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Un año después, la ecuación de Ruth y José ya está despejada

FOTO: MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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La plataforma de apoyo a la familia se concentra esta noche en Las Quemadas

Se cumple un año desde el crimen de Ruth y José. El sábado 8 de octubre de 2011 José Bretón denunció la desaparición de sus hijos. 12 meses después, todas las evidencias indican que esa misma tarde el padre asesinó a sus hijos de seis y dos años. Luego, intentó hacer desaparecer sus cuerpos, incinerándolos en un horno crematorio casero que improvisó en la finca de sus padres, en Las Quemadas.

Hasta allí vuelven a concentrarse las muestras de rabia y dolor por este caso. A las 20.30 hay prevista, en la puerta de la finca, una manifestación por la plataforma ciudadana que ha venido dando apoyo a la familia de la madre de los niños, Ruth Ortiz. El juez y la policía sospechan que Bretón podría haber matado a sus hijos como venganza por la intención de Ortiz de separarse de él. Nadie de la familia materna está previsto que acuda a Córdoba desde Huelva, ciudad donde residen.

La finca de Las Quemadillas, a las afueras de Córdoba, centró durante todo este año la atención de la policía y el juez. A todos les obsesionaba la hoguera que Bretón había prendido la misma tarde en que desaparecieron sus hijos. Todos los indicios, todas las pistas conducían a esa finca de 10 hectáreas cubierta de naranjos y olivos. Los huesos que encontraron entre las brasas, terminaban de dar forma a un ecuación bastante simple.

Pero los resultados de los análisis afirmaban que solo se habían quemado pequeños animales. Aquello volvió el caso mucho más enrevesado, eliminando elementos para despejar la incógnita. La policía regresó una y otra vez a buscar enterramientos, zulos u otras posibilidades. Pero todos volvían la kirada una y otra vez allí donde estuvo la hoguera y se preguntaban si realmente sólo quemó ratones, perros y gatos. La idea de que hubiese incinerado animales el mismo día en que desaparecieron sus hijos ya era lo suficientemente inquietante como para pensar lo peor.

Uno de los que sospechaba de ese fatal desenlace era Luis Avial, el director de una empresa de gerorradar, contratada por la policía para prospectar el terreno en busca de enterramientos. él insistió a la familia materna para que buscase una segunda opinión acerca de aquellos huesos. Y les aconsejó que acudieran al experto Francisco Etxeberria.

Fue el profesor de la Universidad del País Vasco quien descubrió que los primeros análisis de octubre de 2011 habían errado. Los exámenes de la policía científica determinaron que los huesos eran de animal, cuando en realidad eran de dos niños de edades similares a las de Ruth y José. Como lo certificaron, más tarde, otros cuatro informes posteriores encargados a raíz del dictamen de Etxeberria. La propia forense que dijo que los huesos eran de origen no humano reconoció su error y pidió disculpas.

Concretar su identidad a través del ADN es prácticamente imposible pero a ninguno de los más de 10 peritos que han trabajado en el asunto les cabe las menor duda de que son ellos.

Mientras, su padre, José Bretón, sigue negando todos los hechos. Y manteniendo que el 8 de octubre de 2011, hace justo un año, perdió a sus hijos mientras paseaba con ellos por el parque Cruz Conde.

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