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¿Dónde está el hueso número 8 de Las Quemadillas?

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Alfonso Alba

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La Policía desconoce desde marzo qué ha pasado con una de las pruebas clave contra José Bretón

Es un fragmento proximal, posiblemente un cúbito. Mide apenas dos centímetros, está muy deteriorado pero es una prueba clave contra José Bretón, acusado de asesinar a sus dos hijos Ruth y José, de seis y dos años, el 8 de octubre de 2011 en su parcela de Las Quemadillas. Este hueso, considerado como la “muestra número 8” de la hoguera de Las Quemadillas por la Policía Nacional, está en paradero desconocido desde hace siete meses.

Tan grave es su pérdida que el juez instructor del caso Bretón, José Luis Rodríguez Laínz, ha ordenado que se revise si la cadena de custodia de los huesos hallados en la hoguera de Las Quemadillas se ha roto o no. Si el hueso no aparece, la defensa de Bretón tendrá un argumento a su favor y podrá poner en duda, incluso, que los huesos que aparecen en todos los informes estaban en la parcela de Las Quemadillas.

Que el hueso número 8 ha desaparecido no se supo hasta el pasado 28 de septiembre, cuando compareció ante el juez la forense de la Policía Científica que en un principio afirmó que los huesos eran de animal y que ese día rectificó y aseguró que no, que eran humanos. Al final de su declaración, la forense afirma que el hueso número 8 no aparece en ninguna de las fotografías ni en ninguno de los informes que hicieron a posteriori distintos forenses y antropólogos, entre ellos el famoso profesor Francisco Etxeberria, que fue el primero en afirmar que los restos óseos eran humanos.

Esta forense recogió ese hueso, lo fotografió y lo documentó. Su imagen aparece tanto en el primer informe del 11 de noviembre como en el posterior, de más de 60 folios, que redactó a petición de la Policía para justificar cómo realizó su trabajo de reconocimiento forense. Sin embargo, en marzo de 2012 es la última vez que alguien ve ese hueso. El día 14 de ese mes, esta forense ve por última vez que los restos en una caja, concretamente la caja 3-A.

En su declaración ante el juez, la forense relata qué pasó en todo momento con los huesos. Así, después de que ella misma los recogiera de la hoguera de Las Quemadillas y los depositara en cajas precintadas, fueron custodiados en la Comisaría de Córdoba. A los pocos días, las cajas son trasladadas a Sevilla, a la sede de la Policía Científica, pero no se llegan a abrir. Vuelven entonces a Córdoba, pero ya al Juzgado. Ahí están hasta el mes de marzo, siempre según el testimonio de la forense, cuando policías de la Unidad de Delincuencia Organizada y Violenta (UDEV) se los llevan primero a la Comisaría de Córdoba y luego en una furgoneta hasta Madrid. El juez había ordenado que se le realizara un análisis químico a los restos.

En la capital de España, esta forense fue testigo de cómo los huesos eran entregados al Departamento de Química (que está justo enfrente de su despacho). De hecho, esta funcionaria recuerda cómo “saludó al compañero y le acompañó hasta que se le hizo entrega física de la caja y le sellaron el oficio”. Ese día ella vio las cajas y constató que “no había ninguna vacía”. A partir de entonces, la forense desconoce qué pasó con los huesos, a dónde fueron y cómo se pudo extraviar uno.

El juez busca saber “si alguno de los restos óseos de la caja 3-A llegó a ser utilizado para la analítica interesada por el juzgado, con explicación de su destino y descripción de si quedaron restos”. Esta es la caja que la forense dijo que vio cómo se abrió y que no estaba vacía, sino que contenía los huesos 5, 7 y 8 (el famoso hueso número 8).

Todos los informes forenses a posteriori se han hecho sin la presencia del hueso número 8. Ninguno de los peritos ha trabajado con él y hasta el momento se desconoce a dónde ha podido ir a parar.

El abogado de José Bretón, José María Sánchez de Puerta, ha exigido que se compruebe si la cadena de custodia de todas las pruebas recogidas en la finca de Las Quemadillas ha funcionado bien o no.

LA FORENSE PIDE “PERDÓN DE TODO CORAZÓN”

En su declaración ante el juez, la perito reconoce su error, asume sus “responsabilidades y las consecuencias” del mismo, pero se dirigió en un momento a la abogada de la madre de los pequeños, María del Reposo Carrero, para pedirle “perdón de todo corazón”. La forense justifica que su “lamentable” error estuvo motivado por “no disponer de la posibilidad de trasladar los restos óseos” hallados en la hoguera “al laboratorio de antropología médico forense de Madrid”. Si hubiera podido llevar los huesos allí, la forense tiene “el convencimiento moral” de que habría llegado a la conclusión de que los restos eran humanos y se habría podido evitar que el caso Bretón se haya extendido en este año de incertidumbre.

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