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Adiós a Juanín, el mejor de todos los tiempos en el Córdoba CF

Juanín, con la camiseta del club de su vida.

Paco Merino

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Nos deja el mejor. Estuvo en la legendaria alineación que logró el primer ascenso a Primera División. Firmó el primer gol del equipo blanquiverde en la máxima categoría. Fue el estandarte del club en su edad de oro, en aquellos años 60 en los que el Córdoba fue más grande que nunca. Ahí estuvo siempre Juan García Díaz, que con el apodo de Juanín -un nombre en diminutivo para una trayectoria superlativa- forjó en torno a su figura un aura de caballero invencible. Hoy nos ha dejado después de librar con orgullo su última batalla con una dolorosa y cruel enfermedad, pero su legado es inmortal. Quienes le vieron jugar aseguran sin un atisbo de duda que fue el mejor. Lo tenía todo para hacer exactamente lo que hizo: poner el sello de su personalidad a un equipo que llamó la atención de todo el país por su combinación de tenacidad, compromiso y eficacia.

Nacido en la localidad onubense de Nerva el 22 de mayo de 1940, Juanín se hizo cordobés por la vía del amor: al fútbol, a su equipo y a su familia. Aquí se quedó para siempre hasta erigirse en una presencia fundamental para entender la evolución de este deporte en una ciudad especial, a veces dura y exigente hasta extremos dañinos con sus ídolos. Hasta en eso fue Juanín especial. Ya fuera en su etapa como futbolista como en sus años de entrenador y, finalmente, como impulsor junto a su amigo y compañero Diego Moreno de una escuela de fútbol para niños en Ciudad Jardín, siempre fue respetado y hasta venerado por quienes tuvieron contacto con él. Fue un hombre de fútbol en el más amplio de los sentidos, con sus códigos de honor caballerescos y una pasión que transmitía a todos.

Con Juanín se abrió la etapa más brillante en la historia del Córdoba, que coincidió con su apogeo como jugador. Las estadísticas no revelan en toda su plenitud la relevancia del polivalente mediocampista en aquel Córdoba de esplendor. Disputó un total de 186 partidos en la máxima categoría y marcó en ella 44 goles, más que nadie con la blanquiverde. Fue el indiscutible líder por su aportación en el campo, pero también por una personalidad magnética que hacía que todos le siguieran de modo natural, aceptando su jerarquía.

Juanín firmó por el Córdoba el 14 de agosto de 1960, con 20 años, después de haberse forjado en las categorías inferiores del Betis y haber pasado una campaña como cedido en el Extremadura. Aquel chico prometía. Tenía tanta hambre de gloria como el club que le contrataba, por un sueldo modesto, para que echara una mano en la tarea de pelear por hacer algo grande en Segunda. Y Juanín hizo mucho más que eso. En su primer año jugó todos los partidos y se erigió en el jefe del grupo, respaldado por el carismático técnico argentino Roque Olsen, quien vio en él a una pieza maestra sobre la que construir una formación ganadora. Sobre Juanín se edificó el Córdoba más lustroso que vieron los tiempos. Se mantuvo en el equipo dos temporadas completas en Segunda (60-61 y 61-62), siete consecutivas en Primera (de la 62-63 a la 68-69) y una más en la categoría de plata (la 69-70, en la que jugó todos los partidos y marcó cinco goles) antes de marcharse, con 30 años, al Calvo Sotelo de Puertollano, en Segunda. Allí cerró Juanín su idilio con el fútbol con las botas puestas. Regresó de inmediato a Córdoba, de donde ya no se movió nunca más. Para la historia queda su nombre en un once mitico, que los aficionados más veteranos recitan como el catecismo: Benegas, Simonet, Martínez Oliva, Navarro, Martínez, Ricardo Costa, Riaji, Juanín, Miralles, Paz y Homar.

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