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Fernando Caballero: “En casa me digo, ¿queda algo por entrar en concurso?”

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Redacción Cordópolis

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“Esos dos edificios eran de Noriega”. No puede evitarlo, estamos con un juez de lo Mercantil. De hecho, estamos con el único que hay en Córdoba. Y eso hace que el magistrado Fernando Caballero (nació en Sevilla en 1970 pero a los dos años se trasladó a Palma del Río por lo que “me siento palmeño”) mire la ciudad con ojos distintos. Los edificios no son sólo edificios. Son materia judicial. Y cinco años después de que estallase la gran recesión la economía cordobesa va a peor. Sus ojos curtidos por la crisis que dura desde entonces cada vez son más tristes. Y lo reconoce.

“Esos dos edificios eran de Noriega”, señala desde la azotea del hotel Córdoba Center. Lo dice con esa naturalidad que desarma, propia del que sabe que cada mañana se enfrenta con el horror más cotidiano, el que tiene forma de aséptica carpeta burocrática con el membrete del concurso voluntario de acreedores o el expediente de regulación de empleo.

“Esos dos edificios eran de Noriega”. Lo sabe perfectamente. Lo sabe sin consultar un papel. Lo sabe sin mirar un mapa. Hace pocos meses ordenó la liquidación de la promotora y constructora señera de Córdoba. Un desastre económico sin comparación al que ha seguido uno más sentimental pero no menos sangrante: el cierre de Urende, la empresa de venta de electrodomésticos más popular de Córdoba desde los años 60. Urende y Noriega eran hermanas, nacidas del grupo de empresas Sánchez Ramade, todo un símbolo de la debacle económica cordobesa, junto a Prasa, Arenal 2000 o la antigua Cajasur.

“Esos dos edificios eran de Noriega”. ¿Desde aquí arriba se ven las cosas con la perspectiva que otorga el despacho del juez? “No, la verdad es que no. En el despacho estaría volcado en los papeles, en lo inmediato”, responde.

Pero no deja de mirar esos dos edificios que eran de Noriega. Y con la mirada busca otros. Pero ya cae el sol. Y empieza a refrescar.

PREGUNTA. Tal vez no se vean las cosas con perspectiva, pero su despacho es un lugar privilegiado para hacer una radiografía de la situación económica de la ciudad.

RESPUESTA. Eso sí es cierto. Por la naturaleza y los asuntos que lleva el juzgado evidentemente se conoce la realidad económica, pero matizando: siempre la realidad económica negativa. Porque las empresas que funcionan bien, que no tienen problemas, no van al juzgado. Siempre digo como anécdota que los jueces muchas veces lo único que vemos son los problemas de las relaciones jurídicas. Y cuando un amigo me dice, “voy a alquilar un piso”, en seguida pienso en los problemas que puede tener. Porque nosotros solo vemos los desahucios y eso también te distorsiona, como el médico que está en el hospital y solo ve a los enfermos y no a las personas sanas. Pero es cierto que desde el juzgado se puede ver cierta radiografía de la realidad económica. Y en los últimos años podemos decir que Córdoba ha crecido sobre la base, como en la mayoría de las ciudades, del ladrillo. Tiene unas bases económicas no especialmente importantes desde el punto de vista industrial y más actividad en lo agrícola y lo joyero. Y si la burbuja económica tuvo su reflejo en Córdoba, la crisis también. Hemos visto incluso la caída de grandes empresas del sector inmobiliario. Y el ejemplo más claro son las del grupo Noriega que, desgraciadamente, ya está en fase de liquidación. Desgraciadamente ya no va a continuar más.

P. ¿Cuándo llegó al juzgado de lo Mercantil de Córdoba?

R. En marzo de 2006.

P. ¿Podía imaginarse lo que iba a ocurrir?

R. No, yo llegué a un juzgado en el que el número de asuntos era bastante razonable, se podían tratar incluso de manera personalizada, con un contacto directo con todos los afectados. Y la realidad económica jamás nos hacía atisbar lo que luego sucedió. Fue todo paulatino. En 2007 empezó a notarse un incremento de asuntos, pero podía achacarse a que el juzgado ya estaba cogiendo rodaje porque no hay que olvidarse de que los juzgados de lo Mercantil en España se inauguraron el 1 de septiembre de 2004. En 2008 fue cuando aparecieron los primeros datos que nos hacían vislumbrar que se avecinaba una crisis. Pero jamás pudimos prever que iba a ser de semejante entidad.

Hemos visto incluso la caída de grandes empresas del sector inmobiliario. Y el ejemplo más claro son las del grupo Noriega que, desgraciadamente, ya está en fase de liquidación. Desgraciadamente ya no va a continuar más

P. ¿Pero desde el juzgado no se había visto estallar la burbuja económica en torno al ladrillo?

R. La verdad es que no. En 2008 no recuerdo yo esa percepción. Teníamos una situación de crisis que considerábamos razonable porque a toda época de esplendor económico, lógicamente y por la teoría de los dientes de sierra, le siguen sus correspondientes etapas de crisis. Y apuntábamos a que podía haber una cierta frenada en el crecimiento económico pero lo que no podíamos prever era encontrarnos ante una de las crisis más importantes de la historia económica. Y es que la situación es verdaderamente trágica, no se pueden poner paños calientes para utilizar términos más suaves. La situación es trágica, desesperada y tremenda.

P. ¿Queda algo por entrar en concurso de acreedores en Córdoba?

R. Afortunadamente, todavía quedan algunas empresas que siguen funcionando. Realmente hoy día resistir es crecer. El que consiga soportar, aunque sea con pérdidas, y se mantenga este año y el que viene, luego será uno de los grandes. Pero esa misma pregunta que me acaba de hacer me la hago yo mismo muchas veces cuando llego a casa. ¿Queda algo por declarar en concurso? Sobre todo cuando te encuentras con que un día y otro, sobre la mesa del despacho, cuando llegan las demandas, lo primero que ves son las carátulas, todas con lo mismo: solicitud de declaración de concurso. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Y las hay de todo tipo, grandes empresas, pequeñas y medianas; las de Córdoba, la de las provincia, de todos los colores y de todos los sectores. Prácticamente, la crisis ha afectado a todos los sectores. Aunque hay un sector del que apenas hemos declarado concursos: el mundo del vino, las bodegas. Afortunadamente, no sé si por el consumo -o porque precisamente la crisis nos lleva al consumo de vino-, nos encontramos con que apenas hay bodegas de la provincia de Córdoba que hayan solicitado declaración de concurso. Aunque supongo que estarán sufriendo la crisis también.

El que consiga soportar, aunque sea con pérdidas, y se mantenga este año y el que viene, luego será uno de los grandes. Pero esa misma pregunta que me acaba de hacer me la hago yo mismo muchas veces cuando llego a casa. ¿Queda algo por declarar en concurso?

P. Abusando del humor negro, también se dice que la crisis tampoco afecta a los tanatorios...

R. (Risas)

P. ¿Alguna vez se ha parado a contar cuántos concursos ha declarado?

R. Alguna vez lo he pensado, pero nunca he cogido las estadísticas para contarlos. Pero podrían ser más de 300 los concursos que se están tramitando. Algunos terminaron y los otros están vivos, siguen en funcionamiento. Porque, aunque hayan ido a liquidación, la liquidación es un proceso muy largo de venta de todos los bienes de la empresa. Hay algunos que se pueden vender con más o menos facilidad -muebles o vehículos- pero hay empresas en las que, por ejemplo el material informático se queda obsoleto al pasar solo dos años y hemos llegado a venderlos como chatarra porque no hay mercado. Y se agudiza en periodos de crisis ya que no hay compradores. Eso también nos eterniza los concursos.

P. Hace una semana estuvimos en Urende. Nunca habíamos visto la liquidación física de una empresa y es de las cosas más tristes que hay. Pensamos en usted y en su trabajo. Un trabajo duro.

R. Sí, pero lo que vieron fue una liquidación que podemos calificar como ordenada y no tan trágica. La fase de liquidación comenzó a principios del mes de diciembre y eso implicaba el cierre inmediato de la empresa y la venta de los productos. Pero con Urende adoptamos una medida un poco innovadora al diferir el cierre, ya que se acercaba el periodo de mayor venta, en navidad. Si cerrábamos antes, esos mismos productos que quedaban en la tienda se iban a vender a profesionales del sector, a empresas que compran chatarra, a un precio irrisorio. Por eso se mantuvo la apertura durante un mes y medio y se permitió -aun cuando parezca triste por ver las estanterías vacías- vender al consumidor a un precio de liquidación notoriamente superior de lo que hubiéramos podido obtener de haber vendido los productos a empresas de liquidación o de chatarra. Además, eso nos permitió anticipar la fase de liquidación y generar tesorería para pagar sobre todo las nóminas de los trabajadores de los últimos meses.

P. ¿Urende era viable o se hunde por Noriega?

R. Es complicado. Y por mi parte, sería inapropiado responder porque todavía no hemos llegado a la calificación de concurso de Urende. Esa pregunta se la tendrán que hacer los administradores concursales a la hora de depurar la responsabilidad de los gestores de la empresa. Cuando llegamos a la sección sexta, que es la de calificación del concurso, los administradores concursales tienen que preguntarse si el concurso es culpable o fortuito. Lo primero es cuando ha existido dolo o una culpa grave y lo segundo cuando no ha existido ningún tipo de negligencia en la gestión por parte de los administradores sociales. Por mi parte, dar una respuesta sería como anticipar la sentencia y no considero que deba pronunciarme.

P. En el caso de Urende, la liquidación se ha hecho de forma ordenada. Pero esta semana hemos visto una liquidación desordenada en una empresa de Córdoba, el restaurante Wok Golden Jaguar a causa de que su propietario le debe dinero a una serie de proveedores. Y para pagarles les abre las puertas del local y les dice: “Coged lo que queráis”.

R. Esa actitud del empresario es muy peligrosa. Si le abre la puerta a cuatro acreedores y les dice coged lo que queráis para cobrar la deuda... Se produce una vulneración de la par conditio creditorum. Este latinajo quiere decir que todos los acreedores tienen el mismo derecho y si unos cobran y otros no, hay un problema. En el concurso se persigue que todos los acreedores cobren al mismo tiempo en lo que les corresponda. Y si lo que ha ocurrido en el Wok se judicializa, puede tener un grave problema el administrador de esa empresa porque ha vulnerado el derecho de los acreedores. Y también lo pueden tener los acreedores que se llevaron cosas porque si se declara un concurso, tendrán que reintegrarlo todo. Con lo cual, estas actuaciones espontáneas fuera del campo del derecho, tan peculiares y llamativas, pueden parecer satisfactorias para solucionar un problema cuando tienes a la gente en la puerta, pero operar al margen del derecho puede darte muchos quebraderos de cabeza.

P. Este caso era muy concreto pero, en general, ¿los acreedores siempre son los mismos, los que todos tenemos en mente? Los bancos.

R. Bueno, hay de todo. Por ejemplo, antes estábamos hablando del grupo Noriega. Hay que diferenciar entre Noriega SL, la promotora, en el que los acreedores eran fundamentalmente bancos; y la constructora, Noriega Edificación y Obra Civil (Neoc) en la que sus acreedores eran fundamentalmente pequeñas empresas auxiliares. Cada concurso tiene sus peculiaridades. Y los que se mueven en el campo de los grandes capitales, como las promotoras, sí tienen a los bancos como sus principales acreedores. Pero los de las cooperativas agrícolas, por otro lado, son los socios que llevaban sus cosechas a las cooperativas y que luego no cobraron. Cada concurso es diferente. El principal acreedor es la banca, en general, aunque también es lo normal porque se dedica a financiar y trabaja con dinero. Y aunque no sea siempre el acreedor, lo que sí es cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, el mejor protegido en un concurso es el banco.

P. Por el volumen de concursos, ¿podemos decir que en Córdoba se debe mucho dinero?

R. Como en todas las ciudades. Hay concursos multitudinarios en todos los juzgados mercantiles de toda España. Pero quiero dejar claro algo: deber dinero no es malo. Las empresas tienen que deber dinero para funcionar y generar flujo de capital. No es negativo, es más, los economistas siempre dicen que el valor de una empresa se mide por su capacidad de endeudamiento, por el crédito que pueda crear. En Córdoba se debía lo mismo que en cualquier otra ciudad como Málaga, Sevilla o Cádiz. Bueno, allí la deuda es superior porque son empresas que tenían un movimiento económico más fuerte que Córdoba. Nosotros podemos movernos en un nivel cercano a Granada.

El principal acreedor es la banca, en general, aunque también es lo normal porque se dedica a financiar y trabaja con dinero. Y aunque no sea siempre el acreedor, lo que sí es cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, el mejor protegido en un concurso es el banco

P. ¿Nos endeudamos por encima de nuestras posibilidades o nos lo han puesto demasiado fácil?

R. Es más bien lo segundo. Lo estamos viendo en el concurso de las personas físicas, el concurso de los usuarios, de un trabajador, funcionario al que las entidades de crédito le facilitaron el acceso a un dinero sin las garantías adecuadas. Y todo porque al banco le interesaba colocar su producto, sus mecanismos de financiación y sus operaciones de crédito. Y cuando ha llegado el momento de la crisis económica se ha visto que el consumidor no podía devolverlo. Y el ejemplo típico lo tenemos en esas hipotecas que se daban para comprar un piso y te ofrecían el 120% de su valor para que pudieras también amueblarlo. Económicamente eso no era ni racional ni seguro y se concedían alegremente a personas que no tenían una capacidad económica fuerte. Hoy en día, por la ley del péndulo, vemos que hay trabajadores fijos y avales de tipo con muchas dificultades para llegar al mercado de las hipotecas.

P. Con los concursos de acreedores también existe la sensación de que no se está sancionando a los responsables.

R. Es una cuestión muy complicada. En el juzgado vemos dramas auténticos. Si tuviera capacidad literaria y tiempo, podría escribir una novela de las vivencias personales que te encuentras en el juzgado: gente llorando en el despacho, contándote su vida, sus enfermedades. Y todo lo que dicen es cierto. ¿El concurso como instrumento para castigar o sancionar a los responsables? Es complicado, porque es muy difícil encontrar al responsable en una situación de insolvencia. Y en este punto, quiero romper una lanza en favor de los bancos, que son muy fáciles de demonizar. Las entidades de crédito son empresas que prestan servicios de intermediación y que cumplen una función vital y esencial. Es cierto que en casos puntuales y concretos ha podido haber una mala política a la hora de conceder crédito. Y eso ha dado lugar a que algunas entidades sufran los graves problemas que ahora tienen. Otra cuestión es si desde la administración gubernamental existe el mismo interés en ayudar a los particulares que en ayudar a los bancos. Esa crítica la escucho mucho en el juzgado. Vemos ayudas para solventar la insolvencia de los bancos pero no para ayudar al autónomo, al pensionista o al funcionario. ¿Y sancionar al último responsable de una empresa? Ese es el objetivo y no siempre se consigue. Hay muchos casos en los que no hemos podido llegar hasta los últimos términos de un caso y prácticamente siempre es por la misma razón: insuficiencia de tiempo y materiales. Cuando se abarca un número de asuntos tan grande como el que tenemos en el juzgado de lo Mercantil de Córdoba es muy difícil que podamos llegar a clarificar más. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) considera que el número máximo de asuntos que puede tramitar un juzgado Mercantil es de 350. Pues en 2012 terminamos con 612 asuntos. Estamos casi en el doble. Eso implica que este año arrastramos un déficit de casi el 100%. Y si en 2011 terminamos con 550 (200 más de lo que dice el CGPJ) y el año anterior con 500 (150 más) vemos que cada año se incrementa el retraso. Y el año que viene, mucho me temo que seguiremos en esa misma línea.

Si tuviera capacidad literaria y tiempo, podría escribir una novela de las vivencias personales que te encuentras en el juzgado: gente llorando en el despacho, contándote su vida, sus enfermedades. Y todo lo que dicen es cierto

P. Pues le vendría bien que le echaran una mano en el juzgado.

R. A la Administración de Justicia en general. Ese es uno de los graves problemas con los que nos encontramos. La ratio en España es de 11 jueces por cada 100.000 habitantes. Y en el resto de Europa es de 25 jueces. Cuando veo las escalas de la ratio veo a España como en el festival de Eurovisión, entre Azerbaiyán, Serbia y Montenegro. Muy lejos de los países de nuestro entorno como Francia e Italia, moviéndonos siempre con los países de la antigua Unión Soviética y la antigua Yugoslavia. Está claro que hay un déficit enorme en cuanto al número de jueces. Pero la solución no es solo que se incremente, porque los que conocéis los juzgados lo primero que os llama la atención es que son estructuras decimonónicas, con todo ese papel ocupando espacio. ¿Cómo puede haber tanto papel si en cualquier administración se funciona con ordenadores, ficheros y correos electrónicos? Yo, para comunicarme con el juzgado de Primera Instancia de Puertollano, tengo que comunicarme por correo postal. Envío una carta en la que indico lo que solicito. Allí, abren la carta, crac, crac. Lo tramitan y me contestan por carta. ¡Todo eso en pleno siglo XXI! Necesitamos más jueces, pero también una importantísima inversión en medios materiales. La misma que no se hizo cuando se tenía que haber hecho entre 2000 y 2007. Una inversión que hoy es impensable. Pero el retraso se va a ir incrementando en perjuicio de todos los ciudadanos.

Cuando veo las escalas de la ratio [de jueces por habitante] veo a España como en el festival de Eurovisión, entre Azerbaiyán, Serbia y Montenegro

P. Con estas condiciones de trabajo y esos retrasos, ¿se puede quedar gente sin cobrar sus deudas?

R. Esa es una de las principales críticas que se hace al déficit material que tenemos. Si el concurso se eterniza, si tardamos más en vender los bienes y tramitar todo el concurso, menos valor tendrán los bienes y menos dinero se obtendrá de ellos. Y hay que recordar que acreedores somos todos, no solo los proveedores. Por ejemplo, si los bancos cobraran todo lo que se les adeuda, tal vez necesitaran menos ayudas del exterior. Y lo mismo ocurre con las administraciones públicas, que también son acreedoras a través de la Agencia Tributaria y la Tesorería General de la Seguridad Social. Esta segunda tiene un importante déficit por el dinero que se le debe de los concursos. Si desde los juzgados de lo mercantil pudiéramos tramitar de forma más eficaz los concursos, la administración pública gozaría de más ingresos. Así que cuando oigo que se puede reducir los gastos de la administración pública para ahorrar 40 millones de euros… En ese momento pienso que, por ejemplo, estando Noriega en fase de liquidación y teniendo ahora mismo un patrimonio de unos 1.000 millones de euros, si vendiésemos todos esos bienes, ¿cuántos centenares de millones generaríamos solamente de un IVA que cobraría las arcas públicas? Y eso solo en el juzgado de lo Mercantil de Córdoba. Pensemos en Sevilla, Málaga, Madrid, Barcelona... ¡La cantidad de dinero que podríamos ingresar en las arcas si tuviésemos un funcionamiento más eficaz del que tenemos!

Para comunicarme con el juzgado de Primera Instancia de Puertollano, tengo que comunicarme por correo postal. Envío una carta en la que indico lo que solicito. Allí, abren la carta, crac, crac. Lo tramitan y me contestan por carta. ¡Todo eso en pleno siglo XXI!

P. El concurso de Noriega es el segundo mayor de Andalucía y el tercero de España. Lo ha liquidado en solo dos años y en un juzgado tan pequeño como el de Córdoba donde, además se acumulan los casos. ¿Cómo lo ha hecho, si en Málaga sigue enquistado el caso de Aifos, que es algo mayor?

R. Hemos contado con cierta ventaja. Teníamos la experiencia previa de Aifos, que nos ha servido de ayuda para superar alguno de los problemas que existió en aquella tramitación. Y emprendimos otras medidas novedosas, como la tramitación de una página web a través de la cual se podía comunicar los créditos. Yo no pensé que fuese a tener el éxito que tuvo, pero al final, más de 50% de los créditos se comunicaron informáticamente. Y esas mejor se hicieron solo con el dinero del concurso, la Administración no puso ni un euro. Otra medida avanzada fue la de comunicarnos con los procuradores informáticamente. Y el sistema de administración concursal también fue nuevo, porque en vez de tres se llamaron a siete administradores de todas las partes de España. Por su parte, los proveedores de Neoc se agruparon en una plataforma que centralizó todas las reclamaciones a través de una misma dirección jurídica, evitándonos tener que atender a 400 abogados distintos. Por último, el CGPJ y la Audiencia de Córdoba nos otorgaron un magistrado y un funcionario de refuerzo, respectivamente, para atender el ingente número de concursos que tenemos durante un año. La verdad es que yo tenía miedo de que se enquistase todo, como estaba pasando con Aifos, pero en un plazo bastante razonable de solo dos años se ha podido resolver. Y todo a pesar de que se presentaron 270 procedimientos concursales, cuando la media era que se presentaran en todo el año unos 80 o 90 incidentes. Gracias a esas innovaciones, salió bien la tramitación. Pero desgraciadamente, no hemos tenido el éxito suficiente para que la empresa continuase en funcionamiento con una propuesta de convenio. Eso hubiese sido lo ideal y lo deseable. La mayor parte de Noriega está en liquidación y solo quedan cuatro empresas pequeñitas -que tiene por objeto el arrendamiento de inmuebles- con expectativas de salir adelante con una propuesta de convenio.

Teníamos con la experiencia previa de Aifos, que nos ha servido de ayuda para superar alguno de los problemas que existió en aquella tramitación. Y emprendimos otras medidas novedosas, como la tramitación de una página web a través de la cual se podía comunicar los créditos. Yo no pensé que fuese a tener el éxito que tuvo, pero al final, más de 50% de los créditos se comunicaron informáticamente

P. Hace un mes se detuvo en España a Martín Díaz Ferrán en la operación Crucero. Se le impuso la mayor fianza de la historia de la democracia en España. Junto a él se detuvo a Ángel de Cabo, El liquidador. Les acusan de haber tejido una red para liquidar empresas y beneficiarse, vendiéndolas después. Esa red se metería en los juzgados, comprando administradores concursales y algunos jueces de lo Mercantil. De esta forma, orientaban los concursos y las liquidaciones en favor de los intereses de los detenidos. No sabemos si en el juzgado de Córdoba se ha encontrado con algo parecido.

R. No me han intentado comprar nunca. Tampoco sé cuál sería mi precio… (risas) Ya fuera de bromas, eso pasaba en Madrid y en la costa valenciana... Aquí no existen esos movimientos empresariales a tan alto nivel que planteen esas cuestiones, la verdad. Pero sobre esas ramificaciones en el mundo judicial de las que me hablan, no tenía noticia. Y me extraña, porque en el mundo de los juzgados de lo Mercantil me hubiera enterado. Es cierto que en el tema de El Liquidador sí he leído que existía una red de empresas para liquidar de una forma desordenada a otras empresas: vaciarlas patrimonialmente para que cuando llegara el concurso, solo hubiese un inmenso agujero en perjuicio de los acreedores. Es como lo del Wok que hablábamos antes, pero en vez de abrir las puertas, se hace por medio de instrumentos jurídicos, escrituras de compraventa y elementos parecidos. Cuando se empieza un concurso, lo primero que se hace es investigar para retrotraerse y ver qué ha pasado en la empresa. En ese caso del que hablan, con una red tan oscura y difusa, será muy complicado y posiblemente empantanará los juzgados.

Estando Noriega en fase de liquidación y teniendo ahora mismo un patrimonio de unos 1.000 millones de euros, si vendiésemos todos esos bienes, ¿cuántos centenares de millones generaríamos solamente de un IVA que cobraría las arcas públicas?

P. Ningún empresario quiere acabar en su despacho.

R. Voy todos los días y no se está tan mal (risas). No, evidentemente ningún empresario quiere terminar en un juzgado. De la misma forma que nadie quiere ir a un hospital ni para tomarse una cerveza. Si acaso, para ver a su pareja dar a luz. Cuando era juez de primera instancia, yo siempre decía que en los juzgados, el único momento feliz eran las bodas. Me gustaba mucho celebrarlas porque era de las poquitas ocasiones en que llegaban las dos partes y salían besándose. Cosa que no ocurre en ningún otro procedimiento judicial. Pero no, nadie quiere venir al juzgado porque, como os decía antes, es la versión negativa. Pero a veces no queda más remedio: hay que acudir para reclamar. Y cuando uno lo hace, quiere una respuesta satisfactoria, ágil y rápida. Una respuesta tardía es una respuesta injusta, aunque te den la razón. No pueden estimarse demandas dos o tres años después de presentarse.

Antes de llegar a esta entrevista, estaba haciendo un ERE de 57 personas. Nombres, apellidos y fechas de antigüedad en las que ves que llevan 15 o 20 años en la empresa y que ahora se van al paro. No se puede imaginar lo duro y complicado que es. Y quieras o no, te va desgastando un poco la moral y el ánimo

P. Desde que es juez dormirá poco.

R. Duermo lo que puedo, lo que me dejan mis niñas pequeñas. Pero cuando llego por las noches, hay veces que cuesta trabajo separarse todos los problemas del día a día. Y es cierto que en este último año noto yo un cierto pesimismo en mi carácter por ese día a día, por la cantidad de empresas... Mire, llevo dos días dictando autos, aprobando Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Y no se puede imaginar lo duro que es tener que copiar los nombres, apellidos y DNI de una persona y de otra y de otra y de otra... Expedientes de Regulación de 104 personas. Antes de llegar a esta entrevista, estaba haciendo uno de 57 personas. Nombres, apellidos y fechas de antigüedad en las que ves que llevan 15 o 20 años en la empresa y que ahora se van al paro. No se puede imaginar lo duro y complicado que es. Y quieras o no, te va desgastando un poco la moral y el ánimo. Sé que forma parte de mi trabajo, evidentemente: soy juez de lo Mercantil y tengo que aprobar los ERE, pero yo no podía imaginarme que nos podríamos encontrar con tantos concursos, con tanto y tantos EREs como nos encontramos en la actualidad. Ojalá pronto salgamos de esta situación y el ERE se conviertan en algo excepcional, como debería ser. Y no en lo habitual.

P. Vaya final más triste para la entrevista.

R. Sí, la verdad es que sí. Pero es lo que hay.

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