiva. Yo no he jugado en equipos profesionales y he entrenado. Fernando Vázquez, el que está ahora en el Deportivo, es un magnífico entrenador y sólo ha jugado en categorías regionales. Lo que manda es el resultado que des, lo que seas capaz de transmitir y cómo se comportan los equipos a los que diriges. Aquí el fútbol te descarta muy rápido. Puedes entrar por tener un nombre conocido, pero a los dos años estás fuera del circuito si no has conseguido resultados. Mira por ejemplo a Míchel, que descendió con el mejor Castilla de todos los tiempos, y luego le han dado oportunidades de todos los tipos y no ha triunfado.

P. ¿Y usted ha triunfado?

R. Todos los días. Me ha faltado alguna cosa, pero he dado y sigo dando mi vida al fútbol.

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