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La biblioteca cochina de Córdoba

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Manuel J. Albert

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La Casa Maimónides cultivará la heterodoxia sefardí y andalusí

Alándalus fue cuna de las diferencias. Allí vivieron, entre periodos de paz y conflicto, musulmanes, cristianos y judíos. Aquel ambiente fue propicio para nuevas formas de pensamiento díscolas con la tradición más ortodoxa. El sefardí Maimónides fue uno de sus referentes. Y en su memoria se va a abrir en otoño una biblioteca que llevará su nombre, la Casa Maimónides. El centro albergará 20.000 títulos y 60.000 registros además, de comunicaciones y conferencias dedicados a la memoria de la cultura judía y andalusí en España.

Entre su valiosa colección destacan manuscritos originales como un salvoconducto a una familia conversa fechado en 1492; un estatuto de limpieza de sangre de1567 o una expropiación de bienes de moriscos de Granada, redactada en 1675. Además, se incluyen dos impresos de autos de fe del Tribunal de la inquisición de Córdoba de 1655 y 1665; y un ejemplar de la “Epístola de la apostasía”, de Maimónides publicadoo en hebreo y latín en Amsterdam en 1756.

A su impulsor, Sebastián de la Obra, le gusta hacer referencia a las casualidades llenas de sentido. «Maimónides es el judío universal. Fue un cordobés heterodoxo, perseguido por los suyos, los propios judíos de pensamiento ortodoxo. Y la biblioteca estará en la calle Averroes, nombre de otro pensador heterodoxo que vivió una vida casi paralela a la suya, perseguido por el mundo islámico más radical», recuerda De la Obra, quien también es director del Archivo y Servicio de Documentación del Parlamento de Andalucía. En todo caso, su proyecto de la casa Maimónides es absolutamente privado, sin ayudas de organismos públicos.

«Córdoba era la ciudad de los libros», afirma casi con amargura el responsable del proyecto, consciente de que en esa misma urbe, desde hace siglos, apenas si sobreviven las librerías. «Córdoba era la ciudad del pensamiento, pero dejó de serlo a partir de la Inquisición. Igual que el resto del país». El bibliotecario está convencido de que, dos siglos después de que se disolviesen aquellos tribunales, su presencia durante 400 años sigue marcando a fuego el carácter de los españoles. «El miedo, la envidia, la desconfianza, la sospecha, siguen presentes“.

Su grano de arena para intentar tirar ese muro (y muchos otros) es cultivar la cultura y la memoria a través de la Casa Maimónides. El nuevo centro contará con una sección especial sobre la Inquisición. Pero también abarcará obras referentes a todo el concepto de diversidad que se utiliza hoy en día, enmarcándolo en el Mediterráneo, tratando las migraciones y diásporas, así como la memoria del Holocausto tras la II Guerra Mundial

La biblioteca Maimónides, que estará abierta a los investigadores y a la vida cultural, nace de décadas de trabajo. La propia colección de Sebastián se inicia cuando él tiene 16 años, pero del conjunto de la familia De la Obra ha heredado cuantiosos materiales. Al sueño de Maimónides también han contribuido personas como Ina Nahmias, viuda de Eli Nahmias, el dueño de la conocida en Córdoba como Casa del Judío; Jean Carasso, un erudito sefardí de Salónica; Haïm Vidal Sephiha, superviviente de Auschwitz y catedrático; y Richard Ayoun, sefardí argelino. Todos ellos han donado sus todas sus colecciones privadas o parte de ellas. Por otro lado, los fondos se han completado con adquisiciones hechas en librerías 'de viejo“ de Amsterdam y Nueva York.

De la Obra acude a otro sabio sefardí heterodoxo para completar el modelo que persigue: el filósofo racionalista Spinoza. «Quiero que mi biblioteca sea marrana, en el mismo sentido que lo era Spinoza», señala utilizando el despectivo término con el que los cristianos españoles llamaban a los conversos judíos. «Un marrano era aquel al que no aceptaban los judíos, por no ser buen judío, ni los cristianos, por no ser buen cristiano. Un marrano como Spinoza fue alguien que elegía el conocimiento frente a todo lo demás. Yo quiero que de ahí salga esta biblioteca».

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