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Kostas Vaxevanis: “Es como una guerra. Hoy, el periodista es el enemigo”

Kostas Vaxevanis FOTO: MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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Cuando repasamos el audio de la entrevista, el recuerdo alegre de la misma se vuelve más oscuro. Más amargo. Para empezar, uno se da cuenta de que a nuestro interlocutor, el periodista griego Kostas Vaxevanis, lo quieren ver muerto. Sin más. Y solo por hacer bien su oficio. Hace unos meses, publicó lo que nadie conocía. Una lista oficial -la lista Lagarde- de 2.000 griegos con cuentas en Suiza. El sueño de cualquier plumilla. Aquello le granjeó el odio de los poderosos, el ostracismo de sus colegas de profesión más adocenados y un inmenso reconocimiento fuera de su país. Hoy, en Córdoba, va a recibir el premio internacional de periodismo Julio Anguita Parrado.

Esta entrevista a Kostas Vaxevanis es un poco surrealista, casi tanto como la misma Grecia actual. Aunque de una manera mucho más dulce y amable. En vez del caos político y económico que nada en un infinito mar de corrupción egea, rodeado de continentes de miseria, pobreza y desigualdad, esta conversación se apoya en los malos entendidos. Aunque también se lastra por la pobre formación en idiomas de los participantes, finalmente reflota gracias a la paciencia y colaboración de la novia de Kostas, la actriz y modelo Dorothea Merkouri, que ejerce de sufrida intérprete. Las trampas del idioma que ella ayuda a solventar se han suprimido de la transcripción para facilitar la lectura.

Hablamos en griego, castellano, inglés, italiano, una pizca de portugués y un aroma de catalán. Nos salva Blanco Enea, donde cenamos juntos. Sus vinos y sus cervezas gallegas aúpan nuestro índice de alcohol en sangre hasta lograr que las palabras fluyan y uno crea entender perfectamente a su interlocutor, unido por miles de años compartidos en las civilizaciones mediterráneas. Cuando repase la grabación, verá que no era exactamente así.

En cualquier caso, empezamos preguntándole por el estado del violento oficio de escribir, su relación con el poder y el miedo a la censura o, lo que es peor, la autocensura. Hablaremos de muchas cosas más, antes de pedir un salmorejo y unas gloriosas croquetas, entre otros platos.

PREGUNTA. Hace una semana, el periódico de mayor tirada en España, El País, publicó una foto en portada de un presidente regional con un narcotraficante. Pero hay políticos que han salido al paso criticando que imágenes así se publiquen y exigiendo una limitación para los periodistas. ¿Todo lo que ha pasado en Grecia puede pasar en España? Que impidan a los periodistas trabajar.

RESPUESTA. Para mí no es una sorpresa que se propongan cosas así. En este momento, en el sur de Europa, tenemos una situación en la que mucha se está intentando prohibir que el pueblo ejerza su derecho de oposición. Creemos todos que vivimos en la misma Europa pero no es así. Solamente tenemos una moneda unificada, pero no tenemos ni una política ni una economía unificada. Los políticos del norte toman decisiones pero los pueblos del sur de Europa no se pueden defender. Grecia, en todos estos años, ha comprado armas a Alemania, submarinos a Alemania, teléfonos móviles a Alemania, tecnología a Alemania, coches a Alemania... Y para comprar todos esto, los bancos inundaron el mercado de crédito y préstamos. E hicieron pensar a los griegos que la vida era así. Y ahora en la economía griega tenemos un agujero enorme. Si Europa estuviese realmente unida, como Estados Unidos, habría un sistema interno de equilibrio. Pero no lo tenemos y hemos optado por el sistema del rescate. Y lo que tenemos es una Alemania que se está enriqueciendo mucho, una España empobrecida, un Grecia que come de la basura y un Chipre que está completamente devastado. Estos países no pueden devaluar la moneda porque estamos en el euro, una moneda que es como una especie de religión a la que tenemos que adorar todos. Y se nos dice que no hay nada fuera de este sistema; que lo único que podemos hacer es seguir aplicando las nuevas reglas de la austeridad. No ofrecen otra salida. Pero yo creo que los ciudadanos deberíamos poder decidir algunas cosas acerca de todo esto. Y el problema, no solo de Europa sino de todo el mundo, es que los bancos, los líderes económicos toman decisiones sin contar con la gente. La gente quiere decidir pero todos los Gobiernos funcionan sin contar con ella. Para conseguirlo, hay que controlar la información, convertirla en propaganda, que los ciudadanos no sepan y tenerlos también atemorizados. Para ellos, para el poder político y económico, la democracia es simplemente que vayamos a votar cada cuatro años y nada más.

Creemos todos que vivimos en la misma Europa pero no es así. Solamente tenemos una moneda unificada, pero no tenemos ni una política ni una economía unificada

Hace 20 años yo era un periodista de guerra. Cuando estás en un conflicto los poderosos tratan de ocultarlo todo y nosotros, los periodistas, de desvelarlo todo. Hoy ocurre exactamente lo mismo. Es como una guerra. Ellos quieren ocultar y el periodista es un enemigo. Es así. Cada día, en toda Europa hacen nuevas leyes en el nombre de la democracia. Pero en el nombre de la democracia también lo quieren ocultar todo. Por ejemplo, hay leyes que en principio defienden los derechos individuales de las personas, sus vidas privadas, pero que en realidad solo sirve para atenazarnos a todos. Con esta excusa de la privacidad, la lista Lagarde estuvo metida en un cajón del Gobierno tres años. Con tres gobiernos diferentes y dos primeros ministros al frente. Oculta. Cuando publiqué la lista les dije, vale, ya la tenéis, ahora tenéis que buscarlos y preguntar dónde está el dinero.

P. Esa lista existe en España.

R. Claro, esa lista está en Francia, en Grecia, en España, en Italia. ¿Y qué pasó en España? Grecia fue el único país donde la lista se publicó en un periódico.

P. ¿Y en España por qué no?

R. Esa es la gran pregunta. Cuando me detuvieron, antes de salir sin cargos, les dije que en la lista que habíamos publicado no aparecían datos privados. Les dije que cuando íbamos al banco no lo hacíamos encapuchados, lo hacíamos a cara descubierta delante de todos. Al mismo magistrado que estaba en la sala, le recordé que él mismo tenía una cuenta en el banco Agrotiki. Lo supe porque antes de entrar se había ordenado que todos los magistrados cobrasen sus sueldos a través de esta entidad. Yo sabía que ahí tenía él su dinero, así que le dije, acúseme de eso también. Cuando salí de la corte todos los periodistas del mundo estaban allí, BBC, CCN, Al Jazeera, Channel 4... Todos hicieron conexiones en directo pero en Grecia nunca nadie habló de esto.

P. ¿Qué piensa de los periodistas de su país?

R. Hace muchos años que en Grecia los periodistas no ejercen de periodistas. No son el cuarto poder de la sociedad. Los periodistas son los que comen con el político, el juez... El otro día publicamos una historia de un banquero griego que prestó muchísimo dinero a unos amigos suyos que, a su vez, compraban acciones del propio banco con ese mismo dinero. Ha sido un gran escándalo. Cuando estábamos trabajando en el tema, un periodista muy importante en Grecia me llamó y me dijo: “Mira, sé que estás haciendo esta investigación, pero por favor, a uno en concreto no lo pongas, no lo saques”. Le pregunté por qué. Y me dijo: “Ah, bueno, es que es un amigo”. Y yo le dije, claro, entonces no es culpable... Esta es la lógica de cómo funcionan las cosas allí.

P. ¿Cuál es el impacto que ha podido tener en Grecia el hecho de que se le dé un premio tan importante como el internacional de periodismo Julio Anguita Parrado? ¿Alguien lo sabe en Grecia?

R. En Londres, me han dado un premio del periódico The Guardian. Nunca se ha hablado de eso. Ahora saben que estoy aquí en España para recoger un segundo premio internacional porque lo cuento en Twitter. En Grecia no les importa nada que este premio sea en memoria de un periodista que murió en nombre de su trabajo. Allí quieren un periodismo a medida del poder.

P. Nos decía antes que has viajado mucho por el mundo y por Europa. ¿Cree que con el periodismo de España o de otros países puede pasar lo mismo que con el griego?

R. Sí que lo creo. El problema es que el periodismo en todo el mundo, no solo en Europa, está financiado por el poder. El señor que financia todo en este momento es el banco. La cuestión es si el periodista va a respetar la esencia de su propio oficio. O, por el hecho de que tiene que comer va a preferir hacer lo que le diga la banca. Es el periodista el que tiene que decidir cómo hacer su trabajo; si hacerlo o no hacerlo. El modelo de financiación del periodismo, de esa gente que tiene poder económico y no sabemos de dónde viene su dinero, tiene que terminar. Internet nos da una oportunidad de trabajar como periodista de forma íntegra y poder cobrar de ello.

En Grecia no les importa nada que este premio sea en memoria de un periodista que murió en nombre de su trabajo. Allí quieren un periodismo a medida del poder

P. En España la banca ha entrado en los capitales de los periódicos más importantes. ¿Se puede hacer buen periodismo teniendo como jefe último a un banco?

R. No. Cuando comenzamos en Hot Doc solo teníamos 5.000 euros y diez personas. Cuando trabajas en una edición de papel, aunque llamen para parar la edición, si está en máquinas ya no puedes hacer nada. Y a nuestro periódico han llamado pero ya estaba impreso y a la venta de los kioskos. Pero cuando hablamos con la gente, nos dice que su miedo es que no se haga un buen periodismo, que no se informe bien. Pero si el pueblo deja de tener miedo, el poder va a tener miedo. Cuando salimos, dijeron de todo sobre nosotros, que si yo pertenecía a los servicios secretos de Grecia, como si fuera un nuevo James Bond (risas). Luego mandaron cinco personas para matarme a mi casa. Hasta han dicho que yo estaba conspirando con Papandreu para usar un escándalo de la iglesia ortodoxa y derogar al gobierno.

Si el pueblo deja de tener miedo, el poder va a tener miedo

P. Es todo muy surrealista.

R. Es exactamente eso, surrealista.

P. ¿No nos va a decir quién le dio la lista?

R. Nunca lo haré.

P. En español decimos: la muerte antes que la fuente.

R. Correcto.

P. ¿No tiene miedo de Amanecer Dorado, el emergente partido nazi griego?

R. En realidad, ¿de quién debo tener miedo exactamente, de quién primero? Porque son muchos. Pero mi prioridad a la hora de luchar es el poder real, no Amanecer Dorado. Tengo una cosa buena como persona, toda esta gente no se puede creer que yo estoy solo con un equipo de periodistas. Todos piensan que detrás de mí hay un poder muy fuerte. Y como no saben quién es, creen que una persona muy importante me protege. En 1821, cuando Grecia se independiza de los turcos, la organización nacionalista que inició la revolución convencía a la gente a que se uniera a ellos diciéndoles que detrás de ellos había una fuerza muy grande. Aunque no había nadie, en realidad. Conmigo es igual.

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